25 de marzo, el día que estalló la revolución en Extremadura

Ocupaciones de tierra en Badajoz.

El 25 de marzo de 1936 entre 60.000 y 80.000 campesinos ocuparon y araron pacíficamente alrededor de 3.000 fincas en la provincia de Badajoz. El Gobierno, a través del Ministerio de Agricultura y el Instituto de la Reforma Agraria, intentó primero evitar que se produjeran esas ocupaciones pero luego se vio obligado a reconocerlas ante la magnitud del movimiento. Se producía así un conflicto entre la legalidad republicana y el resultado de una acción de desobediencia civil de gran alcance frente a situaciones de "injusticia social" acumulada durante siglos, según entendía el movimiento campesino. El 25 de marzo se convirtió en una fecha llena de simbolismo para los extremeños.

Para Manuel Cañada, antiguo diputado autonómico y exsecretario del Partido Comunista de Extremadura, el 25M es el mayor hito de la historia de Extremadura. “Al historiador Víctor Chamorro le gusta decir que es el hecho fundacional del pueblo extremeño. Yo no sé si es exagerado afirmar eso, pero estoy seguro que le queda muy cerca”, explica Cañada, que también es un destacado miembro de la Asociación 25 de Marzo. Esta organización nació para reivindicar esta fecha como el Día de Extremadura.

El día oficial de la región es el 8 de septiembre, en honor a la Virgen de Guadalupe. El Parlamento autonómico de Extremadura eligió esta fecha en 1985, dos años después de aprobar el estatuto de autonomía. Años después en una rueda de prensa, el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra, primer presidente de Extremadura, al ser preguntado por qué se eligió este día en vez del 25 de marzo, respondió que por qué habría que celebrar el día de un gran fracaso colectivo: a la ocupación campesina de fincas sucedió meses después la Guerra Civil.

Cañada subraya en cambio que el 25 de marzo de 1936 fue un hito en la historia de las movilizaciones por el derecho a trabajar en el campo en unas condiciones dignas. "Si repasamos la historia de Extremadura, vemos siempre ahí la lucha de los campesinos sin tierra. Ya sea el siglo XIX o el XX, nos vamos a encontrar esa lucha constante. El 25 de marzo de 1936 representa la culminación de esa lucha, y por lo tanto de nuestra historia”, opina Cañada. De hecho, las ocupaciones tuvieron repercusión internacional, como bien recogió el diario francés Regards el 14 de mayo de aquel año, en las páginas 9 y 10 [aquí puedes leer la traducción del artículo al español]. El historiador Ángel Olmedo explica por su parte que la reforma agraria fue uno de los grandes compromisos de la República en 1931, como bien apunta este documental hecho por el Instituto de la Reforma Agraria.

Sin embargo, su lenta ejecución por parte del Gobierno, sumado a los obstáculos que se encontraron, como la falta de presupuesto y el rechazo de los terratenientes, generó frustración en un campesinado que necesitaba con urgencia esta transformación. Según Olmedo, el grueso de los grandes propietarios eran monárquicos y por tanto se oponían al nuevo régimen republicano así que boicotearon con todos sus medios la reforma. El Gobierno republicano aprobó decretos como el de intensificación de cultivos en 1931, más conocido como de “laboreo forzoso”. Su objetivo era luchar contra la estrategia de los terratenientes de mantener sus propiedades sin cultivar. Además, ese mismo año también llegó el decreto de términos municipales, que obligaba a los patronos a emplear a los braceros que eran vecinos del municipio en cuestión, puesto que era frecuente la contratación de jornaleros de otras zonas para impedir protestas y huelgas, y se estableció además la jornada de ocho horas en la agricultura.

El triunfo de las derechas en las elecciones de 1933 supuso un retroceso al llevar el Gobierno de la CEDA a emprender una contrarreforma agraria. La Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, sindicato campesino adscrito a UGT, convocó una huelga de jornaleros el 5 de junio de 1934, un precedente de las ocupaciones del 25 de marzo de 1936. La convocatoria fue considerada por el Gobierno como una “huelga revolucionaria” y fue prohibida. Fue duramente reprimida con el encarcelamiento de más de 600 jornaleros. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 dio un nuevo impulso a la reforma. Las ocupaciones del 25 de marzo trajeron un cambio de estrategia de la protesta campesina, basada ahora en la desobediencia civil.

“A partir de ese momento eran los campesinos quienes se adelantaban a los acontecimientos, y el Estado tenía que ir detrás dando legitimidad a sus reivindicaciones", comenta Olmedo. La historiadora y miembro de la Asociación 25 de marzo Teresa Fernández subraya que el 2 de julio de 1936, dieciséis días antes del golpe, un acta del pleno del ayuntamiento de su pueblo, Ribera del Fresno, incluía una carta procedente de Badajoz para que se hiciese una lista de la simiente necesaria para hacer un reparto entre los jornaleros que participaron en las ocupaciones. "Lo que se hizo el 25 de marzo fue arar las tierras, sin embargo, cuando estalla la guerra estas permanecieron en barbecho pendientes de la siembra, se quedaron a medias. En el caso de Ribera del Fresno esas semillas sí llegaron a tiempo".

La reforma agraria durante la guerra

Olmedo explica que en las zonas donde no triunfa el golpe militar se llevan a cabo colectivizaciones de tierras. Recuerda que en la zona de la Serena (cerca de la Siberia extremeña, al noreste de Badajoz), durante la guerra se sigue llevando a cabo la reforma y hasta el nivel más extremo, pues desaparece la propiedad privada. “En el caso de Extremadura, la UGT y la CNT eran partidarias de las colectividades, en cambio el PCE, de la pequeña propiedad individual. Depende de qué asociaciones o sindicatos predominasen en cada zona se llevaban de una manera u otra. Muchas de las que hubo eran de la UGT y CNT de forma conjunta. De hecho había unos sellos para oficializar estas colectivizaciones”, explica el historiador.

Represión

Las ocupaciones de tierra del 25 de marzo supusieron la indignación de las élites sociales del país. Es por eso que cuando las tropas sublevadas entran en Badajoz se lleva a cabo una represión sistemática contra la población, a modo de venganza. El historiador Víctor Chamorro afirma que en la ciudad extremeña “se mató para diez generaciones”. Y después se implantó una pedagogía del miedo y el olvido de todo lo acaecido durante la República para volver a sentar las bases del Antiguo Régimen, y reinstaurar la estructura de vasallaje del pueblo extremeño, tal y como se ve reflejada en Los santos inocentes, de Miguel Delibes.

La represión en Badajoz incluye una de las matanzas más cruentas de la guerra, en la plaza de toros, donde se estima que fueron fusilados entre 1.000 y 4.000 personas. El paso de la columna de la muerte al mando del general Juan Yagüe, que se ganó el apodo de el carnicero de Badajoz, da cuenta de la sangrienta represión perpetrada por el ejército golpista. En una entrevista de John T. Whitaker para New York Herald Tribune, Yagüe afirmó que “por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted? ¿Que iba a llevar 4.000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz fuera roja otra vez?".

En la Serena y la Siberia Extremeña, zonas donde se llevaron a cabo colectivizaciones, los republicanos resistieron hasta el fin de la guerra. Los franquistas se vengaron después instalando allí siete campos de concentración. Entre 1936 y 1959 en Extremadura llegó a haber 17, cuatro en Cáceres y 13 en Badajoz.

Teresa Fernández explica que parte de la represión se lleva a cabo debido a que las ocupaciones de tierra tienen un carácter legal. “A la hora de ocupar una finca, el campesino en cuestión llevaba un acta al ayuntamiento para dar constancia del hecho”, afirma. Fernández, que ha trabajado clasificando los documentos del ayuntamiento de su pueblo, encontró uno de estas actas, que presentó en su artículo La esperanza del campesinado, publicado en el libro El día que se levantó Extremadura. Veinticinco de marzo de 1936. Declara que la documentación de estas actas así como los documentos de las casas del pueblo y sindicatos sirvió a los represores para localizar a quienes participaron en el proceso de reforma agraria.

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A todo esto Manuel Cañada añade las enormes migraciones que se dan en los años 60, a raíz de la falta de futuro y unas condiciones de vida lamentables. Extremadura pierde 800.000 personas que migran a Cataluña, Madrid, País Vasco u otros países de Europa, perdiendo así el 40% de su población. En los 60 la región tenía alrededor de 1.400.000 habitantes y hoy en día son 1.065.000, cuenta Cañada. “Algunos estudios dicen que en unas décadas no rebasaremos el millón”, lamenta.

El olvido

“Es grave que se nos haya robado este trozo de historia, pues así como mi abuelo y bisabuelo se vieron involucrados, también lo estuvieron los abuelos de tantos extremeños”, afirma Manuel Cañada. Considera que ha habido un proceso de ocultación de la historia. Tal y como explica en su libro Otra Extremadura. Materiales para una historia alternativa de Extremadura, hay que tener en cuenta hechos como el derribo de la plaza de toros de Badajoz, donde tuvieron lugar los fusilamientos. Y en 2009 se retiró una calle a Margarita Nelken en esta ciudad, ya que fue diputada por Badajoz y gran defensora de la reforma agraria. "Hubo un esfuerzo por olvidar lo que ocurrió", afirma.

“No hay ni un solo libro de texto en la región que haga referencia alguna a lo que ocurrió este día. Ha habido un desprecio a esta fecha que evidentemente los poderes sí conocían, que tiene mucho que ver con que el 25 de marzo sigue apuntando a una realidad muy viva, que es la existencia del latifundio. La razón principal por la que se ha ocultado este hecho es porque no solo habla del pasado, sino que también lo hace del presente”, declara Cañada.

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