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El pacto machista de Feijóo y Weber

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Podría haber sido un “pacto de caballeros”, pero el acuerdo alcanzado va mucho más allá y no se limita a un acuerdo para alcanzar un objetivo, este solo es una parte del mismo. La otra razón de ese pacto se centra en la motivación de la que parten Alberto Núñez Feijóo y Manfred Weber para consensuar una estrategia. Y no se trata de una cuestión menor, pues los dos buscan una crítica y un cuestionamiento de una mujer, Teresa Ribera en el caso de Núñez Feijóo, y Ursula Von der Leyen en el de Manfred Weber, presidente del PP Europeo.

El componente machista de este pacto se observa en la manera de transcurrir los acontecimientos que han llevado a él, en el objeto de las críticas, en las razones utilizadas y en la instrumentalización de la situación para beneficios personales.

Núñez Feijóo ha lanzado una campaña contra Teresa Ribera centrada en su persona, no en las decisiones que ha tomado, y ha declarado que “los errores humanos se pueden perdonar, pero la indolencia manifiesta jamás” (18-11-24). No critica a la ministra por sus acciones u omisiones, estas pueden formar parte del error, sino que al llamarla “indolente” lo hace por su actitud y capacidad, e insiste en que “lleva meses cobrando de los españoles, pero sin trabajar para ellos”, insistiendo en que no son sus decisiones, sino ella.

Alguien podría pensar que todo eso forma parte de la crítica política y que, probablemente, lo diría igual de un ministro del gobierno de Pedro Sánchez, pero no lo creo. Y no creo que lo dijera de un hombre ministro porque muy cerca de él tiene al presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, del que podría decir con más propiedad y argumentos que su actuación política fue “indolente”, y no solo no lo ha hecho, sino que lo ha respaldado en sus decisiones, entre ellas el “sacrificio” de dos mujeres, la consellera de Turismo e Industria, Nuria Montes, y la de Interior, Salomé Pradas, para protegerse él. Y si todo esto fuera poco, Feijóo muestra su “flexibilidad y cooperación” con el Gobierno de España al proponer como sustituto de la candidatura de Teresa Ribera a un ministro hombre, Luis Planas.

Manfred Weber, presidente del PP Europeo, ha aprovechado la situación y la llamada de Alberto Núñez Feijóo para hacer un pacto machista con él, y saldar cuentas con Ursula Von der Leyen, quien lo desplazó para ser presidente de la Comisión Europea en 2019, a pesar de ser él el líder del PPE y de haberse postulado para el cargo casi un año antes, en septiembre de 2018.

Hoy el machismo da votos y quienes lo saben lo van a explotar

Podría parecer también una disputa interna del partido, como tantas otras, pero la trayectoria indica que no solo es eso. Es lo que demuestra su actitud cuando no la respaldó ni cuestionó suficientemente a la diplomacia turca en la visita institucional de la UE a Turquía (abril 2021), y el presidente turco, Tayyip Erdogan, le hizo el desplante de sentarla lejos de los dos sillones que había preparado para él y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Algo que no hizo cuando se reunió en 2015 con el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, y del Consejo de Europa, Donald Tusk, que los sentó a cada lado de su sillón para que las fotos mostraran a los tres dirigentes juntos. Del mismo que tampoco dijo nada cuando en la cumbre Unión Europea-África (febrero de 2022), el ministro de Exteriores de Uganda, Jeje Odongo, ignoró a Ursula Von der Leyen, máxima representante de la UE, pasó por delante de ella sin saludarla y se fue directamente a estrechar la mano de los dos hombres presentes, Charles Michel y Emmanuel Macron. Su silencio entonces mostró la actitud machista, como lo hacen ahora sus palabras de apoyo a la estrategia de Núñez Feijóo, y el cuestionamiento consecuente de dos mujeres con responsabilidades políticas para beneficio personal de ambos, y de paso masculino de todos.

El machismo se construye sobre el cuestionamiento de la capacidad de las mujeres, por eso siempre que tiene la oportunidad actúa de forma más directa contra aquellas que además demuestran que pueden ocupar los mismos espacios que los hombres, y que podían haberlo hecho siempre si las circunstancias y las oportunidades creadas por las referencias masculinas no lo hubieran impedido.

El ataque y cuestionamiento dirigido contra las mujeres que vemos en Trump con mil ejemplos, en Putin al regular para castigar a las que digan públicamente que no quieren ser madres, en Feijóo y Weber presentando como incapaces a Teresa Ribera y Ursula Von der Leyen para obtener rédito político personal, es parte de la nueva estrategia androcéntrica y conservadora. Hoy el machismo da votos y quienes lo saben lo van a explotar.

Desde las posiciones progresistas también deberían saberlo para actuar frente a estas derivas de su “guerra cultural” y su refundación.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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