¡A la escucha!

Novias que son niñas

Con siete años Hadiqa supo que su vida no era como la de las otras niñas. Con siete años a ella no le invitaron a la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga, de ocho años, sino a su boda. La familia de la novia lo celebraba por todo lo alto, y ella, sin entender qué suponía todo eso, se contagió de aquella alegría. Al fin y al cabo se trataba de una fiesta en la que todo el mundo iría elegantemente vestido, bailarían, se lo pasarían bien. Hadiqa no entendía muy bien las consecuencias de lo que allí estaba ocurriendo hasta que días después comprobó que su amiga ya no iba a jugar con ellas, que apenas la veían y que su mundo había cambiado. Ella sólo quería jugar con su amiga, seguir soñando a qué harían cuando fueran mayores. Pero a ellas nadie les preguntó cuáles eran sus sueños.

Lo que no sabía Hadiqa es que lo peor no era esa ceremonia, lo peor estaba por llegar. Porque su amiga, obligada a casarse con un señor que podría ser incluso su abuelo, la sometió a todo tipo de abusos, maltratos, palizas. Cuenta que un día apareció pálida y con heridas: su marido le había golpeado con un alambre de hierro.

Hadiqa supo que aquel también iba a ser su destino. Y que tenía que escapar de él como fuera. Ella quería seguir siendo una niña, seguir yendo a la escuela, seguir soñando. No quería formar parte de esa terrible estadística que asegura que hoy, por ejemplo, 34.000 menores serán obligadas a casarse con un adulto. Esto ocurre cada día, cada día niñas que apenas han llegado a la adolescencia son forzadas a casarse por tradiciones culturales, por situaciones de extrema pobreza, por cuestiones de abusos. A Hadiqa la propuesta de matrimonio le llegó con 11 años y se opuso firmemente con la ayuda de su tío. Desde aquel día, ahora tiene sólo 17, se ha convertido en una firme activista en la lucha por erradicar los matrimonios infantiles.

A Kadiatu, en Sierra Leona, la obligaron a casarse cuando descubrieron que se había quedado embarazada. La vergüenza de la familia era superior al drama de una niña de 15 años que ya había sufrido demasiado. La obligaron a abandonar la escuela, y ahora, con 17 también y con dos hijos, se ha unido a la lucha de Hadiqa.

Nuestro pan de cada día

Nuestro pan de cada día

Esta semana las dos han estado en Madrid, contando su historia, pidiendo colaboración internacional y altavoz en los medios para denunciar una realidad que afecta ya a 650 millones de menores. En el caso del África subsahariana, cuatro de cada diez niñas están casadas antes de cumplir los 18 años. Le siguen los países del sur de Asia, América Latina, Caribe... Los porqués, los motivos son diversos, casi siempre vinculados con la exclusión, la pobreza, pocas veces con tradiciones culturales y muchas con la necesidad de ocultar delitos de abusos o violaciones, o de proteger el supuesto honor de un clan o la familia. Ellas, las niñas, son la moneda de cambio.

Los matrimonios forzados entre menores tienen casi siempre segundas partes de abusos, palizas, malos tratos, provocando en las pequeñas consecuencias físicas y psíquicas de por vida.

Quizás todo esto les suene a usted lejano, ¿verdad? Pero la realidad es que ocurre a las puertas de Europa.

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