El origen de la polarización

Sergio Hinojosa

¿Se dividirán las familias en bandos según filiación? ¿Se dejarán de hablar los amigos por su opinión política? ¿Se cerrarán las librerías por antipatrióticas? ¿Se asistirá en los servicios públicos sólo a quienes tengan carnet de patrioadicto? ¿Se atenderá sólo a la prensa patriótica? ¿Se crearán tiendas y establecimientos “de los nuestros”? Por ese camino va “¡America first!”. 

A finales del siglo pasado, Newt Gingrich, como líder republicano en la Cámara de Representantes, promovió una estrategia de “política de guerra total". Sonó como aquel otro llamado de Aznar “el que pueda hacer, que haga”. Había que echar a los demócratas como fuera. Gringrich, en su famoso “Contrato con América” (1994) fomentó un lenguaje combativo llamando a los demócratas corruptos y antipatriotas. Y anduvo toda la década animando a sus correligionarios republicanos a usar términos como " traicionar" , "anti-bandera" y "traidor" para descalificar a los demócratas. Así lo afirma la American Federation of Teachers (AFT), un sindicato de EEUU de 1,7 Mll. de profesionales que “defiende la equidad, la democracia, las oportunidades económicas y una educación, atención médica y servicios públicos de alta calidad para nuestros estudiantes, sus familias y nuestras comunidades”.

Steve Bannon, nombrado en 2017 consejero de Trump en su primer mandato. Y no le faltó tiempo para crear una organización con sede en Bruselas “The Movement”¹, en línea con el ya creado "Make America Great Again" (MAGA) que apuntaló a Trump. Una de sus consignas era, como reflejaba el artículo de Lewis: "Recuerden el 'teorema de Bannon'", dijo. "Le pones una cara razonable al populismo de derechas, te eligen". The Movement tenía como objetivo fortalecer los partidos populistas y la extrema derecha europea. La deconstrucción de la democracia había dado un paso más.

Así pues, la radicalización actual de Trump no es nueva y proviene de aquellos lodos: “Líderes republicanos como Gingrich, Sarah Palin, Rudy Giuliani, Mike Huckabee y Donald Trump dijeron a sus seguidores que el presidente Obama no amaba a Estados Unidos y que Obama y los demócratas no eran estadounidenses reales (...) Hillary Clinton recibió un trato similar: Trump y otras figuras republicanas la calificaron de criminal, y propusieron hacer del lema "¡encerradla!" (lock her up) un canto en los mítines”. Esto no sucedía al margen de la política, eran ideas propuestas por el candidato republicano a la presidencia y aplaudidas por la multitud —en vivo, en la televisión nacional— en la Convención Nacional Republicana

En 2016, El País se hacía eco de una noticia: “Un expresidente del Congreso pide deportar de EE UU a todos los musulmanes que crean en la sharia.” Ese ex presidente era el republicano Gingrich. Azuzaba a Trump para que prohibiera la entrada de musulmanes a los EEUU y, desde hacía mucho tiempo, venía animando a sus camaradas para que demonizaran a los demócratas con expresiones e improperios del tipo: “traidores” , “anti-banderas”, etc. 

Los españoles que visitaban a sus socios de derechas republicanos copiaron inmediatamente la consigna y desde entonces no han parado. Ni agua ni sal al enemigo; nada de dejar al descubierto una verdad (un ejemplo está en El hombre que sabía demasiado y no se va), nada de pactos, a menos que sean imprescindibles e irremediables para no perder votos. Tampoco políticas comprometidas con asuntos sociales; mejor mentir, privatizar y hacer propaganda descalificando al adversario.

Dar razones del tipo “ellos son malos” o “son buenos” porque “la UE se formó para jodernos” llega al consumidor que vota con el corazón

Trump ha radicalizado esta opción teniendo en cuenta los nuevos medios de malversar política. ¿Qué ha cambiado desde su último mandato? Un dato relevante: Elon Musk, por ejemplo, ―pues no está solo el hacedor― puso en órbita a comienzos de 2018 un par de satélites Tintín A y B. En primavera de 2019 lanzó un primer lote de 60 satélites (toda Europa posee ahora algo más de una veintena; MEO y GEO) y en 2020, promovida por su empresa Space-X comenzó una andanada que actualmente cubre el cielo con cerca de 7000 satélites LEO (la órbita más baja con la eficiencia oportuna para operaciones militares en tiempo real). Estos satélites están operando en Ucrania (guerra y, si cuela, tierras raras) y cubren zonas donde no llega el cable óptico, es decir zonas remotas o zonas arrasadas por la guerra. Aunque no hay constancia de que haya cobertura en República del Congo (guerra y minerales codiciados) o en Afganistán (horror y litio, cobre, cobalto y “tierras raras”), sí la hay en Myanmar. Según la emisora internacional más grande y antigua de Estados Unidos (VOANEWS), Elon Musk, saltándose la prohibición de Myanmar, cubre la zona: “Si bien el servicio satelital sigue siendo la excepción para el acceso a Internet entre los estafadores cibernéticos de la región, parece estar ganando adeptos y probablemente continuará haciéndolo, dijo Benedikt Hofmann, representante adjunto de la UNODC para el Sudeste Asiático y el Pacífico”. No hay que olvidar que Myanmar ha sido y es el centro del comercio de gemas durante siglos y sus rubíes, zafiros, jadeitas y amatistas son considerados los mejores del mundo. Como se ve el capital sabe hacia dónde dirigir sus antenas, y no precisamente hacia la clase media. 

¿Qué otra novedad presenta el mandato del emperador? La del asalto sin paliativos a las instituciones democráticas. Lo hizo físicamente al Congreso de EEUU, y ahora asalta cada día la estabilidad europea. Polariza con ultras la política e incluso parece querer polarizar el mercado, etiquetando a buenos y malos y poniendo en jaque al mercado europeo, sus previsiones de inversión, etc. De modo que no se trata de “American first”, sino de “fondos de especulación financiera, de capital de riesgo, de criptomonedas (también de alto riesgo y volatilidad) y de tecnomagnates, the first”. Con este viento de proa, ¿tendrá Europa que buscar otra vela que aguante y la proteja de la cibertormenta (ciber y real) antes de desplegar su fábrica de defensa? 

Mientras, en nuestro país, el núcleo duro del PP ―ya no hay otro― no pierde el tiempo y sigue con las viejas consignas de Gingrich. Alardea y alardea de… ni se sabe de qué. Pero si, como pretende, es un partido de Estado debe saber que ordenar a sus miembros considerar como extraños y no entrar en contacto personal con el adversario-enemigo tiene consecuencias que se dejan sentir pronto a nivel social y extienden la polarización. Pero esto lo saben y, quizá por eso, lo hacen. Por desgracia, a veces, algunos líderes de la izquierda colaboran en algo y ven en el adversario a un enemigo a vencer. 

La derecha más reaccionaria europea se crece (ejemplo local: Ayuso a capella con la ultraderecha) y deja atrás a sus fieles históricos en la tesitura de horcas claudinas o colgados de la brocha. Veamos un indicio de los muchos que hay: pese a las imperceptibles críticas a Trump de algunos miembros del PP, Javier Hurtado, miembro de la ejecutiva del PP de Madrid y responsable de Exteriores de Ayuso, no se recata en loas y “vaticina que tarde o temprano el partido se echará en los brazos del presidente estadounidense². El augurio parece acertado, aunque está por ver el beneficio que la derecha europea obtenga del nuevo emperador (¿o vendedor de un concesionario Tesla?). Su patrón Elon Musk lleva como San Cristóbal el niño en sus hombros (¿No tiene guardería?), parece una coartada y la promesa de que el imperio continuará. En este frente de aranceles y satélites, Feijo àparece como cabo raso en cadena de mando, y cuando llega el momento clave, como el que en estos días atraviesa Europa y nuestro país, repite el ritornelo de prietas las filas, “Sánchez, Sánchez, Sánchez” haciendo pasillos y arropado por su cohorte, para lanzar, a capella también, los improperios que se les antojan a sus asesores según vengan los vientos ese día.  

Dar razones del tipo “ellos son malos” o “son buenos” porque “la UE se formó para jodernos” llega al consumidor que vota con el corazón. Un ciudadano, que no sabe que lo es y apenas consume cultura, y quizá, en breve, venda su alma al mercado por mero patriotismo barato. Mientras, la derecha española sigue copiando el estilo político más cutre de Norteamérica. “¿Son de los nuestros?” será la pregunta más malévola que nos podamos hacer si la cosa va a más. 

¹ Steve Bannon: "Quiero clavar una estaca en el vampiro de Bruselas", Paul Lewis, The Guardian, 21 nov. 2018.

² El País, “Javier Hurtado, el hombre de Ayuso que coquetea con el trumpismo en Washington (y antes lo hizo con el Kremlin)” de Fernando Peinado, Madrid - 14 FEB 2025.

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Sergio Hinojosa es licenciado en Filosofía por la Universidad de Granada y profesor de instituto.

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