Contaminadores y cambio climático

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En estos días de calor inesperado, más propio de agosto que de mayo, es fácil contradecir a los negacionistas del cambio climático. Si las personas (de letras) lo notamos y los científicos lo confirman, ¿por qué tanta resistencia en artículos en prensa, programas de televisión y conferencias? ¿Se trata de una resistencia animada y pagada por las multinacionales de los sectores que están acelerando y agravando el cambio climático? No sería la primera vez que petroleras gastan millones en desprestigiar a los ecologistas que dificultan sus planes.

VIDEO: ¿Qué tienes en contra de escuchar a los científicos?

Greenpeace ha denunciado que de las 12 personas que componen la delegación oficial de España, la que participa en las negociaciones europeas para pactar nuevas reglas que limiten las emisiones de carbón, ocho pertenecen a las empresas eléctricas: dos a Gas Natural Fenosa, dos a Endesa, uno a Iberdrola, uno a HC Energía, uno a Elcogas y otro a la patronal del sector UNESA. Es la delegación más contaminada por los intereses de la parte contaminante.

España no es la única paralizada por sus intereses, o los de una parte. También EEUU. The New York Times ha publicado esta semana un artículo de opinión muy crítico con el Gobierno de Barack Obama, al que acusa de no tomarse en serio el problema.

El papa defiende una línea más progresista, pragmática e inteligente que la mayoría de los Gobiernos. En EEUU clama casi en solitario contra los causantes del cambio climático la senadora Elisabeth Warren.

Hace unas semanas, la empresa estadounidense Tesla presentó con gran boato, imitando un poco a Apple, una batería doméstica que permitiría autogenerar una parte de la energía que consumimos y reducir la dependencia de las compañías eléctricas. El objetivo de esta empresa sería potenciar las energías alternativas frente al petróleo.

No han tardado en publicarse artículos que descalifican a Tesla y a su invento. Me suenan también a textos pagados por la parte perjudicada. El Gobierno español prohíbe el autoconsumo sin pasar por el impuesto revolucionario de las eléctricas, sus amigas que después les dan trabajo como consejeros. El Gobierno español, que debería velar más por el medioambiente y el interés general, va a hacer lo imposible por dificultar la entrada de la batería de Tesla en nuestro mercado y si esto fuera imposible, gravarla con algún tipo de penalización que compense a las eléctricas. ¿Y el libre mercado? Pues bien, gracias.

Mientras el cambio climático se acelera, les recomiendo este largo reportaje, pero esencial, del naturista David Attenborough para la BBC

Esta semana he leído una información de Helen Briggs, corresponsal de la BBC en asuntos de medioambiente, en la que alerta de que El Niño puede estar de regreso cinco años después. Si la predicción es correcta tendremos los primeros efectos en el hemisferio sur en forma de lluvias torrenciales e inundaciones a finales de año. Las primeras noticias de la reaparición de El Niño en el Pacífico ecuatorial fueron anunciadas en abril, aunque aún se halla en una fase débil e inicial. Los científicos australianos sostienen que a partir de septiembre se podrá calcular su fortaleza.

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Aparentemente se trata de noticias inconexas, y tal vez lo sean, pero que tienen en común la destrucción del planeta, de cómo el sistema de crecimiento ilimitado está matando el medioambiente. Ese sistema tiene más problemas: no sirve para dar de comer a todos los habitantes. El número de pobres, de personas que mueren de hambre o de enfermedades relacionadas con la mala calidad del agua, sería políticamente inasumible si pasara en Occidente. Cada día mueren por este motivo más de 24.000 personas.

El sistema no funciona para todos, solo para algunos, los más ricos, el celebre 1% que controla el poder. ¿Hay alternativas? Además del decrecimiento estaría el uso racional de los recursos disponibles y un mejor reparto de los alimentos y el agua potable. Si el proceso de cambio climático es cierto, y lo parece, las condiciones de los más desfavorecidos empeorarán. Puede ser una fuente de más pobreza, más desplazados y refugiados y más guerras.

¿Cuáles serían los efectos en España? Greenpeace tiene la respuesta.

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