Doñana, el Gran Cañón y la inundación de la Capilla Sixtina
Recientemente se producía el fallecimiento de Jerry Mander, activista estadounidense y publicista que, en el año 1966, junto con Howard Gossage, crearon un anuncio publicitario con el que contribuyeron a paralizar la construcción de dos gigantescas presas en el Gran Cañón del Colorado.
Entre otros argumentos, los partidarios de tales presas indicaban que, inundado el Gran Cañón, los turistas disfrutarían en sus barcas pudiendo acercarse a tocar las paredes de la gran garganta formada por el río Colorado tras millones de años de actividad geológica.
El encabezamiento del citado anuncio, publicado a página completa, rezaba de la siguiente manera: «¿Deberíamos inundar también la Capilla Sixtina para que los turistas puedan acercarse al techo?». Acompañaba a ese provocador titular una línea del tiempo geológico y argumentos en contra de una actuación que, en palabras de sus promotores, reportaría pingües beneficios económicos.
Este anuncio de Mander y Gossage para el Sierra Club fue todo un éxito y coadyuvó en gran medida, y así es reconocido, a que finalmente el gobierno renunciara a la creación de las presas y a abandonar la idea de inundar el Gran Cañón.
Viene a cuento recordar este episodio por el debate que se está produciendo actualmente sobre Doñana debido a la decisión tomada por la Junta de Andalucía, presidida por Moreno Bonilla. Una iniciativa que cuenta además con el aval del presidente del Partido Popular, Núñez Feijóo y, ¡cómo no!, de la inefable Díaz Ayuso.
Científicos, técnicos, la Unión Europea, la UNESCO y el gobierno central son unánimes al calificar de errónea y desastrosa la decisión del PP, apoyada también por VOX, de ampliar los regadíos en Doñana y legalizar aquellos que están fuera de la ley. No puede resultar por lo tanto extraño que desde las distintas instituciones se haya advertido de que se adoptarán todas las fórmulas posibles para evitar que prospere tal medida.
Al contrario que en la propuesta para el Gran Cañón, que era inundarlo totalmente de agua, en el caso de Doñana, de prosperar la propuesta del gobierno andaluz, la consecuencia sería acelerar el ritmo de desecación hasta la pérdida total del agua dulce de un ecosistema que permite la vida de más de 400 especies de aves, además de otras 150 especies entre mamíferos terrestres y marinos, reptiles, anfibios y peces. Por cierto, varias de ellas en peligro de extinción, como el lince ibérico o el águila imperial.
Y mientras en el Gran Cañón el objetivo fundamental tenía que ver con la ambición económica de sus promotores, en el caso de Doñana está claro que el objetivo no es otro que el de conseguir un puñado de votos en las distintas contiendas electorales. Un mísero botín que en ningún caso debiera servir para alentar el mal pretendido.
Mientras en el Gran Cañón el objetivo fundamental tenía que ver con la ambición económica de sus promotores, en el caso de Doñana está claro que el objetivo no es otro que el de conseguir un puñado de votos en las distintas contiendas electorales
Los informes científicos sobre el estado de Doñana son rotundos y concluyentes en cuanto al «estado crítico» del Parque Nacional. No se puede, pues, en ningún caso, hablar de desconocimiento por parte del gobierno del Partido Popular en Andalucía.
En palabras de Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC): «De nuestras decisiones depende el futuro de Doñana y su comarca, que, les recuerdo, no solo es un valor local, o regional, sino que se trata de un patrimonio universal de toda la humanidad. Ustedes han de escoger cómo quieren pasar a la historia».
Seguramente, Núñez Feijóo y Moreno Bonilla se escandalizarían y calificarían de barbaridad el proyecto de inundar la Capilla Sixtina. Lástima que con Doñana no les importe su intento de perpetrar, y a sabiendas, una barbaridad mucho mayor.
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Guillermo Meijón Couselo es portavoz adjunto y miembro de la Dirección del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de Diputados.
