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El vector fascista en la conspiración contra la República (7/20): La vesania anticomunista
La referencia al profesor Alejandro Nieto en la entrega anterior me lleva a dar una minilección, sin acritud alguna, a aquellos historiadores, comentaristas y chapuceros que han disminuido, quizá por conveniencias políticas, ideológicas o crematísticas, la importancia del oleaje anticomunista que anegó los cuarteles y residencias de oficiales de la época. Es más, a medida que la conspiración monárquica, militar y fascista iba haciendo progresos (a los que aludiremos en entregas posteriores) el furor belicista fue escalando peldaños hasta convertirse en algo absolutamente grotesco.
Con fecha posible de 22 de marzo de 1936 (escrita a lápiz en el margen superior derecho) se difundió una octavilla que, sabiamente, mezcló patriotismo, repudio de las “sectas” y anticomunismo
¡¡¡ALERTA MILITARES!!!
La Patria está en grave peligro y salvarla es menester.
Como la Patria se hunde por momentos, vuestras vidas, vuestras carreras, vuestro presente y porvenir, el de vuestros padres, hermanos, parientes y paisanos corre un inminente riesgo de perderse.
Los políticos no pueden gobernar, ¡solo el Ejército puede salvar a España, encauzarla y dirigirla a sus destinos!
Una nación extranjera intenta dominarnos, las sectas internacionales nos gobiernan, y con nuestros hermanos subvencionados por dinero extranjero o afiliados a sociedades extranjeras se intenta el crimen de empobrecer y esclavizar a España.
El Ejército rojo funciona impunemente, armado y protegido por los dirigentes del Gobierno para incendiar, matar, destruir y aniquilar el patrimonio de la Patria.
Diariamente sucumben por millones los bienes que forman la riqueza nacional; diariamente cientos de españoles que mueren, o que quedan en la indigencia, o que huyen al extranjero por la guerra que les hacen en la impunidad las hordas del ejército rojo, que no satisfechas insultan y abofetean a los Jefes del heroico Ejército español, pretenden la destitución de todos los Jefes de la Guardia Civil, de Asalto y del Ejército que intervinieron en la represión de Asturias y, piden, aun más, apoderarse del Poder.
Si eso consiente el Ejército leal está perdido y millones de españoles morirán martirizados y por hambre.
No cabe ya más pasividad, más afrenta, ni más servilismo, la misión del Ejército es defender la Patria, lo mismo de enemigos interiores que exteriores; llegó la hora de sacudir la melena los Leones de Castilla, y empezar a defender a España con las armas en la mano, pidiendo la declaración del estado de guerra, para salvarla y salvarse al grito de ¡Viva España libre!
¡Abajo la tiranía roja!
¡Viva el Ejército español!
¡Viva la Guardia Civil!
¡Vivan los Guardias de Asalto!
Obsérvese que nada en tales disparates daba cuartel al nuevo Gobierno. Había tomado posesión, en medio de un intento de golpe de Estado, desfigurado a conciencia por los historiadores de derechas, un mes antes.
Mientras la República fue evolucionando y desarrollándose, con altos y bajos, pero en una línea más o menos coherente (...), en su subsuelo fue germinando un antirrepublicanismo cuidadosamente cultivado de cara a los uniformados
Esta proclama preludió dos de las más importantes y significativas de entre las que se encuentran en el AGMAV. Anunciaron, nada menos, los puntos en donde podía estallar la sublevación y solo fallaron en Valencia. Los indicamos en negritas.
A LOS OFICIALES DE LA CAPITAL DE ESPAÑA
Con sonrojo, con vergüenza, con indignación y asco contemplamos los que como vosotros vestimos y lucimos el brillante emblema de la Infantería de los Tercios de Flandes; los que recibimos con orgullo las bombas gloriosas de la española Artillería; los que llevamos en el pecho el Alma de Santiago, heroicos caballeros de Clavijo; los diestros y arriesgados aviadores; los del plateado castillo de los Artilleros (sic) españoles… ¡todos en fin! … los que vestimos el honroso uniforme y ofrendamos la vida para salvar a España si es preciso y hacernos dignos de la Gloria milenaria que en nosotros depositara
[Se enunciaron afrentas a militares innominados en incidentes que no me ha sido posible identificar]
Todas las guarniciones de España y de África os piden que os echéis a la calle para barrer cuanta inmundicia pasea por ella sus ambiciones.
Las guarniciones de España y las muy aguerridas de África os secundarán sin duda alguna si sois dignos con vuestra gesta de esta hora horriblemente trágica e históricamente grande. ¡Qué puede importarnos morir, si hemos de seguir viviendo esta vida de cobardes!
Por España y siempre por España, difundid esta hoja. Meditad y usad las armas que España, la adorada Patria amenazada, os dio para que fueseis guardadores de su grandeza.
OS LO PIDEN EN SU NOMBRE VUESTROS COMPAÑEROS.
Palabras estúpidas que, sin duda, exigieron mayor precisión. Héla aquí:
GENERALES, JEFES Y OFICIALES
El Ejército espera de sus prestigiosos militares la salvación de su honor y de la Patria que nos están hundiendo.
Baleares tiene la clave de un triunfo militar rotundo, por su importancia en el conflicto europeo. ¿Qué harían los revolucionarios si la guarnición de Baleares con su prestigiosísimo General se sublevara?
¿Qué harían si se sublevasen también las Canarias, con el glorioso Franco a la cabeza?
¿Qué ocurriría si el Tercio se sublevara para no ser juzgado por sus verdugos, por su heroísmo en Asturias?
¿No comprendéis que ese triángulo estratégico puede y debe ahogar a los triángulos masónicos, causa de todas las desventuras de nuestra Patria?
¿No habéis meditado que tenemos cerca de Diez Mil Caballeros Oficiales retirados en pleno vigor físico y con añoranzas de mandos y glorias militares que pudieran encuadrar a las masas cobardes, llamadas de orden, que las elecciones cifran en más de cinco millones, sin contar los cuatro millones de abstenidos, masa vacilante, que en el triunfo se nos agregaría?
¿No habéis valorado el espíritu de esas masas que vibran electrizadas al grito de VIVA ESPAÑA y que vierten pródigas su sangre diariamente en esta hora aciaga, dándonos un ejemplo digno de imitar?
¿No habéis pensado que las alas de nuestros aviones pueden obscurecer los resplandores rojos de la ola soviética, salvando a España desde el cielo, de la hecatombe que nos amenaza?
¿No os indigna que los Oficiales que escribieron la gesta de Alhucemas y vencieron en Asturias sean asesinados como pobres e indefensas Hermanas de la Caridad?
¿No os aterra que la Bandera que se paseó gloriosa por toda Europa y la raza que descubrió un mundo sean destrozadas por el espíritu soviético de masas envenenadas a las que tan solo un par de ametralladoras harían sin duda alguna volver a la realidad?
¿A qué aguardamos? ¿Qué esperan las guarniciones de toda España para volver por el prestigio militar perdido, demostrar a Europa que no somos tan cobardes como con justicia lamentable nos motejan ya los periódicos extranjeros?
¿Es que vamos a dar la razón al ministro Mendizábal que nos llamó cocineras?
¿Es que no nos hemos de doler de que arrastren en Madrid a un jefe militar en servicio?
Es necio esperar. Antes o después esto habrá de resolverse por el Ejército y en la calle: cada día que pase se crecen y se arman más las milicias rojas, baldón de España. Lo que ha de ser un u otro… ¿Por qué no hoy mejor que mañana?
Esperamos que la capital de España inicie el movimiento; pero, si no, ¿por qué no Baleares? ¿Por qué no Marruecos? ¿Por qué no Valencia, Zaragoza o La Coruña?
Queremos que difundáis esta hoja sacando copias, remitiéndoselas a las diferentes guarniciones y teniendo gran cuidado de los traidores, masones y vividores del Ejército, a los que desde que empiece el movimiento hay que anular con decisión.
Formemos una cadena sagrada, en la que cada Oficial sea un escalón de la Gloria de ESPAÑA.
Las entregas anteriores y la presente habrán mostrado, quizá, lo ilusorio que es hacer caso a los historiadores militares y civiles franquistas o profranquistas. Mientras la República fue evolucionando y desarrollándose, con altos y bajos, pero en una línea más o menos coherente con los bamboleos políticos e ideológicos de la época entre derechas e izquierdas, en su subsuelo fue germinando un antirrepublicanismo cuidadosamente cultivado de cara a los uniformados.
No fue por casualidad. Respondió a un objetivo preciso. Siempre ocultado. Siempre presentado como una consecuencia del resultado —fatídico— de las elecciones de febrero de 1936. También se han desfigurado la lógica y la dinámica de una conspiración que, en realidad, empezó a gestarse incluso antes de que se proclamara la República.
El profesor Angel Bahamonde, en un simposio sobre la Segunda República, celebrado en la Universidad Carlos III el pasado mes de abril, sorprendió al auditorio, y a un servidor, exponiendo las “verdades eternas” proclamadas, en 2014, en los respetados Cuadernos de Pensamiento Naval (nº 16, pp. 5-6). Fueron las risibles afirmaciones de un capitán de navío (RR). Para explicar —mal y con errores— las operaciones navales en la guerra civil, acudió al supuesto programa de Lenin que veía en España el “próximo objetivo del bolchevismo”. Lo elevó a alturas oníricas al señalar que en las elecciones de 1933 “los partidos de derechas obtuvieron abrumadora mayoría, pero a la hora de acceder al poder las izquierdas se rebelaron, culminando la revuelta con el levantamiento de Asturias, que mostró la verdadera cara de los propósitos antidemocráticos y aunque se logró dominar dejó tras de sí una estela de odio que el gobierno no fue capaz de controlar”. Sin comentarios. El señor capitán de navío debería haberse puesto un pelín al día. Libros al efecto no escaseaban ya por entonces.
(Continuará. Ver aquí capítulo anterior)
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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo. Su última obra publicada es 'Oro, guerra, diplomacia. La República española en los tiempos de Stalin', Crítica, Barcelona, 2023.
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