La bofetada y la palabra
En la entrega de los premios Óscar de 2022, que tuvo lugar en el Dolby Theatre de Los Ángeles, California, al presentador de la gala, Chris Rock, no se le ocurrió nada mejor, para hacerse el gracioso, que aludir a la alopecia de Jada Pinkett Smith. El esposo de Jada, Willy Smith, no pudo refrenar su rabia y, subiendo al escenario, le propinó a Rock una bofetada.
La semana pasada, dos niñas de 12 años intentaron suicidarse en Sallent, (Barcelona); una de ellas lo consiguió y la otra está muy grave. Al parecer, según algunos alumnos del instituto, sufrían acoso escolar. Han sido varios los y las adolescentes que se han quitado la vida por este motivo. En España el primero de ellos fue Jokin Ceberio Laboa, de 15 años, que se tiró al vacío desde la muralla de Fuenterrabía (Guipúzcoa) en 2004. Este suceso provocó gran alarma social en lo que se refiere al acoso escolar en España; fue un punto de inflexión y el problema salió a la luz.
En el caso de Jada Pinkett Smith hay que condenar vivamente la actitud de Willy Smith. Aquello fue violencia física y estoy de acuerdo en que no se puede tolerar.
Sin embargo, no podemos decir que Chris Rock fuera inocente. Este hombre, que casi sale a hombros de la gala, utilizó la calvicie de Jada, una enfermedad tabú en las mujeres que ella quiso visualizar rapándose la cabeza, para hacer un chiste nada menos que en la gala de los Óscar, ante más de medio mundo. No cabe duda de que llevaba preparada su actuación, lo que agrava el hecho. Y más todavía cuando se dijo que Chris y Jada habían mantenido una relación amorosa en el rodaje de la saga de animación Madagascar, porque entonces sus palabras podrían derivar en una especie de venganza del presentador.
Me parece injusto que no se oyeran voces ni juicios de valor ni opiniones que condenaran la Violencia Verbal de Chris Rock, quien, a partir de la gala de los Óscar de 2022, obtuvo más éxitos, se hizo más famoso y le llovieron los contratos
¿Acaso las palabras no hieren? ¿Se puede obviar el poder de las palabras?
En los casos de acoso escolar las agresiones son fundamentalmente verbales: descalificaciones, humillaciones, desprecios, insultos, burlas, risas. Estas actitudes, crueles y secretas, pasan desapercibidas para el profesorado, en la mayor parte de los casos porque no se advierte violencia física ni rasguños ni moratones. A simple vista no hay indicios de que esté pasando algo grave. El fenómeno del acoso suele ser grupal, al mando algún cabecilla, chico o chica. Se trata de un comportamiento violento en el que se produce un desequilibrio de poder entre el agresor (que forma parte de un grupo) y la víctima acosada, que suele estar sola. En general unos agreden y otros observan; pero chivarse es muy grave y puede pasar bastante tiempo hasta que se descubre el problema. En la adolescencia es muy importante la pertenencia al grupo y, si no se es aceptado, el dolor es infinito.
Pues bien, el acoso escolar es Violencia Verbal que pone en evidencia el Poder de las Palabras y que, en varios casos, como sabemos, induce al suicidio.
Por eso me parece injusto que no se oyeran voces ni juicios de valor ni opiniones que condenaran la Violencia Verbal de Chris Rock, quien, a partir de la gala de los Óscar de 2022, obtuvo más éxitos, se hizo más famoso y le llovieron los contratos.
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Nieves Sevilla Nohales es maestra y escritora.