Joaquín Machado, un hermano Luis García Montero
La campaña acaba con nervios: el futuro no está escrito
Por lo menos ha habido campaña. Esa es una de las conclusiones que este viernes sacamos en La caravana, el espacio de análisis que compartimos con cuatro gallegos para tomarle el pulso a la foto finish de unas semanas intensas.
En juego estaba, quién nos lo iba a decir, algo así. No daba crédito a medida que iban pasando los días, pero ha ocurrido. infoLibre ha brindado más visibilidad a la campaña electoral en forma de aperturas de periódico que algún importante medio de ámbito gallego, que fuera de la comunidad lo que tiene son corresponsales. Jamás pensaba que la Junta Electoral tendría que ordenar a los medios públicos de Galicia que aumentaran la cobertura electoral planteada, que dedicaba menos minutos a los comicios que hace cuatro años.
Para los que nos gusta la política, para los que creemos que en democracia no hay alternativa a un buen debate público, plural, permanente e informado como condición necesaria, pero no suficiente, para progresar como sociedad, el intento de que unas elecciones pasen poco menos que desapercibidas no puede ser otra cosa que un enorme escándalo.
El objetivo debería ser siempre más participación, en general y en cada urna en particular, como síntoma de la fortaleza del sistema. Por eso son antisistema los que buscan lo contrario, los que a sabiendas pretenden adulterar el debate público por vías directas, como la mentira, o indirectas, como el control de medios de comunicación o enormes inyecciones financieras para que difundan el mensaje que conviene.
Parece que a algunos ya les va bien un sistema que funcione como siempre, con una participación más discreta que en elecciones municipales o generales. Y no es que los partidos no estuvieran haciendo campaña, empezando por el PP, que anunció nada menos que tres caravanas estrella: la de Rueda, la de Feijóo y la de Rajoy. Los intentos de movilizar a los propios han sido constantes, en público y en privado.
Este viernes trascendía que la Xunta envió, a 12 horas de que acabase la campaña, miles de SMS a sanitarios anunciándoles mejoras laborales que notarán ya en su nómina de enero, retroactivas desde el 1 de enero. No hubo tiempo de hacerlo con antelación, o a principios de enero. No se consideró que, llegados a este punto, el anuncio quizás debiera esperar al lunes.
Ha sido una campaña con muchos elementos inesperados. Y novedades cuyo impacto es difícil de analizar en algunos casos, es justo lo que no quería el PP. Veamos algunas: la crisis de los pellets (y declaraciones de conselleiros para la historia), la importante manifestación por la Sanidad que llenó Santiago (convocada desde antes de la campaña), la revelación de que el PP se planteó una amnistía durante 24 horas y estaba dispuesto a negociar indultos para una “reconciliación” con el independentismo… y hasta un debate electoral en RTVE que sorprendió con una audiencia parecida a la del único encuentro en el que aceptó participar Rueda.
Por lo menos ha habido campaña, aunque fuera llena de sorpresas para el PP: demasiados apuestan en Galicia por que Galicia pase desapercibida
Cada semana de las dos de campaña tiene un acento diferente. En la primera, el PP buscaba mantener la estrategia inicial, que incluía la españolización de los asuntos gallegos. Galicia, como “isla de estabilidad” frente al Gobierno central, condicionado por Puigdemont. Las fuentes del PP “al más alto nivel” y la pujanza del BNG motivaron un volantazo. El PP endureció su discurso, invocó a ETA (una banda terrorista que anunció su disolución hace casi 13 años), incluso a Hamás.
Buscando no despertar a los ajenos, acabó temiendo la desmovilización de los suyos, llegando a encomendarse incluso a Ayuso, que en Vigo dice que sueña con pasear “entre montes de eucaliptos” para “tener la certidumbre” de que está en su “casa, en Galicia”. Qué pena que los eucaliptos no sean sino una especie importada que plantea graves retos allá donde se extiende, cuando no problemas, frente a un bosque y especies milenarias que cualquiera con dos dedos de frente apostaría por preservar desde lo público.
También inesperado fue que, en muchos momentos, pudiera hablarse de los problemas de Galicia: desde el estado de la sanidad a la industria o la educación. Lo hicieron Pontón y Besteiro en su debate a dos (un tanto sui generis por la espantada de Rueda) y lo hicieron Sumar y Podemos, esforzándose mucho pero desde un terrible punto de partida. Y la izquierda supo no pelearse, aunque no está claro si repartirse bien los papeles para ampliar espacio y llegar a más gente. Lo que no supo es evitar la división en listas, que puede desanimar a algunos votantes y hacer que parte de los que sí voten por listas progresistas no contribuyan al cambio al no haber traducción en escaños.
Hay nervios. En el PP de Galicia, por perder la Xunta, la joya de la corona en una comunidad donde la izquierda gobierna a más ciudadanos a través de los municipios y dos de las diputaciones. En Génova, porque si Feijóo amanece el lunes sin la Xunta, se afilarán los cuchillos. Y en la izquierda, porque Pontón lleva mucho tiempo preparándose para un escenario así, el socialismo se agitará si no llega a la Xunta y empeora su resultado electoral y Yolanda Díaz acusará el revés si su espacio se queda, otra vez, fuera del Parlamento de la rúa do Hórreo.
El domingo tendremos que prestar mucha atención a varios elementos: a Democracia Ourensana, uno de los partidos más ninguneados, de estrategia abiertamente populista, que podría obtener un escaño y convertirse en una muleta inesperada del PP. A esa barrera del 5% que puede dejar a algunos partidos fuera del hemiciclo. ¿Por qué para las gallegas es el 5% y para las generales el 3%? Hay que prestar atención al voto urbano y al exterior, no vaya a ser que este último (pueden votar hasta los nietos de emigrados y ya no a través del voto rogado, como hasta ahora) decida el Gobierno de Galicia a final de mes.
Pero eso son elementos para el análisis. Antes toca reflexionar y decidir entre cambio y continuidad. En infoLibre hemos intentado aportar información, análisis y muchos datos. También la convicción de que la libertad empieza por estar informado y, luego, no ser teledirigido a la urna por más preguntas que por una. ¿Quién representa mejor sus esperanzas?
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[Aquí puede leer los análisis diarios de Daniel Basteiro durante toda la campaña gallega]
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