Carta abierta (y dolorosa) a Isabel Díaz Ayuso

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Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid:

Quiero resumirle una historia sucedida en una residencia de la sierra madrileña, uno de esos geriátricos que no pertenecen a ningún fondo de inversión ni a ninguno de esos empresarios multimillonarios que usted frecuenta. Es propiedad de una familia que concibe el cuidado de los mayores como una actividad que exige mucho más que la rentabilidad inmediata, que precisa vocación de servicio, sensibilidad, conocimientos, una plantilla profesional competente y dignamente retribuida, instrumental sanitario suficiente… Toda una serie de condiciones que a la hora de afrontar esta pandemia han ayudado, seguro, a que en esa residencia no se haya producido un solo contagio, ni entre los ancianos ni entre los empleados.

Mes y medio después de empezar el horror, una residente se rompió la cadera. Llamada a la ambulancia para traslado al hospital de referencia. Primer conflicto con el servicio de ambulancias: “Aquí no entra nadie sin equipo de protección y sin garantías de que todo el material que utilizan esté desinfectado”. Se la llevan finalmente. Al ser ingresada, se le realiza PCR y da negativo para coronavirus. Es operada, y tres días más tarde se comunica a la residencia que proceden a “devolver” a la paciente, que se recupera con normalidad. “¿Se le ha repetido la prueba?”, pregunta la responsable del geriátrico. “No, ya se le hizo al entrar”. Costó tensas conversaciones lograr que se le repitiera la prueba. En lugar de PCR le hicieron un test serológico (ver aquí las diferencias). Dio positivo. La directora de la residencia exigió que el hospital la mantuviera ingresada u ofreciera a los familiares alguna solución porque no podía permitir que entrara en su centro de cuidados alguien portador del virus después de haber mantenido blindado el recinto durante las semanas más duras, cuando iban cayendo miles de ancianos en otros centros de la comunidad de Madrid. Trasladada a la planta de covid-19, tres días más tarde se le repite la prueba PCR. Y vuelve a dar negativo. La responsable del geriátrico admite de nuevo a su residente (para alegría de la familia, que en ningún momento ha podido acompañar a su madre/hermana/abuela en estos dos meses) y se las apaña para mantenerla por precaución en aislamiento durante estos 15 días.

Señora Díaz Ayuso: sinceramente me importa un pepino dónde viva usted, siempre que se lo pague de su bolsillo y no suponga ningún intercambio de favores que repercuta en el bolsillo de los contribuyentes. Luego volveré al asunto de los apartamentos de lujo y los misteriosos contratos evanescentes, pero antes quiero trasladarle una pregunta: ¿Cuál es su plan de desescalada para las residencias de ancianos y centros de mayores? “Están en ello”, es la respuesta que desde las consejerías responsables ofrecen cuando cada mañana se pregunta desde cualquier geriátrico o desde un medio de comunicación. Lo cual me parece aún más preocupante y ofensivo que las burdas mentiras que rodean toda su estancia en esa lujosa suite.

Le recuerdo que en Madrid han fallecido 8.760 personas por coronavirus, y de ellas al menos 5.846 eran mayores que vivían en residencias (ver aquí). Es la comunidad con más alta mortalidad, seguida de Cataluña. Por mucho que desde el primer minuto usted y su partido se hayan dedicado a cargar todas las culpas sobre el “mando único” asumido por el Gobierno central con el decreto del Estado de Alarma, usted sabe que las competencias directas sobre las residencias siguen correspondiendo a las comunidades autónomas, que pueden solicitar ayudas, refuerzos o medios al Gobierno central (que ha enviado, por ejemplo, a la UME para la desinfección de edificios). No voy a entrar en esa cansina y a mi juicio irresponsable estrategia política de la confrontación total que usted ha alimentado en lugar de ejercer su responsabilidad y aportar soluciones. El examen detallado de la gestión de cada cual en esta pandemia llegará, a todos los niveles y sobre todas las administraciones. Ahora, si no le importa, toca centrarnos en evitar más muertes de las que ya hemos sufrido.

La historia que le contaba es ejemplo y consecuencia de la siguiente realidad: dos meses después de decretarse el Estado de Alarma y mientras usted se empeña en que Madrid pase a la fase 1 digan lo que digan los datos epidemiológicos y sanitarios y su propia (y dimitida) directora de Salud Pública, las residencias de mayores siguen siendo una bomba de relojería. Porque sólo se están haciendo test serológicos (ni siquiera PCR) en los centros donde hubo más víctimas y a quienes ya tienen síntomas. No se hacen en las residencias “limpias” de virus, donde obviamente terminará entrando también si cualquier residente va y vuelve de un hospital sin un estricto control y seguimiento o si los profesionales que los atienden se contagian en sus casas o en el supermercado, porque tampoco se les hacen pruebas a ellos.

La amenaza de colapso socio-sanitario, señora Díaz Ayuso, sigue aquí. Le contaré otro caso distinto para ver si lo entiende. Una familia (castigada en lo físico, lo económico y lo laboral por la pandemia) necesita ingresar a un mayor sano en una residencia “limpia” de coronavirus. Como es lógico, debe comprobarse que no está contagiado, y para ello la familia se ve obligada a buscar una entidad privada que le cobra 140 euros por realizar una PCR. Para que se haga una idea: casi el doble de lo que el empresario Kike Sarasola dice que le cobrará a usted por cada día de estancia en esa suite con terraza de cien metros y vistas al Palacio Real.

Aunque todo esto me indigne, debo reconocerle que no me sorprende, porque en realidad responde a esa ideología que sale del horno aznarista de Faes y que se resume en el tan neoliberal grito de “¡sálvese quien pueda!”. Que cada uno se las arregle por su cuenta, de manera que siempre se apañará mejor quien más recursos tenga, al margen de la forma de obtenerlos. Al Estado sólo se recurre para socializar pérdidas, o cuando es preciso exprimir la caja común en beneficio de ese capitalismo de amiguetes que en España ha funcionado a pleno rendimiento desde el siglo XIX, con independencia del régimen político de turno. Me sigue sorprendiendo, sin embargo (¡seré ingenuo!), el desparpajo con el que actúan usted y los suyos. Pablo Casado ha calificado la respuesta a la pandemia en Madrid como “un icono” (ver aquí). No se cansa su jefe y amigo de defender su gestión como ejemplo y hoja de ruta del PP: “Es lo que haríamos a nivel nacional” (ver aquí). Este mismo miércoles, Cayetana Álvarez de Toledo se ha permitido espetar a Carmen Calvo en el Congreso: “Su negligencia se cuenta en miles de vidas rotas y millones de vidas arruinadas”, para rematar exigiendo al Gobierno que proclame “gracias, Ayuso; gracias, Madrid” (ver aquí). Sin complejos.

Señora Díaz Ayuso, tampoco puede sorprenderme ya el lío del apartamento. Se empieza con un alzamiento de bienes de manual (ver aquí), se continúa con tráficos de favores para que Avalmadrid se coma las deudas de su familia (ver aquí)… y por ahí se llega a ocupar durante dos meses una suite de lujo, hasta que Eva Lamarca, periodista de Vanity Fair, la descubre y documenta las sucesivas mentiras con las que pretende usted justificar lo injustificable tomando por idiotas (otra vez) a los contribuyentes de la comunidad de Madrid (ver aquí).

Hará usted, seguramente, lo que acostumbra (con el asesoramiento del ínclito Miguel Ángel Rodríguez MAR) : utilizar algún medio a su servicio para aparecer como víctima, ya sea desvelando intimidades melodramáticas por las que nadie le ha preguntado, ya sea posando como Mater DolorosaMater Dolorosa (ver aquí). Mientras va pergeñando el siguiente paso en esa táctica vomitiva, y en lugar de regalarme una mascarilla que preferiría entregara en cualquier centro de salud, hospital o residencia, le ruego tres cosas:

1.- Pague lo que deba por su lujoso hospedaje sin utilizar un solo céntimo, ni en líquido ni en especie, de dinero público.

2.- No se empeñe en precipitar a Madrid a una fase de desescalada que pueda poner en riesgo de nuevo la fortaleza del sistema sanitario. (De paso consulte a algún médico, por favor, antes de soltar otra sandez como la de que en Ifema los pacientes “sanaron muy bien” por “los techos altos”).

Y 3.- Escuche a responsables de residencias de ancianos y no sólo a empresarios amigos o a grandes grupos inversores, y presente de una vez un plan de actuación sobre geriátricos y centros de mayores que permita, al menos, evitar más “miles de vidas rotas”, ese drama que debería avergonzarnos a todos, que su compañera Álvarez de Toledo considera originado por la “negligencia del Gobierno” y que familiares de fallecidos ya han llevado ante la Fiscalía acusándola precisamente a usted, a su consejero de Sanidad y a los directores de diez geriátricos de homicidio imprudente, trato vejatorio, prevaricación y denegación de auxilio (ver aquí). 

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Atentamente,

Jesús Maraña (periodista, ciudadano y contribuyente)

P.D. Es posible que, siguiendo la dura estela de su predecesora Cristina Cifuentes, termine usted teniendo que dejar el cargo por esta broma macabra y hasta hortera de la suite de lujo a precio de ganga, del mismo modo que aquélla dimitió por el hurto de unas cremas grabado y conservado en vídeo por sus enemigos de las cloacas (ver aquí). Como ciudadano y contribuyente, lo que más me preocupa es que ni Cifuentes dimitiera mucho antes por falsificar un máster -entre otras graves irregularidades- ni usted se apartara de la carrera política por el escándalo de Avalmadrid. Dice mucho, o sea muy poco, de nuestro baremo de exigencia democrática.

Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid:

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