Dejar X para quedarse en Twitter Cristina García Casado
Datos que matan relatos
Me asomo a dos fuentes de información que considero de confianza para confirmar un par de asuntos: dónde estamos en el camino a la sostenibilidad y qué piensa la gente del asunto. Se trata del archiconocido Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del, para muchos desconocido, Centro de Transformación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, fundado por Jeffrey Sachs, economista y catedrático estadounidense dedicado al desarrollo sostenible.
La Agenda 2030, que a título personal considero mi versión laica y extendida de los mandamientos, se articula en 17 grandes propósitos (los ODS) y 169 hitos tangibles que 192 países con sus gobiernos, sus empresas y sus oenegés se comprometieron a cumplir en un plazo de quince años y, en todo caso, a tenerlos muy presentes en las tomas de decisión, en el diseño de políticas e iniciativas, en la asignación de presupuestos y en la rendición de cuentas. La Agenda 2030, a diferencia del Acuerdo de París —ambos adoptados en 2015— no es un Tratado internacional, o sea, no es jurídicamente vinculante. Es una declaración de intenciones muy loable, y una to do list de asuntos importantes. Los más importantes.
En 2019, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación adoptó el “Plan de Acción para la Implementación de la Agenda 2030. Hacia una Estrategia Española de Desarrollo Sostenible”, que entre muchos otros recogía el compromiso de que “en 2020, el 100% de la ciudadanía española conocerá la Agenda 2030 y estará sensibilizada sobre el alcance de las transformaciones que conlleva.” Ese mismo año, el CIS nos sondeó en enero si conocíamos o habíamos oído hablar de ella. Por aquel entonces, sólo uno de cada diez reconoció conocerla. En septiembre de 2020, el conocimiento declarado se triplicó, quedando muy lejos de la meta. No ha vuelto a preguntar, pero vino a demostrar que a pesar de la sobreexposición del rosco multicolor de los ODS en algunos ámbitos —los que para mí son cotidianos— esta no fue suficiente o no se hizo bien.
¿Y cómo estamos en España respecto al “sometimiento a la Agenda”? Pues, superado el ecuador de ese plazo de 15 años que nos dimos, bastante regular, tirando a mal, en cuanto a los resultados alcanzados y a la tendencia y ritmo necesarios para alcanzarlos. En 2023, de los 17 objetivos, España ha conseguido un total de cero, está cerca de alcanzar ocho, algo más lejos de conseguir tres y muy lejos aún de seis, entre ellos el número 13 de Acción por el Clima. Más detalles y respuestas en el repositorio de datos de confianza mencionado al inicio, que es bastante adictivo por completo e intuitivo.
Sólo uno de cada seis declaraba haberse rendido y dado la batalla por perdida. Y digo afortunadamente porque creo que la resignación es más irreversible y resistente que la indiferencia, e incluso que la oposición
El Barómetro del CIS ha ido precisando preguntas sobre sostenibilidad y con cierta recurrencia sondea sobre el ODS 13 de Acción por el Clima. Qué pensamos del cambio climático; si nos creemos su existencia; si nos preocupa mucho, poco o nada; si pensamos que nuestras acciones influyen; si estamos haciendo algo a nivel personal para combatirlo… Así, sabemos que en septiembre de 2022 el cambio climático nos preocupaba bastante o mucho a nueve de cada diez, y en marzo de 2023 lo hacía a siete de cada diez, un aumento de la despreocupación de 16 puntos porcentuales en apenas seis meses, los transcurridos entre el fin de otro verano más sofocante que el anterior y el inicio de una primavera cada año más imperceptible.
La preocupación es legítima, y la aplaudo. Más aún cuando no es una preocupación incapacitante ni generadora de resignación, algo que sería una catastrófica desdicha por su capacidad de justificar la inacción.
Y es que seis de cada diez personas sondeadas en marzo consideraban que aún estamos a tiempo de detener la situación para evitar que se agrave, y uno de cada seis se mostró suficientemente optimista como para declarar que estamos a tiempo incluso de revertirlo. De hecho, ocho de cada diez reconocían haber incorporado nuevos hábitos en su vida cotidiana (usar más el transporte público y menos el vehículo particular, reducir el consumo de plásticos, separar y reciclar residuos…) con ese propósito. Afortunadamente, además, solo uno de cada seis declaraba haberse rendido y dado la batalla por perdida. Y digo afortunadamente porque creo que la resignación es más irreversible y resistente que la indiferencia, e incluso que la oposición.
Leer estos datos me reconforta y ayuda a silenciar el estruendo que generan muchas voces mediáticas que menosprecian con impostado sarcasmo la Agenda 2030 y todo lo que ella representa y nos compromete, que no es otra cosa que cuidarnos, cuidar al prójimo y nuestro entorno.
A pocos días de la COP 28 de Dubai, es deber de muchos que los datos y no tanto los relatos sean los que sustenten las críticas y orienten los debates y las decisiones. Y es también deber de muchos facilitar la transformación de la preocupación en acción.
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Verónica López Sabater, consultora en Economía Aplicada y analista financiera.
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