Tango a cuatro en dos parejas

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A pesar del empeño de muchos analistas y estrategas, el juego de la política no es un solitario, es un juego con múltiples actores.

En la partida política participan varios jugadores, algunos relevantes, otros menores, que reaccionan a lo que hacen los otros, que tienen su propia estrategia y que evalúan, constantemente, la estrategia de los oponentes y la propia para adaptarse, para obtener ventaja. Como si de un baile se tratase, el paso del oponente se compensa con un paso propio, en un flujo continuo, en un tango pegado, siempre cerca para evitar que el oponente se aleje en las encuestas demasiado.

En España, tras el fin de la Transición, de la desaparición de la UCD y el CDS, hemos vivido una etapa de “bipartidismo”, un término poco preciso desde el punto de vista de la ciencia política, pero bastante descriptivo: la política era un baile a dos, que se turnaban, ceremonial, ritualmente, en el control del Gobierno. Ambos partidos sabían que la alternativa de uno era el otro y que existía un trasvase casi automático, si no de los mismos votantes, si del voto agregado entre uno y otro bloque: cuando al PSOE le iba mal, el PP mejoraba; cuando al PP le iba mal, el PSOE subía. Cuando las cosas le iban mal al PP, una suave desmovilización de los votantes de derechas, que al desanimarse y no tener alternativa que votar se abstenían, sumada a un “reilusionamiento” de los más volátiles votantes de izquierda, hacía que el PSOE pasara al PP. Del revés, cuando el PSOE decepcionaba a sus votantes de izquierda, una cantidad bastante notable dejaba de votarle, haciendo colapsar al PSOE. La mayor parte se quedaba en casa y una pequeña parte optaba por IU, haciendo subir a este partido suavemente, pero, debido al sistema electoral, perdiéndose muchos escaños en el camino. Los votantes de derechas se reactivaban y, junto con los votantes oscilantes en el centro que pueden cambiar de elección a elección, el turno cambiaba.

Este era el modelo, con muchos matices, de la dinámica cíclica del sistema de partidos español desde 1982 hasta 2015, más de treinta años de “bipartidismo”, de un sistema de partidos en el que solo dos podían alcanzar el Gobierno, de un sistema en el que, reconociéndose entre sí como los dos actores principales, PP y PSOE se repartieron los resortes del poder institucional entre los dos partidos que se consideraban con derecho a gobernar. Ésta es la cultura política que sigue activa en la actualidad en estos dos partidos y es lo que explica que el PSOE se niegue a pactar gobierno con Podemos o incluso se atreva a culparle de no apoyarle gratuitamente: siguen pensando que los únicos que tienen derecho a gobernar, salvo el PP, son ellos. Y también muy importante, que tarde o temprano, todo volverá a la “normalidad”. Es la “doctrina Rubalcaba”, la inacción en el PSOE, convencidos de que sus votantes, tarde o temprano, volverían al redil sin necesidad de proponer o cambiar nada.

Pero, análisis miopes aparte, basta mirar sin sectarismo para ver que el sistema de partidos ha cambiado radicalmente. En estos momentos no solo podemos ver cuatro partidos nacionales activos sino que, si se mira con detenimiento, podríamos apuntar dinámicas que podrían reforzar un equilibrio entre los cuatro partidos, un baile, un tango a cuatro en dos parejas.

La primera de estas dinámicas la podemos llamar la “dinámica del ganador del Catán”. En efecto, en Colonos de Catán, cuatro jugadores compiten por colonizar una isla para lo que intercambian materiales entre sí. Sin intercambios es imposible prosperar, así que hay que avanzar, pero que no se vea mucho, porque si sacas la cabeza de manera muy clara, el resto de jugadores se alían contra ti, haciéndote la vida imposible: destacar activa alianzas, explícitas y tácitas, del resto de jugadores, para machacar o rebajar a quien va en cabeza.

Esto es lo que sucedió contra Podemos, en las segundas elecciones generales, en las que fueron el objetivo del resto de partidos y de los medios. Es también lo que ha sucedido con el Partido Popular, en el Gobierno y en cabeza, desde entonces (todos contra el PP) y es lo que ha sucedido con la moción de censura contra Ciudadanos cuando las encuestas le han colocado en cabeza y como ganadores. Y, muy posiblemente, es lo que sucederá en breve contra el PSOE: todos contra el, con buenos motivos. Así pues regla primera: “El baile es a cuatro y el que intenta bailar solo, sufre”.

La segunda nueva dinámica es la “dinámica competitiva de pareja”, que puede ser virtuosa o dañina. En el bipartidismo, la derrota de la izquierda pasaba por la victoria de la derecha y viceversa. Al no haber partidos alternativos viables dentro de los bloques, el voto que perdían PSOE o PP, se iba casi integro a la abstención y esto hacía cambiar el bloque dominante.

Ahora ya no es así: cuando el PP baja, Ciudadanos sube. Y existen votantes del PSOE que pueden optar por Podemos o viceversa, si uno de estos partidos no hacen bien las cosas. Pero si ambos se dedican a machacarse entre sí, si ambos no se ponen de acuerdo o intentan gobernar juntos, si los temas relevantes son los de la pareja oponente, ambos pierden.

Así pues, regla segunda: “El baile es en dos parejas y maltratar a tu pareja en vez de centrarse en el baile común, os hace perder a ambos”. En efecto, tener como objetivo principal machacar a tu pareja de baile, no solo no es productivo, es suicida. Si el baile que haces con tu pareja es muy agresivo e individual, ambos salís perjudicados. En cambio, como en un tango, si ambos son capaces de colaborar estrechamente y de entenderse, proyectando con claridad los asuntos que benefician a ambos, la que gana es la pareja. Y es que además, en estos momentos, no son partidos los que pueden ganar, son parejas de partidos afines ideológicamente. Como ya avisé en este medio, sin Podemos el PSOE no puede llegar al poder, ni gobernar, como me temo que veremos en breve. Sin Ciudadanos, el PP no suma mayoría. Y los nacionalistas son, como han sido siempre, los jueces del baile.

Entonces, ¿cuál podría ser la estrategia óptima en este tango a cuatro en dos parejas? En principio, la estrategia más optima sería colaborar estrechamente con tu pareja compitiendo con ella de manera constructiva en impulsar los asuntos que os benefician, frente a los asuntos que beneficia a la otra pareja, compitiendo manera muy nítida y mas agresiva con la pareja oponente, para conseguir los votantes indecisos o de centro u oscilantes, que decantarían el equilibro entre bloques, entre parejas. Si ambas partes de una pareja mejoran su situación en su colaboración, lo que Errejón calificó de “competencia virtuosa”, ambas partes tienen incentivos de continuar dicha competencia virtuosa que beneficia a ambos y, en ultimo término, a la pareja y su capacidad de gobierno, en detrimento de la otra pareja. Además, esto haría difícil que se produjese el efecto “ganador del Catán”. En cambio, una “competencia destructiva”, como por ejemplo, la que está poniendo en práctica el PSOE con su negativa a reconocer o valorar los votos que Podemos ha puesto a su disposición en la moción de censura, puede llevar a un nuevo choque o ruptura, perjudicando la capacidad de gobierno de la pareja.

¿Serán estables estas dinámicas? ¿Los factores sociodemográficos acabarán por socavar estos equilibrios? ¿Es todo esto tan solo una dinámica muy localizada temporalmente? Como todo, tendremos que verlo con el tiempo. Pero mientras tanto, hoy, la política en España parece un tango.

Un tango a cuatro en dos parejas. _______________

Ignacio Paredero es secretario general de Podemos Salamanca, activista LGTB+ en Castilla y León, sociólogo y politólogo.

A pesar del empeño de muchos analistas y estrategas, el juego de la política no es un solitario, es un juego con múltiples actores.

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