El riesgo, los hombres y las mujeres

¿Se imaginan qué ocurriría si casi 100.000 hombres estuvieran con algún tipo de seguimiento policial como consecuencia de la violencia ejercida por sus mujeres ante la posibilidad de que sufrieran una nueva agresión? ¿Cómo se respondería si, además, entre todos esos hombres 13.000 tuvieran un riesgo entre moderado y extremo que pudiera llevar a su asesinato en cualquier momento? ¿Qué sucedería en la sociedad si junto a ese diagnóstico sobre el riesgo teórico de nuevas agresiones la realidad constatara que 60 hombres son asesinados por sus mujeres cada año, uno tras otro? ¿Qué se diría de la respuesta institucional si se comprobara que hay factores estacionales que aumentan el riesgo de homicidios en determinadas épocas del año, sin que se adopte ninguna medida para contrarrestar esa situación? ¿Qué se pensaría si sobre todo ello se comprobara que existen estudios que indican que cuando se produce uno de estos homicidios quienes están pensando en cometer otro se refuerzan en la conducta homicida previa, y aumenta la probabilidad de que se cometa un nuevo homicidio y tampoco se hiciera nada en ese sentido?

¿Qué reacciones se producirían ante esta violencia ejercida por las mujeres sobre los hombres con quienes mantienen o han mantenido una relación de pareja, si desde el Parlamento, gobiernos autonómicos y municipales hubiera partidos que negaran esa violencia y otros los acompañaran con sus pactos y su silencio? ¿Qué se diría del líder de la oposición si definiera uno de estos casos de violencia como un “divorcio difícil”? ¿Cómo se actuaría sobre quienes para desviar la atención de la realidad de esa violencia hablaran de “denuncias falsas”, de que el problema son las “mujeres extranjeras” que vienen a nuestro país y ejercen la violencia contra los hombres, o que “violencia es violencia” y que también hay hombres que maltratan? ¿Qué dirían sobre las custodias, régimen de visitas y patria potestad si cada año estas mujeres además de ejercer la violencia sobre los padres asesinaran de media a 5 hijos e hijas en ese contexto?

La responsabilidad también es nuestra como sociedad, porque quienes callamos y generamos esa pasividad, distancia y silencio ante la violencia que sufren las mujeres somos cada una de las personas que formamos esa sociedad

¿Creen que la respuesta a todas estas preguntas sobre una teórica violencia en la que las mujeres fueran las agresoras y los hombres las víctimas sería la misma que la actual, cuando son las mujeres las víctimas y los hombres los agresores?

No lo sería. Si la cultura ya tiene catalogadas a las mujeres de manera preventiva como “malas y perversas”, imagínense lo que haría si además fueran las protagonistas de la violencia contra sus parejas y familiares. 

El hecho de que convivamos con la violencia de género sin percepción de amenaza para toda la sociedad, cuando hay casi 100.000 mujeres con seguimiento policial en VIOGEN, y son las mujeres en una relación de pareja actual o pasada el grupo de población donde se produce el mayor número de homicidios cada año, refleja de manera gráfica que es la propia sociedad quien actúa como cómplice de los agresores, de lo contrario sería imposible que continuaran con una violencia tan grave y explícita.

La responsabilidad también es nuestra como sociedad, porque quienes callamos y generamos esa pasividad, distancia y silencio ante la violencia que sufren las mujeres somos cada una de las personas que formamos esa sociedad. El Gobierno y las instituciones deben contribuir al cambio social a favor de la igualdad y promover medidas al tiempo de remover obstáculos, pero todo el mundo debe tener la conciencia clara de que no habrá cambio social sin transformación cultural, ni transformación cultural sin posicionamiento individual a favor de la Igualdad.

Quienes están en riesgo bajo la desigualdad y la violencia de género son las mujeres y la democracia, y, por tanto, también la sociedad. Que no nos engañen.

Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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