El barrio es nuestro es un blog colectivo alimentado por la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). El nombre alude al viejo grito de guerra del movimiento vecinal que sirve para reivindicar el protagonismo de la vecindad en los asuntos que la afectan, a menudo frente a aquellos que solo ven en el territorio un lugar de negocio y amenazan su expulsión.
Cuando me preguntan qué está pasando en la universidad... me pongo a pensar en lo importante
El estudiante medio de una de las mayores universidades españolas es una mujer, con buenos resultados académicos en sus etapas preuniversitarias, mayoritariamente proveniente de la educación secundaria pública y concertada, y cada vez más de bachilleratos internacionales y de investigación. En muchos casos, bilingües y deportistas, buenas oradoras, y con ganas de disfrutar y conocer el mundo porque saben que tienen derechos.
También, una parte importante de nuestro estudiantado ha logrado vencer obstáculos para el aprendizaje y aprovechar sus fortalezas, y por ello, llega a la universidad con ansias de aprender y demostrar que también puede. Nuestras universidades públicas son orgullosamente diversas, ricas, plurales de emociones, de identidades, de experiencias y de ideologías. Con excesos, conflictos y dramas, pero también con cordura, sensibilidad y responsabilidad.
Durante la pandemia, gracias a la apertura de un buzón de necesidades descubrimos que teníamos estudiantes con alta vulnerabilidad residencial, con muchas cargas familiares y con historias de vida que no nos hubiera gustado tener que conocer. Desde entonces, hemos hecho un esfuerzo para acercarnos a los barrios vulnerables, del centro y de la periferia del área metropolitana, trabajamos con organizaciones sociales y con centros educativos para explicar el derecho a la universidad y a través del aprendizaje-servicio y cooperación científica acercamos a nuestros universitarios a los problemas complejos y cotidianos de la ciudad. Hoy, cerca del 40% del estudiantado recibe alguna ayuda para cursar sus estudios, ayudas económicas y de residencia, programas de acompañamiento psico-social, becas de movilidad nacional e internacional, premios ligados a resultados académicos y becas para iniciarse en la investigación. Sin duda, el esfuerzo de todas las administraciones públicas y de las universidades de acogida es fundamental para evitar las tasas de abandono del estudiantado, tasas que ya hemos conseguido reducir creando oportunidades que de otra manera no podrían disfrutar.
El esfuerzo de todas las administraciones públicas y de las universidades de acogida es fundamental para evitar las tasas de abandono del estudiantado, tasas que ya hemos conseguido reducir creando oportunidades que de otra manera no podrían disfrutar
Sabemos que hay un porcentaje muy alto de estudiantes que trabajan en lo que pueden, compatibilizan su vida vertiginosa de clases, prácticas y bibliotecas con trabajos esporádicos, con turnos cambiantes y bajos salarios. Lo que más sorprende es cómo se aferran a la universidad, convencidos de que sus estudios pueden hacer una diferencia clara en su futuro y en el de su entorno. También es muy interesante descubrir cómo cada vez más estudiantes acceden a la universidad después de su formación profesional superior porque quieren profundizar sus conocimientos y dar respuestas a las preguntas surgidas durante el desarrollo de sus habilidades profesionales.
También, cada año llegan aproximadamente un 35% de estudiantes de otras comunidades autónomas atraídos por las posiciones de excelencia en los rankings, pero sobre todo para repetir lo que un día hicieron sus abuelos y padres, venir a Madrid a estudiar y vivir. Son la generación de vivir experiencias y contarlas. Sufren un poco, pero se agarran al grupo, muchos primero viven en Colegios Mayores, donde poco a poco van conociendo la ciudad, tejiendo redes de apoyo mutuo, que los acompañarán toda la vida, mientras sueñan con pasar al ansiado piso, cada vez más inalcanzable.
Además, un 15% llega de fuera de España, sobre todo a cursar estudios de máster, doctorado y especialidades punteras. Entre otros, muchos Erasmus y visitantes, americanos, latinoamericanos, asiáticos y africanos, que hacen las aulas más ricas en miradas y encuentros. Desde hace una década, abrimos las puertas a las personas refugiadas y hacemos planes especiales de acogida de estudiantes que huyen de conflictos y catástrofes humanitarias, y celebramos que en poco tiempo llegan a disfrutar de la libertad y del cuidado, dando lo mejor pese a sus circunstancias.
Realizar la prueba de acceso a la universidad de forma casi perfecta y tener un expediente de bachillerato que te permita acceder a algunas de las plazas públicas de grados de ciencias de la salud no es fácil. Medicina, psicología, enfermería, odontología, farmacia, óptica, veterinaria... las vocaciones que nos cuidarán en el futuro, en un sistema interrelacionado de One Health, son las más demandadas en nuestra universidad pública. También, los grados de ciencias sociales y jurídicas están llenos de futuros y prometedores abogados, comunicadores, politólogos, internacionalistas y economistas, pero también de maestros, geógrafos, educadores, sociólogos y trabajadores sociales, que buscarán entre todos construir un mundo más justo, más sostenible y más cohesionado. Son, entre otros, los que lideran los movimientos por el futuro medioambiental, critican la desproporción e injusticia de las guerras, el ninguneo del conocimiento científico ante el cambio climático, los problemas de la vivienda y las injusticias sociales al tiempo que cumplen con creces sus deberes académicos, participan en competiciones científicas y deportivas locales, nacionales e internacionales, divulgan el conocimiento a través de redes y nos ayudan a atraer a nuevos estudiantes a las aulas cada año.
Cada vez más, en nuestras aulas públicas, estudiantes brillantes con batas y botas experimentan y piensan con agilidad mental proyectando en las estrellas, volcanes y cobayas la necesidad de avanzar en descubrir soluciones ingeniosas y sostenibles, nuevos materiales que transporten el futuro borrando naturalmente las barreras disciplinares decimonónicas y mezclando saberes y oportunidades de debate y reflexión. Sin duda, los que tienen –además– una elevada confianza en sí mismos, son los que experimentan en artes y humanidades. Una miríada de artistas, musicólogos y dibujantes, apasionados de la arqueología y del XIX se encuentran con la imaginación y tenacidad de los filósofos que abarrotan las aulas, devorando problemas, mientras otros muchos diseccionan apasionadamente las lenguas, muertas y vivas, para hacerlas vibrar e interpretarlas escénicamente en toda su riqueza. También, cada vez más, los datos protagonizan muchos espacios de la universidad, esos estudiosos y magos de la producción y análisis de datos, matemáticos, estadísticos, ingenieros, apilan, compilan, analizan, programan y distribuyen la información bebiendo de múltiples fuentes para darles sentido, aliándose con la inteligencia artificial para facilitar la vida a los que toman decisiones.
Falta de recursos
Esa es mi respuesta a qué pasa en la Universidad, lo que pasa en la universidad es esto y que no hay recursos para que se pueda disfrutar de instalaciones orgullosamente centenarias bien preservadas, de edificios saludables y más sostenibles, de laboratorios mejor dotados, de clínicas universitarias equipadas con los avances técnicos y simuladores más novedosos para practicar y aprender tutorizados con los mejores docentes que les ayuden a desentrañar los problemas reales. Lo que pasa es que sus profesores e investigadores más jóvenes, más talentosos y mejor formados, cada vez reciben menos incentivos para quedarse con ellos, ante un escenario laboral incierto y la imposibilidad de progresar e impulsar su carrera y sus proyectos. Lo que pasa es que cada vez resulta más difícil crear oportunidades de aprendizaje riguroso y a la vez creativo, disruptivo y crítico. Lo que pasa es que no tenemos mucho margen para impulsar a nuestros estudiantes de doctorado y devolverles la tranquilidad, porque no son capaces de ver y entender su futuro.
Queremos atraer, convencer y presentar nuestra universidad a las nuevas generaciones y tenemos el deber de ofrecerles lo mejor, para que disfruten, aprendan y proyecten en el futuro todas las vidas que la universidad les debe dar
Cuando pienso qué pasa en la Universidad, irremediablemente pienso en el estudiantado, en lo que quiero que siga pasando, y lo que tenemos que exigir y defender para que pase. Queremos atraer, convencer y presentar nuestra universidad a las nuevas generaciones y tenemos el deber de ofrecerles lo mejor, para que disfruten, aprendan y proyecten en el futuro todas las vidas que la universidad les debe dar. Y, lo más importante, debemos tener la absoluta confianza en que dependemos de todos ellos y de su formación universitaria de calidad para enfrentar los retos globales del futuro. No de unos pocos privilegiados, sino de todas las personas a las que debemos formar con financiación pública justa y adecuada, porque devolverán con creces a la sociedad y a nuestros barrios lo que invertimos en ellos.
La universidad pública tiene una función social y cívica primordial e imprescindible como espacio de conocimiento y de debate crítico y propositivo. Especialmente, en estos tiempos donde se han puesto de manifiesto las graves consecuencias de no entender los problemas complejos y abrazar la simplificación absurda, de debatir de forma estéril y perpetuar la cultura de la banalidad agitada.
Por todo lo que está y debe seguir profundizándose, la universidad, la nuestra y la suya, debería ser intocable.
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Rosa M. de la Fuente es vicerrectora de estudiantes de la Universidad Complutense de Madrid.
Sobre este blog
El barrio es nuestro es un blog colectivo alimentado por la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM). El nombre alude al viejo grito de guerra del movimiento vecinal que sirve para reivindicar el protagonismo de la vecindad en los asuntos que la afectan, a menudo frente a aquellos que solo ven en el territorio un lugar de negocio y amenazan su expulsión.