'Alguien miente, Pedro o Pablo'

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Adelantamos un extracto del libro Al fondo a la izquierda, escrito por Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, sobre el terremoto político español de los últimos años, especialmente en el espectro político progresista.

El libro, que publica Planeta y estará en las librerías el martes 16 de mayo, es un relato personal “que no gustará a nadie” según reza en el subtítulo de portada, e incluye conversaciones mantenidas por el autor con los principales protagonistas políticos en el periodo que abarcan los hechos.

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Alguien miente, Pedro o Pablo

 Al día siguiente de asumir oficialmente el encargo, Pedro Sánchez anuncia los nombres que formarán la comisión negociadora del PSOE para los acuerdos que pretende intentar en el plazo de un mes. Serán Jordi Sevilla, José Enrique Serrano, Rodolfo Ares, Meritxell Batet, María Luisa Carcedo y el propio portavoz parlamentario, Antonio Hernando. Nadie duda de la talla y experiencia del equipo, y muy especialmente de los tres primeros nombres, pero a nadie se le escapa tampoco lo que me confiesan pocas horas después del anuncio dos miembros de la propia Ejecutiva socialista: «No se puede decir que en esa comisión haya mucha simpatía por Podemos». En palabras de otro diputado que ese mismo día asiste a la reunión de Sánchez con el Grupo Parlamentario Socialista para explicar las líneas programáticas básicas que llevará a la negociación, «ese equipo se puede entender muy bien con Ciudadanos». Por supuesto, la misma impresión, aún más acentuada, trasladan dirigentes de la formación morada, que destacan la sintonía de Jordi Sevilla con Luis Garicano, principal responsable del área económica del partido de Rivera, o la experiencia de Rodolfo Ares como negociador clave del pacto entre el PP y el PSE que hizo lehendakari a Patxi López, o la veteranía de José Enrique Serrano como «jefe de fontaneros» de Felipe González y después de Zapatero, o la ascendencia conocida de Alfredo Pérez Rubalcaba en Serrano, Ares y Antonio Hernando, con los que ha trabajado estrechamente durante años.

Esa constante de la desconfianza, dentro del PSOE y también en la relación entre PSOE y Podemos, ese círculo vicioso acción-reacción, se repite de nuevo en esos momentos clave. Si la rueda de prensa de Iglesias «repartiendo» el gobierno fue insultante para el PSOE, que la interpreta como un signo de que Iglesias prefiere volver a las urnas, la composición de la comisión negociadora de Sánchez se considera en la sede morada un signo inequívoco de que los socialistas buscan el entendimiento prioritario o exclusivo con Ciudadanos. Iglesias muestra públicamente su escepticismo y advierte de que «Sánchez intenta vender un acuerdo de gobierno con Podemos y Ciudadanos y eso es imposible».

Sánchez consigue en cualquier caso tomar la iniciativa política, y abre de inmediato y personalmente los primeros contactos con los portavoces de otros grupos, antes de dejar los detalles de la negociación en manos de la comisión citada. El mismo miércoles se sienta con los representantes de IU Unidad Popular, de Compromís y de Coalición Canaria. Al día siguiente se reúne con Albert Rivera, que se muestra claramente dispuesto a pactar, aunque insiste en que su objetivo es mediar para que el PP se sume después al acuerdo.

El viernes 5 de febrero están citados por la mañana Sánchez e Iglesias. Ambos equipos miden hasta el último detalle la imagen previa, desde el paseo juntos por la acera de la Carrera de San Jerónimo antes de entrar al Congreso, hasta el saludo anterior al cierre de puertas. Lo que ambos transmiten públicamente después es más bien un desencuentro: Iglesias ha dejado claro que no ve forma de hacer compatibles los programas de Ciudadanos y Podemos, ni cree que Rivera esté tampoco por la labor, y Sánchez dice que no puede aceptar un órdago consistente en excluir a Ciudadanos de las conversaciones, hablar de composición del gobierno y abrir la vía al derecho a decidir en Cataluña.

Como la reunión se produce a solas a petición de Sánchez y no hay otros testigos, en este punto debo desvelar una vivencia en primera persona. Esa misma tarde, Pedro Sánchez me llama por teléfono. Quiere comentarme su impresión sobre el encuentro, y después de repetir lo que ya ha dicho en público, afirma:

— Le he explicado a Pablo que lo que yo intento es avanzar en las conversaciones para que finalmente se abstenga Ciudadanos.

— ¿Le has dicho eso expresamente a Pablo? —pregunto sorprendido.

— Sí, bueno, es que todo es muy complicado. No es fácil romper la desconfianza, y tenemos que ir paso a paso. Yo confío en que Compromís e Izquierda Unida me van a apoyar, y eso tirará también de Podemos.

A última hora de la tarde llamo a Iglesias y le pregunto:

— ¿Te ha trasladado Pedro que su objetivo en la negociación es conseguir la abstención de Ciudadanos?

— Para nada. Eso es absolutamente falso. Vamos, es que ni lo ha insinuado.

El sábado por la mañana, mientras Sánchez continúa sus contactos reuniéndose con el portavoz del PNV, procuro enterarme de lo que Pedro y Pablo han contado a sus respectivos equipos más allá de las declaraciones públicas. Colaboradores directos de ambos me aseguran desconocer que el plan consista en la abstención final de Rivera. Y una de las personas que estará en la comisión negociadora de Podemos confiesa lo siguiente:

— La verdad es que estamos muy despistados. No entendemos bien a qué está jugando el PSOE. Tanto Hernando en sus conversaciones con Carolina [Bescansa] como Pedro en los contactos con Pablo transmiten que quieren el acuerdo con nosotros, pero los hechos demuestran lo contrario.

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— ¿Qué hechos?

— Sin ir más lejos, los propios negociadores designados. Joder, es que Serrano, Ares, Sevilla son totalmente anti-Podemos. Son de Rubalcaba y Felipe. Puede ser una táctica negociadora, vale, pero al menos podrían haber puesto a un interlocutor, uno solo, que nos inspirara confianza. Es gente para negociar una coalición con Ciudadanos, y hasta con el PP si me apuras, pero no con nosotros.

El lunes 8 de febrero el PSOE presenta un documento con 43 propuestas como base para la negociación de la investidura. Entre ellas destacan la derogación de la reforma laboral de Rajoy; un plan de choque contra el paro; reforma fiscal; renegociación del objetivo de déficit con la UE; un pacto por la educación, la ciencia y la cultura; la rebaja del IVA cultural al 10 por ciento; la subida del salario mínimo interprofesional y la aprobación de un ingreso mínimo vital; una ley contra la pobreza energética; una ley de muerte digna; un pacto contra la violencia de género; una ley de igualdad salarial; un plan de regeneración democrática; una reforma del sistema electoral…10 En una primera reacción, tanto Ciudadanos como IU-UP y Compromís valoran como muy positivo el documento, incluso Iglesias comenta que «parece inspirado en el programa de Podemos». Pero todo el mundo sabe que el diablo está en la letra pequeña.

Adelantamos un extracto del libro Al fondo a la izquierda, escrito por Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, sobre el terremoto político español de los últimos años, especialmente en el espectro político progresista.

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