Dice el portavoz de Vox en las Cortes de Castilla-La Mancha que “la mal llamada violencia de género es un circo”. Lo afirma tras conocer que el pasado fin de semana hubo 6 asesinatos machistas en menos de 24 horas, tres de ellos (el de Amal y sus dos hijos menores) en la provincia de Cuenca. Cuesta encontrar una palabra más humillante y fría que circo para describir el terrorismo machista.
Desde la ultraderecha aseguran que las actuales leyes que luchan contra el machismo en España no funcionan. ¿Qué proponen ellos? Hasta ahora, lo único que han hecho tras llegar al poder en municipios y autonomías ha sido aplicar el rodillo del negacionismo, tratando de borrar el término violencia machista o eliminando concejalías de igualdad. Recortar ahí donde los recursos, locales y por tanto más cercanos, son imprescindibles para las víctimas. Hagan una búsqueda rápida en Google, encontrarán infinidad de ejemplos. Comprobarán que en muchos de ellos, por cierto, la tijera ideológica ha contado con el beneplácito del PP.
Son esas leyes de las que reniegan los antifeministas las que nos han situado como uno de los países referentes en la lucha por la igualdad de género. Algunas de ellas no pudieron verlo, pero los avances legislativos se han escrito con sus historias. La de Ana Orantes, Nagore Laffagge, Diana Quer, la víctima de la violación de sanfermines y las de todas esas mujeres anónimas a las que algunos se empeñan en tratar como una mera estadística.
No creo que haya ninguna otra cuestión de Estado que sea más urgente que esta. Da igual cuando lea esto. De hecho, no saben lo cansado y desesperante que resulta escribirlo una y otra vez. No es suficiente con ponerse un lazo morado cada 25 de noviembre, ni salir a defender los derechos de las mujeres solo el 8 de marzo, ni participar en los minutos de silencio cada vez que hay una asesinada. No es suficiente sólo con reaccionar cuando uno o varios crímenes machistas nos hielan la sangre. Antes del asesinato hay una espiral de violencia que lo precede. La violencia machista no es un fenómeno imprevisible, por mucho que haya quien se empeñe en hacernos creer lo contrario. Y hay mecanismos para evitarla.
¿Qué está fallando entonces? No es el sistema en sí, son los medios que el sistema pone para luchar contra la violencia machista. Se necesita presupuesto, personal cualificado y formación. No podemos pedirle a una víctima que acuda a poner una denuncia si las personas que la van a atender no tienen el conocimiento necesario para valorar de forma adecuada el riesgo que corre su vida
¿Qué está fallando, entonces? No es el sistema en sí, son los medios que el sistema pone para luchar contra la violencia machista. Se necesita presupuesto, personal cualificado y formación. No podemos pedirle a una víctima que acuda a poner una denuncia si las personas que la van a atender no tienen el conocimiento necesario para valorar de forma adecuada el riesgo que corre su vida. No nos lo podemos permitir porque es su vida la que está en juego. ¿Dejaríamos que alguien que no fuera médico tratase a un herido tras un accidente de tráfico? Según los últimos datos del Ministerio del Interior hay más de 83.000 mujeres en el programa de seguimiento policial Viogen. Por sorprendente que parezca, solo 24 de ellas aparecen en situación de riesgo extremo.
También es una anomalía que a tan sólo medio año de que se cumpla el plazo impuesto por el Gobierno —y prorrogado en varias ocasiones— sólo haya en marcha 10 de los 52 centros de crisis para atender a víctimas de violencia sexual que las comunidades tienen que poner en funcionamiento. Eso significa que hay territorios en los que hay mujeres que no tienen ningún recurso especializado al que acudir si sufren una agresión sexual. No sólo eso, es la suerte la que determina en ocasiones que una mujer sea atendida por una persona formada o experta porque, como contaba en esta entrevista la periodista Nuria Varela, la función pública aún no exige la especialización. Estamos dejando cuestiones vitales en manos del azar.
Imaginen que año tras año asesinaran a 60 taxistas. O a 60 policías. O a 60 dependientes. ¿No estaríamos en la calle protestando, exigiendo soluciones o medidas para evitarlo? ¿No estaríamos escandalizados con semejante violencia? Es evidente que estamos ante una emergencia machista que necesita una respuesta a la altura. Eso sí, alejada de esos discursos negacionistas que prefieren hablar de circos antes que de asesinadas. La ola reaccionaria no conoce fronteras: lo vemos en Estados Unidos, Argentina o Francia. Aquí, sabemos cuál es el camino. Hay que empezar a recorrerlo con la firmeza y consenso que merecen todas las víctimas.
Dice el portavoz de Vox en las Cortes de Castilla-La Mancha que “la mal llamada violencia de género es un circo”. Lo afirma tras conocer que el pasado fin de semana hubo 6 asesinatos machistas en menos de 24 horas, tres de ellos (el de Amal y sus dos hijos menores) en la provincia de Cuenca. Cuesta encontrar una palabra más humillante y fría que circo para describir el terrorismo machista.