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"El Sahara Occidental es el último acto colonialista en la última colonia de África". (Mohamed Ali Ali Salem).
La situación actual del Sahara Occidental se debe a una cadena de errores cometidos por la potencia colonial, España, y por la ineficacia de las Naciones Unidas, que a la hora de realizar sus funciones les ha faltado operatividad para implementar las Resoluciones sobre la organización de un referéndum para el pueblo saharaui. De estos errores se ha aprovechado Marruecos, invadiendo los territorios del Sahara con actos de piratería para apropiarse de sus recursos naturales, alimentando así el sueño y la injusticia de su proyecto ambicioso Gran Marruecos, de 1967. Con la alevosía de su plan ha olvidado que el pueblo saharaui es pequeño y solo quiere vivir en su tierra en libertad, como ha señalado Ali Salem, representante del movimiento pro independencia.
El secretario general de las Naciones Unidas propuso el año 2000 un plan para repartir el Sahara entre Marruecos y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), creada en 1976. El Frente Polisario (FP), nacido en 1973, aceptó el plan y Marruecos lo rechazó. En 2003, el enviado personal del secretario general, James Baker, propuso otro plan con la Resolución 1495 y Marruecos lo rechazó. Se necesitó esperar hasta el año 2007 para que el rey de Marruecos, Mohamed VI, presentara su propuesta en la que concedía al Sahara Occidental una amplia autonomía bajo la soberanía de Marruecos. En su plan el rey se opuso tajantemente a la celebración de un referéndum sobre la independencia del territorio, como habían ordenado las Naciones Unidas. El contenido de su propuesta sirve para clarificar el punto muerto, el impasse actual de las conversaciones, después de las declaraciones del rey: “No cederemos ni un centímetro de nuestro amado país y nuestro desierto [y] no abandonaremos ni un solo grano de arena”. Era de suponer que el FP rechazara de plano esta solución hegemónica, en la que Marruecos pide la supremacía y el dominio absoluto del Sahara Occidental. El conflicto sigue atascado. Se desatascará “cuando los saharauis [decidan] mediante un referéndum bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas sobre su independencia”, como ha subrayado Ali Salem.
En 1958, España colonizó este territorio al unir Rio de Oro y Saguia el Hamra. Fue una anexión en toda regla, creándose así el Sahara español. El Movimiento para la Liberación del Sahara (predecesor del FP) quiso llegar a un acuerdo pacífico con las autoridades coloniales españolas, pero no fue posible. Debido a este error, surgió el FP y así nació la lucha armada contra España como consecuencia de la represión que ejercía sobre el pueblo saharaui. Su lucha era justa porque el 14 de diciembre de 1960, la Resolución 1514 había proclamado la necesidad de “poner fin rápido e incondicional al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”, declarando también que “todos los pueblos tienen el derecho a la libre determinación”. Y con la Resolución 2711 del 14 de diciembre de 1970 la Asamblea General de la ONU reafirmó “el derecho inalienable del pueblo saharaui a la libre determinación”.
El gobierno franquista de España propuso un referéndum de autodeterminación para el Sahara en 1974 debido a la presión internacional y a la situación insostenible del territorio. Pero el rey de Marruecos, Hassan II, padre del rey actual, se anticipó –con la ayuda inestimable de Estados Unidos y Francia– con una Marcha Verde que en realidad fue una invasión “pacífica” del territorio saharaui. Y ante el avance marroquí, el glorioso Ejército español abandonó a los saharauis en lo que fue otro gran error y uno de los mayores desaciertos vergonzosos que tiene en su haber. Para Augusto Pansard, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Málaga, “España abandonó con su espantada [al pueblo saharaui] tras la Marcha Verde en 1976”.
Sabemos que los servicios de Inteligencia del Ejército español informaron a Franco el 6 de octubre de 1975 acerca de los planes que EEUU tenía sobre el Sahara y le pidieron que actuara, pero Franco estaba agonizando. Juan Carlos I, en funciones, como heredero del dictador Franco y futuro rey de España, visitó el Sahara español y prometió ayuda a los saharauis. Pero consciente del riesgo de una guerra entre España y Marruecos, decidió pedir ayuda al secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, para que intercediera ante Hassan II como mediador. Pronto se firmó un pacto secreto, ¿por qué secreto? Juan Carlos I entregó el Sahara español a Marruecos a cambio de un apoyo político de EEUU a la Monarquía española. Este fue un pacto con el diablo, pero Juan Carlos I aseguró su reinado y a España la convirtió en un vasallo de EEUU para siempre. Este fue otro error vergonzoso con un mediador mefistofélico y diabólico. Un demonio llamado Kissinger, responsable del golpe de Estado en Chile para instaurar un régimen neoliberal y poner en práctica las teorías de la Escuela de Chicago, dándole el mando al dictador criminal Augusto Pinochet. Cuando Kissinger fue invitado para celebrar el 45º aniversario del Premio Nobel de la Paz que recibió, durante su discurso en la Universidad en Nueva York, los manifestantes lo acusaron de “criminal de guerra”, gritando: “Es tan despreciable como los nazis” y “Púdrete en el infierno”.
El 14 de noviembre de 1975 se firmó en Madrid un Acuerdo Tripartito entre España, Marruecos y Mauritania, pero el 26 de febrero de 1976 España abandonó el territorio. Este Acuerdo de Madrid lo rechazaron Argelia y el FP, que le obligó a organizarse en guerrillas para luchar por su independencia en 1976 y proclamar la RASD para liberar su territorio, invadido por Marruecos, que se quedó con el norte, y Mauritania con el sur. En 1979, Mauritania renunció a sus pretensiones territoriales, después de haber sido derrotada. EEUU apoyó la ocupación y Marruecos, sintiéndose envalentonado, bombardeó a la población saharaui con napalm y fósforo blanco. El Sahara quedó dividido en dos zonas por un muro de más de 2000 km de arena, piedras y minas, con la zona invadida por Marruecos, tres cuartas partes y los territorios liberados, con una cuarta parte, denominada Zona libre, controlada por el FP. Esta guerra criminal marroquí obligó a muchos saharauis a abandonar su territorio, exiliándose desde 1976 en el desierto en campos improvisados, en condiciones extremas, sin servicios básicos en jaimas y casas de adobe, como es el caso del campo de refugiados de Tinduf, en Argelia.
Estos crímenes se podían haber evitado, porque, según el asesor jurídico de Naciones Unidas, “los acuerdos de Madrid no hicieron a Marruecos ni a Mauritania potencias administradoras del territorio”. El informe jurídico S/2002/161 se envió al presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 29 de enero de 2002, aclarando que “el Acuerdo de Madrid no otorgó la soberanía sobre el territorio a ninguno de los signatarios la condición de potencia administrativa, condición que España, por sí sola, no podía haber transferido unilateralmente”. Estos acuerdos, según el Derecho Internacional, no son válidos. Las Naciones Unidas recordaron a España en 2002 que legalmente “es aún considerada como la potencia administradora, pese a que renunció totalmente a sus derechos y obligaciones en febrero de 1976”. Como ha escrito Carolina Jiménez, profesora de Derecho Internacional, “España firmó un acuerdo ilegal en 1975. Tenía una serie de obligaciones como metrópolis que no cumplió”.
Un amigo mío pintor y escultor, Xavier De Torres, catalán, que fue a los campos de refugiados saharauis de Tinduf y a otros poblados similares, en una carta me dijo: “Lo que de verdad quiero explicarte es la sensación de olvido que veo aquí. Me siento próximo a ellos porque este viaje me ha hecho revivir las sensaciones que tuve en los años 80 cuando fui al desierto de Tabernas y otros pueblos de Almería. Veo el extrañamiento de una gente buena que ha sido expulsada de su territorio, que funciona a una velocidad distinta. Este desierto, con su viento de agujas de arena que pinchan en la piel, sopla en los descampados y te hace perder el equilibrio, con un frío nocturno helador y un sol abrasador durante el día. Es triste vivir así rodeado de carencias, sin un árbol, en una estrecha franja que limita con kilómetros y kilómetros cuadrados de arena cambiante, donde incluso puedes morir si te alejas, sabiendo que allá fuera existen otras formas de vida más humanas. Aquí, los saharauis que consiguen formarse en el extranjero van a Cuba y estudian medicina principalmente. Muchos saharauis consiguieron sus papeles gracias al DNI español antiguo de sus padres, que aún sigue vigente. Son muy solidarios y comparten equitativamente todos los alimentos que reciben. La dureza de sus condiciones de vida se parece a las desheredadas tierras del sur que vi en Almería. También veo que no tienen mucha esperanza de conseguir su independencia mientras haya intereses estadounidenses y franceses, y una Monarquía corrupta en Marruecos”.
Como observa Jiménez, “el rey Mohamed VI lleva desde diciembre con una subida de adrenalina desde que Donald Trump [reconoció] la soberanía [de Marruecos] sobre el territorio saharaui”. Javier Benítez opina que “Trump dio un golpe furibundo a los saharauis [el 10 de diciembre] de 2020, al reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental. Lo hizo a cambio de que Marruecos estableciera relaciones firmes con Israel. Una decisión que puede acarrear graves consecuencias geopolíticas a nivel global”. Sabemos que Israel pidió a EEUU que reconociera la soberanía de Marruecos sobre los territorios ocupados del Sahara, a cambio de normalizar las relaciones con su país. Y Trump, siguiendo la conocida posición de EEUU de no reconocer las Resoluciones de las Naciones Unidas ni el Derecho Internacional –igual que hace Israel–, cometió el gran error de reconocer una ilegalidad inaceptable. Así, pues, Trump ha pasado a la historia como el verdugo del pueblo saharaui y Marruecos se ha convertido en un vasallo y aliado de EEUU en las guerras criminales de Israel en Oriente Medio. Marruecos, respaldado por EEUU, sería capaz de empezar una carrera de armamento que podría acabar en un conflicto de consecuencias impredecibles. Y que los analistas españoles se enteren ya de una vez que el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, no cambiará nada porque no puede andar y mascar chicle al mismo tiempo.
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El embajador de la RASD en Argelia, Abd al Qadir Talib Omar, manifestó que “el reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre el territorio del Sahara Occidental contradice el Derecho Internacional”. La RASD emitió un comunicado oficial afirmando que “la decisión de Trump no cambia nada la naturaleza jurídica de la cuestión saharaui (…) El pueblo saharaui continuará su legítima lucha para completar su soberanía por todos los medios y asumiendo los sacrificios que esto requiere”. Y Ali Salem declaró con rotundidad que “la decisión de Trump es nula, ilegítima e injusta”.
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Juan José Torres Núñez es escritor y socio de infoLibre.
"El Sahara Occidental es el último acto colonialista en la última colonia de África". (Mohamed Ali Ali Salem).
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