Plaza Pública
Infocapitalismo en España
De acuerdo con las estadísticas oficiales se comprueba cómo, entre 2008 y la actualidad, la acelerada digitalización de nuestra economía está destruyendo mucho más empleo del generado. Lo que dificulta el alcanzar oportunidades crecientes de empleo digno para cerca de cuatro millones de españoles actualmente desempleados.
Introducción
En lo que llevamos de esta década la economía española ha tenido que metabolizar una gigantesca burbuja financiero-inmobiliaria y, al mismo tiempo, adaptar sus actividades productivas a un proceso de digitalización y financiarización sin precedentes a escala de la economía global.
Dejaremos aquí a un lado el muy particular caso del sector de la construcción, que ha perdido más de millón y medio de empleos y aún se encuentra muy por debajo de su actividad previa a la crisis, para centrarnos en el resto de actividades inmersas en dicho proceso de digitalización y financiarización.
Actividades que han permitido compensar aquel batacazo financiero-inmobiliario y situar el valor añadido, por la producción total de la economía española (PIB), por encima de los niveles previos a la crisis en términos reales. Mientras tenemos que soportar el grave problema social de haber añadido dos millones de personas más a los desempleados previos a la crisis, así como un agudo proceso de devaluación y precarización laboral.
La cuestión relevante de la que nos ocuparemos aquí es aclarar si en esta última década, de adaptación a lo que se ha dado en llamar ECONOMÍA 4.0, la recuperación de la producción está permitiendo generar más empleo en unas actividades del que está destruyendo en otras. Aunque no sea menos importante valorar, y aquí no lo analizamos, si los empleos destruidos eran de mayor calidad que los que se están generando.
Radiografía de la contabilidad nacional
Para empezar utilizaremos los datos de la Contabilidad de España del INE (disponibles en su última serie para el período 1995-2016) que informan con detalle de los empleos equivalentes a tiempo completo para cada una de las actividades de nuestra economía, además del valor añadido generado o de los salarios percibidos. Y lo haremos para el sub período 2010-2016. Es decir, para lo que llevamos de esta década y de larga salida de la crisis. Un período para el que el INE nos confirma que la economía española habría recuperado ya el nivel global previo de riqueza generada.
Una de las actividades paradigmáticas en la aplicación de la automatización y digitalización es sin duda el sector industrial o manufacturero. Sector que ocupa a más de dos millones de personas en múltiples sub actividades –desde fabricación de coches a industria química– y que según el INE entre 2010-2016 habría recuperado el nivel previo de su capacidad productiva. Pero, como visualizamos en un primer gráfico, lo habría hecho con 258.600 ocupados menos –un 13% del empleo actual–. Siendo así que nuestra industria produce hoy más, pero con mucho menos empleo que antes de la crisis.
El sector del comercio –mayorista o minorista– y de las reparaciones ocupa en España a más de dos millones de personas y está también inmerso en un proceso de adaptación a la economía 4.0 –distribución online incluida–. Entre 2010-2016 ha mejorado en diez puntos porcentuales su nivel de producción real, y lo ha hecho con 87.200 ocupados menos –de nuevo ver el primer gráfico– como resultado del creciente control de la distribución por los canales más digitalizados y automatizados.
Otras importantes actividades, que no recogemos en el gráfico, también han reducido su empleo mientras mejoran su producción: transporte, logística y almacenamiento en 80.000 personas, o actividades financieras en 43.000. Estas últimas tienen una importancia singular, porque están inmersas en un proceso de concentración oligopólico que genera tanto un riesgo sistémico creciente como una excesiva posición de dominio sobre nuestra economía. En lo que aquí más importa forman parte de las actividades destructoras de empleo neto en esta fase de infocapitalismo español.
Si agregamos las actividades que han reducido su empleo, mientras aumentan su producción, llegamos a un descenso de 469.200 empleos. Pero, ¿una tal creciente digitalización e informatización de nuestra economía no induce un mayor empleo en otras actividades como sostienen enfáticamente no pocos analistas?
En el gráfico recogemos, de acuerdo con la Contabilidad Nacional, las dos más importantes: el subsector de información y comunicaciones, junto al de actividades profesionales, científicas, técnicas y de todo tipo de asesoramientos –marketing, publicidad, ofimática, big data, etc.–. Su progresión productiva está siendo espectacular, pero en empleo eso supone añadir apenas 128.500 empleos más entre 2010-2016.
En consecuencia, el saldo neto en términos de empleo del intenso proceso de reestructuración, digitalización y robotización de nuestras actividades manufactureras, comerciales, logísticas, financieras y demás, se resume en una destrucción de 340.000 empleos en lo que llevamos de década. Un proceso que, en consecuencia, destruye tres empleos por cada uno que crea. Y, reiteramos, no nos ocupamos aquí sobre el crucial asunto si, además, el empleo destruido está siendo sustituido sobre todo por otro de peor calidad salarial y laboral.
Radiografía según la encuesta de población activa
Para las mismas actividades ya analizadas hemos recurrido a una fuente estadística alternativa, también del INE, que nos permite actualizar el diagnóstico hasta 2018 (primer trimestre). Ahora el período de análisis se amplía a una década completa (2008-2018) de este siglo XXI. Los datos básicos de ocupados asalariados –en miles de personas–, en cada una de las actividades del sector privado de nuestra economía consideradas en el anterior apartado, se presentan en un recuadro.
Fuente: elaboración propia con datos del INE-EPA
Pasamos de una destrucción neta directa de 340.000 empleos entre 2010-2016 según la Contabilidad Nacional, a una destrucción de 612.000 empleos entre 2008-2018 por el infocapitalismo español según la Encuesta de Población Activa (diferencia entre 817.000 destruidos y 204.900 creados).
Desaparecen cuatro empleos en actividades digitalizadas por cada uno generado en las que acompañan dicha digitalización. Entre estas últimas además de información y comunicaciones, o actividades profesionales, se integran también transporte y agua, saneamiento o gestión de residuos para llegar a los 204.900 empleos generados anotados en el recuadro.
Balance final
Para reducir el actual volumen de desempleo en España no parece que la actual digitalización de nuestra economía esté siendo una ayuda sino más bien un agravante. Pues desde el año 2008 dicho proceso está destruyendo mucho más empleo que el que genera mientras, simultáneamente, nuestra economía recupera niveles productivos y bate récords exportadores.
¿Existen nichos de empleo dinámicos al margen de los aquí analizados? Según la Encuesta de Población Activa en el sector público el empleo se habría mantenido prácticamente estable en los últimos diez años –algo más de tres millones cien mil asalariados–. Como consecuencia de un proceso de ajustes de plantillas, no sustitución de vacantes, no ampliación de coberturas asistenciales, digitalización, externalización y privatización. Habría que revertir por tanto dichos procesos con cargo a recursos derivados de una profunda y urgente reforma fiscal –como la que esbozó en 2017 el profesor Zubiri– acompañada de una reforma de ingresos de la seguridad social, si se quiere recuperar dicho motor de empleo decente para nuestros actuales parados.
Al margen de ello está el sector de la hostelería, vinculado en buena medida al turismo extranjero, que en los últimos diez años habría generado ciento ochenta mil empleos. Pero se trata de empleos con una galopante precarización y a los que, además, la comercialización online está poniendo en serio peligro de que tal proceso se agrave aún más.
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Y por último, la Encuesta de Población Activa nos informa del incremento de casi trescientos mil nuevos asalariados, en el sector privado, en diversos servicios sociales –geriátricos y otros–, personales o de entretenimiento entre 2008 y 2018.
Un incremento que, en buena medida, es la otra cara de la dimisión, por estrangulamiento y abducción neoliberal, de nuestros servicios públicos para ofrecer prestaciones sociales que garanticen un acceso igualitario y dignidad en su prestación. Cosas que casan mal con la obsesión tecnocrática de la economía 4.0 y que, muy al contrario, reclaman un horizonte de sociedad 5.0. apoyada en la citada reforma fiscal y de ingresos de nuestra Seguridad Social. _________________
Albino Prada es doctor en Economía y ensayista