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La candidata progresista propone máxima transparencia en la Sala del TS que presidía Marchena

La voluntad se demuestra gobernando

Lidia Guinart

Esta semana se han cumplido cuatro años desde que el PSOE desalojó del Gobierno al partido de la corrupción. La moción de censura que aupó a Pedro Sánchez, con su “Manual de Resistencia” bajo el brazo, hasta la Moncloa, ha supuesto una auténtica revolución. Una sacudida a las estructuras ancladas en las corruptelas enquistadas, un impulso de las políticas sociales y un empuje a los derechos de la ciudadanía.

No son palabras, son hechos. Son realidades tozudas que trascienden todo tipo de contratiempos, todo tipo de vicisitudes contra los que este Gobierno ha tenido y sigue teniendo que batallar. Pero lo importante no son las dificultades con las que te encuentras en el camino. Lo verdaderamente trascendente es la manera en la que se afrontan esas dificultades. Ahí reside la diferencia.

En estos tiempos líquidos que nos hacen recordar tanto al ya desaparecido Bauman, en esta incertidumbre vital en la que nos hemos instalado, resulta cuando menos reconfortante saber que está al frente un Gobierno y un presidente comprometidos con la mejora de la vida de la ciudadanía. Ese es el objetivo a conseguir, ese es el camino que está recorriendo este Gobierno, pese a haber tenido que afrontar una pandemia sin precedentes, una erupción volcánica como no se recordaba y ahora una guerra en Europa. La diferencia reside en cómo se afrontan esas contingencias y las crisis económicas y sociales que se derivan de ellas. ¿Alguien se imagina cómo hubieran sido los largos meses de parón económico durante el Covid-19 con el PP en el gobierno? Si en la crisis de 2008 los recortes del Estado del Bienestar fueron la nota distintiva, ¿alguien puede creer que hubiese habido ERTES para las personas trabajadoras, ayudas para las empresas y que no se hubiera penalizado las bajas por enfermedad, que es lo que estaba vigente con Rajoy en el gobierno? Evidentemente, la situación hubiera sido doblemente dura porque la inmensa mayoría de los españoles y españolas hubieran tenido que afrontar la crisis sanitaria sin ningún tipo de amparo del Gobierno. Como consecuencia, a estas alturas de la película tendríamos unas clases trabajadoras muchísimo más empobrecidas, el paro disparado hasta cifras insospechadas y una multitud de empresas en quiebra o sencillamente con la persiana bajada. Y lo cierto es que las cifras del paro se sitúan por debajo de los 3 millones, algo que no ocurría desde 2008.

La realidad es complicada, nadie pretende negarlo. Con la invasión rusa a Ucrania se ha desatado una crisis de dimensiones económicas, políticas y sociales aún inciertas. De nuevo, el Gobierno está para responder al incremento de precios, reforzando el escudo social y el plan de contingencia contra la guerra, incrementando el Ingreso Mínimo Vital para las personas más desfavorecidas, con un Salario Mínimo Interprofesional que ha alcanzado los 1.000 euros, mientras con el PP se había estancado en los 736 euros, incentivando la contratación indefinida o incluso impulsando la mayor oferta pública de empleo de la historia de la democracia.

En materia de igualdad, el Gobierno trabaja para mejorar la empleabilidad de las mujeres y equiparar salarios, con los permisos igualitarios de paternidad y maternidad y el Real decreto de igualdad retributiva, además del Plan Corresponsables y la exigencia de planes de igualdad en las empresas de más de 50 personas trabajadoras. Los derechos y la seguridad de las mujeres constituyen una prioridad. Una ley impulsada por el grupo parlamentario socialista garantiza el ejercicio del derecho al aborto sin el acoso en los alrededores de las clínicas. Un derecho, el del aborto, que mejorará también con la reforma de la ley de 2010. No nos resignamos al machismo criminal, tampoco a los efectos perniciosos del negacionismo de la violencia de género, así que blindamos la financiación del Pacto de Estado suscrito en 2017, que se prorroga y se convierte en permanente. Y las personas huérfanas víctimas de violencia de género han visto reforzados sus derechos gracias a una propuesta del grupo socialista que ya es ley.

De la misma manera, combatimos un tipo de violencia contra las mujeres que algunos dicen que es tan antigua que nunca se extinguirá. Las y los socialistas somos abolicionistas de la prostitución y queremos proteger por ley a las mujeres prostituidas y perseguir todo tipo de proxenetismo y a los hombres que pagan por sexo. Hemos aprobado la ley del Solo Sí es Sí, que combate las violencias sexuales. Pero está incompleta porque no contempla, al bloquear las enmiendas socialistas una mayoría de grupos, la explotación sexual y la trata.

España es ahora un país que mira al futuro con mucho más optimismo que hace unos años. Los fondos europeos Next Generation y los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación, los PERTE, dibujan un horizonte de crecimiento económico, mayor empleabilidad y competitividad de la economía española. Una apuesta estratégica que tiene como principales ejes transversales la digitalización, la transición ecológica y la igualdad.

La apuesta de futuro es clara y pasa por impulsar políticas sociales que contengan los efectos de las crisis que se están sucediendo. Algunas cosas son imponderables, pero la voluntad política se demuestra andando. Y, sobre todo, gobernando para mejorar la vida de las personas

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