Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
La violencia contra Irene Montero une a la coalición
La aprobación de los Presupuestos Generales de 2023 son una buena noticia para el nuevo contexto económico tras el impacto de la guerra de Ucrania. Y en lo político, marcan el punto de inflexión del cambio de marcha que Pedro Sánchez inició en el último debate sobre el Estado de la Nación y se cierra con el sí del bloque de investidura. El pasado julio, las nuevas cuentas estaban en el aire y Sánchez se hundía en las encuestas. Las de 2023 suman una mayoría por encima de los 180 diputados y las mismas encuestas reflejan que hay partido. El cara a cara previo de Sánchez y Feijóo en el Senado cristaliza también el volantazo de la oposición tras la ruptura del pacto del poder judicial. De los prometidos acuerdos de Estado a la brutalidad contra el Estado. El PP ha abandonado todo pacto posible por la línea ‘implacable’, como apuntaban las fuentes anónimas populares en El Mundo.
La semana que debía ser de celebración para Pedro Sánchez, ha coincidido con una de las peores convulsiones en el Gobierno. Y la polémica del ‘sí es sí’ ha abierto una nueva línea de oposición. La que va a cargar contra la tramitación de las leyes pendientes. Tachar de chapuza y falta de armazón jurídico a todos los anteproyectos y proyectos de ley del ejecutivo. Que además son los de mayor calado político e ideológico, las leyes estrella del programa de coalición. Léase, la ley de Vivienda, la Ley Trans, la reforma de la Ley Mordaza e incluso la Ley de Protección Animal. Hasta ahora, no han salido adelante por la discusión interna. Ahora contará con los intentos por dinamitarlas. Está por ver si esta estrategia las frena o las impulsa en el año que resta de actividad parlamentaria.
Abierta la veda, la derecha se ha sentido legitimada para cargar con un machismo y una violencia verbal insólita en las Cámaras y las instituciones
La ley del ‘sí es sí’ ha convulsionado internamente la coalición por la falta de blindaje jurídico. Una vez reconducida, en parte, por el dictamen de la Fiscalía General, la polémica ahora son los ataques de la derecha a Irene Montero. Los insultos machistas son tan intolerables que han unido a las ministras y a todo el Ejecutivo. La “violencia política” en la sede de la soberanía popular, decía emocionada en el Congreso Irene Montero, ha tenido el apoyo inmediato de la portavoz socialista, Pilar Alegría. “Que el odio, el ruido, los insultos no nos despisten”, decía en Twitter. Han seguido María Jesús Montero e Isabel Rodríguez: “Una impúdica vergüenza”. Ander Gil con el “más firme rechazo a estos comportamientos infames”. Hasta Pedro Sánchez: “Estamos juntos contra la violencia machista. Negarla es una forma de ejercerla. Subirla a la tribuna del Congreso es cruzar una línea intolerable”.
Abierta la veda, la derecha se ha sentido legitimada para cargar con un machismo y una violencia verbal insólita en las Cámaras y las instituciones. De la concejal de Ciudadanos, Carmen Herralte: “Está donde está por haber sido fecundada por un macho alfa”) a Carla Toscano, diputada de VOX: "Su mérito es haber estudiado en profundidad a Iglesias". Los dos minutos de aplauso con el apoyo de gran parte del hemiciclo en pie. Y el contraste del PP sentado junto a VOX. La derecha, que tanto ha denunciado estos días la desprotección de las mujeres, se ha destapado con los insultos machistas a una de ellas por su condición de mujer, de feminista y de madre. Un ataque vicario por ser pareja de quien es.
Y esta va a ser la tónica. Las leyes de Igualdad, la derogación de la sedición, los pactos con Bildu o ERC. El casi todo vale. El contexto no va a ser fácil. El ciclo está condicionado por las dos citas electorales y a partir de enero cada partido responderá a sus intereses electorales y programáticos. Incluso en este ambiente, el Gobierno no puede llegar a las elecciones arrastrado por la tónica del enfrentamiento Sánchez-Feijóo. Uno es gobierno, otro es oposición. El aliento legislativo y de acción política en un año con peores expectativas económicas, una derecha en campaña y una coalición tensionada internamente será clave. Las leyes del Ejecutivo están en la diana. Los ataques a Irene Montero han unido a la coalición. Y necesitarán muchos más puntos de encuentro y salvaguardar los espacios de gobierno de cara a las elecciones generales.
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