Juan de la Cierva en la Alemania nazi: una contextualización (y III)

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Me gustaría echar una mano al futuro redactor del dictamen que encargará el gobierno de Murcia. Los historiadores solemos ayudarnos entre nosotros. Hacia 2012 estaba muy preocupado recopilando material para mi impugnación de otro de los mitos franquistas por excelencia relacionado con la guerra civil: la destrucción de Gernika por la aviación nazi y fascista. La editorial Comares de Granada había aceptado mi sugerencia de publicar y poner al día el seminal libro de Southworth, su principal debelador. Entre los papeles que me envió el Centro Documental sobre el Bombardeo de Gernika (CDBG) figuraba una copia de la carta que Juan de la Cierva (JdlC) escribió a Mola en septiembre de 1936. Al final no la utilicé. El CDBG tiene una copia. El original se encuentra en el Archivo General de Navarra (AGN)

Años más tarde empecé a estudiar el origen y desarrollo de la conspiración monárquica, militar y fascista que estuvo detrás de la sublevación del 18 de Julio. Fui a Pamplona a ver los archivos monárquicos y carlistas y aproveché para darme una vuelta por el AGN. Quería ver si, por casualidad, en el Fondo Félix Maiz en el que se conservaba la carta había alguna referencia a los italianos. No encontré nada que me interesara, pero sí vi el original que, naturalmente, coincidía con la copia del CDGB.

En el interín, y esto lo escribo con un pelín de mala intención de cara a quienes han asesorado al gobierno de Murcia, la carta había sido publicada nada menos que por el propio B. Félix Maiz en su superfamoso libro Mola, aquel hombre. Diario de la conspiración 1936 (1976, pp. 318-321). NO ES NUEVA. ¿Por qué no la utilicé antes? Por una simple razón. Después de darle muchas vueltas he llegado a la conclusión de que Maiz no es creíble en este punto. NO LO ES EN ABSOLUTO con sus referencias a una colusión entre Mola y Canaris (jefe del servicio secreto de inteligencia militar nazi o Abwehr) a través de un agente (6-WIM-9) que nunca identificó con nombre y apellidos, en el marco de una operación que JdlC llamó Faubourg y que se remontaba al mes de junio. Me ocuparía mucho espacio explicar las razones de mi desprecio de esta supuesta línea conspirativa, que se habría visto precedida de conversaciones previas entre el ingeniero y Mola que dató del mes de marzo (!). Salvo el mejor hacer del autor o autores del futuro dictamen, mentiras podridas.

Ahora bien, es evidente que con la ayuda de la famlia y los recursos que el gobierno Murcia ponga a su disposición, a lo mejor es posible llegar a otra conclusión (pero en este caso el resultado no sería favorable a sus intereses, sino incluso más negro del que este servidor ha descrito). No me molestaría en absoluto haberme equivocado. A mí me mosquearon dos cosas: los agentes de la Abwehr de Canaris no utilizaban claves numéricas y no encontré ninguna otra huella en el Fondo Maiz del AGN. El por qué este caballero involucró a JdlC lo ignoro. También dijo una serie de burradas (con perdón) en su primer intento de describir la conspiración. Que disfrutaba de una mente algo más que superimaginativa me parece indiscutible.

He trabajado los comienzos de la intervención nazi en la guerra civil desde hace ya muchos años. Han aparecido cosas nuevas pero nada que me haya hecho cambiar de idea respecto a que no hubo participación alemana en la conspiración. Los camelos de Maiz se los tragó enteritos uno de los estudiosos de esta última, el general José García Rodríguez (Sílex, 2013), que también reprodujo, con ciertos recortes completamente absurdos, la carta de JdlC a Mola.

Esta carta, que Maiz conservó en la más espléndida soledad a pesar de que también citó una secuela que no figura entre sus papeles, es preciso explicarla. No hay razón para ponerla en duda. Está escrita a mano. No sería difícil consultar a un grafólogo que pudiera examinar la letra del autor con otros escritos que de él pudieran conservarse (esta es una sugerencia tanto para la familia como para el gobierno de Murcia). Los datos que en ella figuran parecen correctos. El personaje Josef Veltjens, que menciona, existió (servidor exploró su trayectoria previa en un libro lejano y Morten Heiberg y Mogens Pelt la trayectoria posterior). Los arreglos que Franco había hecho con la HISMA (Hispano-Marroquí de Transportes) los reproduje (en base a una escritura debidamente adaptada por el cónsul general en Tetuán, luego lumbrera de la diplomacia franquista) en mi primer libro (1974). La apelación simultánea a los arsenales estatales nazis y a la industria privada alemana y austríaca está corroborada. Sabemos adicionalmente que JdlC estaba en contacto telefónico con Mola y, en ocasiones, con Franco.

Es más, con ambos se había enrevistado en agosto. No sabemos dónde. Pudo ser en Burgos, pero si es así resulta notable que no hubiera visto también a Cabanellas, presidente de la Junta de Defensa Nacional. Así lo dijo JdlC en el Foreign Office el 2 de septiembre, es decir, poco antes de su viaje a Berlín. Gracias al apoyo de Sir Horace Wilson, una de las eminencias grises de la política británica (puede consultarse su biografía en wikipedia en inglés), si bien no lo recibieron en la oficina del primer ministro (por eso de guardar las formas), sí lo hicieron informalmente en el majestuoso edificio de al lado. Aquí se entrevistó con Sir George Mounsey, un peso pesado (Assistant Undersecretary for Foreign Affairs, algo así como subsecretario adjunto), también gracias a la intervención de uno de los asesores del ministro del Aire en donde JdlC era sobradamente conocido.

El periodista Peter Day publicó una amplia referencia del encuentro en su obra Franco´s Friends (2011, disponible en traducción castellana. Con algunas de las afirmaciones más importantes de este autor sobre el trato dado a los conspiradores españoles en el Reino Unido estoy —y lo he puesto por escrito— en completo desacuerdo. En lo que se refiere a la entrevista tengo en mi casa desde hace años el expediente que él cita, aunque todavía no había encontrado ocasión de utilizarlo. El tema estrella de la misma fue el intento británico de percibir cuál era realmente la actitud de los insurrectos españoles para con el Gobierno de Londres.

JdlC informó que había estado en la España sublevada y hablado con Mola y Franco (a quien conocía de antes). Describió lo que le pareció más importante de su conversación y, en particular, lo que Franco le dijo. Afirmó que según este último no se había hecho ninguna concesión a las potencias fascistas, que era evidentemente lo que más interesaba a sus interlocutores, y que también era cierto en aquel momento preliminar. No dijo nada de lo que dijera Mola y no sabemos si este abrió o no la boca.

De aquí cabe desprender, tentativamente, algunas inferencias. La primera que, como he demostrado en mi último libro, Mola ya se había subordinado claramente a Franco. Lo hizo a finales de julio. La segunda, que JdlC —como buen monárquico— se había situado en la estela hollada por sus compañeros. Habría tenido ocasión de cambiar impresiones con Sainz Rodriguez. Desaparecidos Calvo Sotelo y Sanjurjo, los monárquicos habían apostado por Franco (como se vería en la segunda mitad de septiembre). La tercera es, para nosotros, la más importante hoy. Se refiere a la actitud de JdlC al mencionar la represión que había tenido lugar en la zona sublevada. La minimizó. Sí, claro, había habido alguna al ocupar (supongo que él emplearía otro término) ciertas ciudades y pueblos. Fue el resultado de la indignación que sentían los liberadores (el término es mío) ante las exacciones (asesinatos, torturas, incendios y otras salvajadas) que los revolucionarios habían cometido sin que hubiese mediado provocación alguna (sic). Y se quedó tan pancho y tan feliz.

Dada la significación que cabe atribuir a tales afirmaciones (por otra parte lógicas, dada la Sprachregelung que ya existía en la España sublevada) sería muy recomendable que en el dictamen que el gobierno de Murcia encargará pudiera reproducirse y comentarse extensamente todo el texto de la entrevista para que los lectores puedan extraer por sí mismos sus propias conclusiones. El legajo a consultar es el FO 271/20537, tal como indicó correctamente Day.

Por todo lo que antecede se me hace un poco cuesta arriba pensar que todas las anteriores referencias documentales (con preferencia a las testimoniales) puedan ser invalidadas fácilmente. Hace tiempo que he desconfiado de Bolín en todos los asuntos en que intervino y que he sometido a la contrastación con fuentes primarias, ya sea el caso del Dragon Rapide, de los resultados de su viaje a Roma, de su gestión de los corresponsales extranjeros en la España sublevada (el caso de Arthur Koestler es significativo) y, no en último término, su desvergüenza en el tratamiento dado a la destrucción de Gernika.

Sin embargo, no hay historia definitiva. Los notables recursos del gobierno murciano, los papeles de la familia, las expediciones por los archivos relevantes y last but not least la capacidad de los investigadores que se seleccionen sin duda pondrán al descubierto la corta carrera de JdlC al servicio de quienes iban a sublevarse y luego se sublevaron. A lo mejor incluso llevan a resultados que diverjan en parte de los aquí reseñados. Me extrañaría. Confieso que como historiador me alegraría. Pero solo como historiador.

El feminismo toma la antorcha de l@s indignad@s

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo

Me gustaría echar una mano al futuro redactor del dictamen que encargará el gobierno de Murcia. Los historiadores solemos ayudarnos entre nosotros. Hacia 2012 estaba muy preocupado recopilando material para mi impugnación de otro de los mitos franquistas por excelencia relacionado con la guerra civil: la destrucción de Gernika por la aviación nazi y fascista. La editorial Comares de Granada había aceptado mi sugerencia de publicar y poner al día el seminal libro de Southworth, su principal debelador. Entre los papeles que me envió el Centro Documental sobre el Bombardeo de Gernika (CDBG) figuraba una copia de la carta que Juan de la Cierva (JdlC) escribió a Mola en septiembre de 1936. Al final no la utilicé. El CDBG tiene una copia. El original se encuentra en el Archivo General de Navarra (AGN)

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