Almunia: “Feijóo comete el mismo error que el 23J, si los populares pactan con Meloni, no tendrán mayoría”
A Joaquín Almunia (Bilbao, 1948), le tocó como comisario de Economía y luego de Competencia lidiar con la crisis financiera que ha condicionado buena parte de la política de la última década. Entonces, en plena crisis de deuda, muchos alertaban de la posibilidad de la implosión del proyecto europeo si fracasaba la moneda única. En la campaña de estas europeas de nuevo asaltan los temores, esta vez por el auge de fuerzas ultra que, si bien no aspiran directamente a desmembrar la UE (hasta soplan vientos favorables a revertir parte del Brexit), sí se posicionan en buena medida contra sus principales valores.
Entonces, como ahora, Almunia cree que las raíces son sólidas y que el coste de oportunidad es demasiado alto en un mundo convulso en el que Europa sigue significando prosperidad y civilización. La vuelta de Trump a la Casa Blanca, que él cree probable, obligaría a probar de nuevo la célebre frase de Jacques Delors, que dijo que Europa se hace en las crisis. De alto voltaje, eso sí.
¿Cómo de importantes son estas elecciones?
Desde el 1979 creo que son más importantes que ninguna otra.
Que son las más importantes es algo que se dice casi de cada cita con las urnas.
Sí, pero esta vez no es sólo por la situación de Europa y los grandes desafíos de los próximos años sino por la situación tan complicada en el mundo. No recuerdo que tantos ojos hayan mirado a la UE para ver qué hace sobre la tensión entre EEUU y China, sobre Trump, que probablemente gane en noviembre, sobre la guerra de Ucrania al lado de nuestras fronteras o la dramática situación en Palestina.
La UE no fracasará por los vaivenes de estos años
¿Está el proyecto europeo en peligro?
Está sometido a fuertes tensiones, dentro de la UE y en el mundo que nos rodea. Tenemos que hacer valer nuestro modelo político y de sociedad. Pero el proyecto europeo tiene raíces ya muy profundas. Lo creía ya durante la crisis financiera. Por los vaivenes o problemas de estos años no va a desaparecer o fracasar. Lo realista es pensar en las fortalezas que nos llevan a compartir el futuro. ¿Es fácil? No. Hay que abordar los problemas de la seguridad, definir una estrategia de Defensa con Trump o sin él en la Casa Blanca, cómo afrontar el cambio climático, la pérdida de competitividad respecto a la nueva era digital o cómo gestionar los flujos migratorios con realismo pero sin olvidar nuestros valores.
La inmigración es una constante en el debate europeo y particularmente ahora en el electoral.
No hay que olvidar que los inmigrantes, los legales y los que llegan de manera irregular obligados por las circunstancias en sus países, son personas. Tienen derechos que tenemos que respetar. Hay que abrirles perspectivas en nuestra sociedad, por otro lado envejecida y que no va a poder mantener los niveles de bienestar sin ellos. La inmigración es una condición necesaria para seguir creciendo y aumentando el bienestar de los europeos.
La inmigración es una condición necesaria para seguir creciendo y aumentando el bienestar de los europeos
Usted fue comisario entre 2004 y 2014 y entonces el despliegue de los fondos europeos impulsados por la pandemia hubiera parecido ciencia ficción. ¿Qué horizonte de inversión debe abrirse en los próximos años?
Hay quien estima en 800.000 millones de euros al año las necesidades de inversión. Mario Draghi ha hablado de de 500.000 millones. Cifras así requieren decisiones estratégicas en inversión pública y privada. Sólo pública no va a poder ser, pero sin la pública la privada no va a entrar con decisión en sectores como los de la energía, las tecnologías digitales, la inteligencia artificial… Quien no quiera emitir más deuda común europea se equivocará, viva en el norte o en el sur de Europa. Es inevitable. Dentro de cinco años no vale decir que no hemos sido capaces porque la UE no ha querido. La UE somos todos y necesita que sus responsables políticos, incluidos los que vamos a elegir en unos pocos días, piensen en cómo vamos a financiar esas inversiones.
Su planteamiento nos aboca a una mayor integración. ¿Hay voluntad política?
Antes de la pandemia no imaginábamos que iba a haber voluntad política para comprar vacunas en común, para emitir deudas y financiar la lucha contra los problemas en el mercado de trabajo o para los fondos de transformación y resiliencia. Y al final la hubo. Emitir deuda para solucionar los problemas comunes tiene que ser algo natural en la UE aunque todavía hay líderes que se resisten. Hay que pensar no sólo en las próximas elecciones sino en las próximas generaciones. En el mañana.
¿Está la UE a tiempo de meterse en esa carrera entre EEUU y China?
La UE no es suficientemente relevante, por ejemplo en seguridad y defensa. Si no tenemos a alguien que nos garantice nuestra seguridad en Washington o en la OTAN, la UE tiene que tomar cartas en el asunto.
Si no tenemos a alguien que nos garantice nuestra seguridad en Washington o en la OTAN, la UE tiene que tomar cartas en el asunto
¿Un ejército propio?
No necesariamente: una capacidad de defensa propia, coordinando nuestras fuerzas armadas, las compras de armamento, apoyando a la industria… Si no podemos mandar lo que nos gustaría en la OTAN en el caso de que Trump llegue al poder otra vez, desde la UE tendremos que decir. “Si en Washington no hay un amigo de Europa, los amigos de Europa están aquí y con capacidad de actuar”.
¿La vuelta de Trump al poder podría obligar a la UE a un nuevo salto adelante?
No le quepa la menor duda. Angela Merkel lo dijo durante el anterior mandato de Trump al advertir de que no nos podíamos fiar de él para garantizar nuestra propia seguridad.
¿Se acabó la época de acuerdos globales entre las grandes familias políticas europeas?
Para el desarrollo de la integración o la apertura de nuevas áreas de actuación, necesitamos que haya un amplio compromiso prointegración europea en el Parlamento, en el Consejo y en la Comisión. Es imprescindible. Somos 27 y si hay ampliación, seremos más. Tenemos una enorme pluralidad. Para avanzar juntos, necesitamos grandes compromisos. No me creo la idea, tan francesa, de crear un grupo de países de vanguardia a los que luego sigan los demás.
No parece que Europa camine hacia esos grandes acuerdos.
Si el PP europeo, si Ursula Von der Leyen está tentada de irse con Meloni, que mire hacia atrás para ver cuántos le siguen y cuántos la dejan sola. Si la dejan sola en el camino, no tendrá la mayoría que necesita en el Parlamento Europeo para ser elegida.
Von der Leyen califica de “proeuropea” a Meloni y el propio Feijóo asumió públicamente ese acercamiento del PP su partido.
Feijóo comete el mismo error que tras las elecciones del 23 de julio, cuando dijo que no había sido presidente porque no había querido, porque no había querido pactar con Junts per Catalunya. ¿No es consciente de que si pacta con Vox en España o si el PP europeo pacta con Meloni no les van a seguir el resto de los partidos políticos que necesita para tener una mayoría? ¿No sabe sumar y restar?
Feijóo no parece entender la regla de mayorías y minorías en Europa, tampoco en España
Hace unos meses dijo usted que Feijóo no acababa de entender lo que era Europa.
No sólo no parece entender la regla de mayorías y minorías en Europa. Tampoco en España. La mayoría absoluta de un Parlamento de 720 escaños está en los 361. No creo que todos vayan a seguir la tesis de Von der Leyen y Feijóo, pero incluso si lo hicieran y Meloni tuviera un resultado excelente, pongamos que 40 escaños [ahora tiene 10 de 76], ¿cuánto sumarían? A mí no me salen las cuentas.
¿Qué le pasa a su familia política en Europa? ¿Está en regresión?
Hay avances y retrocesos, pero los sondeos dan a los socialdemócratas más de 130 escaños. Son menos que en otras ocasiones, sí, pero junto a otros grupos proeuropeos y anti extrema derecha siguen siendo muy relevantes.
¿Cuánto pesa España en la UE?
Bastante, no sólo por razones económicas, ya que España es el país que más crece y mejores resultados tiene. Pesa por iniciativa política. Tiene un Gobierno, como en otras épocas, que es proeuropeo y muy comprometido, que pone sus intereses al servicio de las prioridades generales de la UE. Que apoya los avances y a veces los sugiere, presentando iniciativas. Siempre será una voz que ponga pie en pared ante cualquier intento de regresión. Se agradece mucho en muchísimos países, que saben que con España se puede contar.
¿Sería Teresa Ribera una buena comisaria?
Es una gran política. En España la conocemos muy bien, no sólo por su tarea, iniciativas, capacidad y empuje en temas medioambientales o de lucha contra el cambio climático sino últimamente también en los energéticos. Ha conseguido una excelente reputación en Europa. Ya sabemos cómo se conforma la Comisión Europea: con un presidente o presidenta que recibe propuestas y reparte responsabilidades. Es complejo. Si no es comisaria, se puede convertir en una excelente parlamentaria o, en última instancia, decidir que en la batalla europea ya hay mucha gente y que el presidente Sánchez cuente de nuevo con ella.
En el debate público en España se habla poco de los retos que usted describe y mucho de una segunda vuelta de las generales y de la amnistía.
En España tenemos un debate político manifiestamente mejorable. Ha pasado siempre. Pero en 2024 cada vez es más difícil ignorar los retos. Hay muchos ciudadanos españoles que saben que nuestra seguridad está en riesgo, que lo está el futuro de la humanidad por el cambio climático, que necesitamos mejor financiación para abordar los desafíos, mejorar la competitividad, ofrecer oportunidades a los jóvenes; que saben que la política de inmigración debe ser eficaz.
¿Demasiado optimista?
Es puro realismo, puro pragmatismo. ¿Votamos como españoles y europeos para defender nuestros intereses o por el último titular o bulo? Estas elecciones hay que tomárselas en serio. Confío mucho en que los ciudadanos españoles no se distraigan con debates que se escuchan en las tertulias pero que a la mayoría le resbalan.
Confío en que haya mucha más gente que compruebe el 'reset' de la amnistía en los próximos meses
Hay una palabra que lo copa todo en esas tertulias: amnistía. Hace meses dijo usted que iba a servir como un ‘reset’ de la situación política. ¿Lo mantiene?
Por supuesto. Confío en que haya mucha más gente que compruebe ese reset en los próximos meses. Hasta ahora, la situación política en Cataluña es muy diferente. Desde los indultos para acá, ha mejorado todavía más. Las elecciones del 12 de mayo son la prueba.
¿Le tranquilizó el resultado?
Me alegró muchísimo ver que ganaba la posición política de Salvador Illa, que es irreprochable. Y lo sabe mucha gente que no le votó.
¿Vivimos un momento especialmente crispado? ¿Está adulterado el debate público?
Lo que percibimos los que no estamos activamente en política es que el debate está envenenado. El grado de polarización va mucho más allá no sólo de lo que es aceptable sino de lo que es comprensible en una democracia viva, dinámica y plural. Hay que rebajar la tensión y la polarización. Por parte de todos. Es urgente. No querría, para nada, un incidente como los que estamos viendo en Alemania o en Eslovaquia.
Las palabras no son inocuas.
Espero que nadie activo en política esté haciendo aún más por la polarización. Pero en las sociedades libres y abiertas puede haber cualquier persona que, por su cuenta, sin pedir permiso o consejo, sin coordinarse, haga una barbaridad influido por las tensiones, los insultos o los argumentos vacíos. Los políticos, aunque yo esté jubilado, somos los primeros responsables en tomar precauciones para evitar que una chispa provoque un incendio.
Se siente político pero al mismo tiempo dice que está jubilado.
De apreciar el valor de la política nunca te retiras.
Y qué difícil es ser expolítico, ¿no? Usted opta por hablar poco. Concede pocas entrevistas.
Esta es una excepción.
Ha sido bastante prudente en sus pronunciamientos desde que no es usted quien toma las decisiones. Compañeros suyos no lo son tanto.
Cada uno es cada uno [sonríe].
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No siempre, igual que las de nadie.
¿Sánchez es autónomo para tomar sus decisiones? ¿Debería estar más arropado?
Lo que no tiene Sánchez es una mayoría parlamentaria sólida, estable y que le dé tranquilidad. Tiene que estar ojo avizor. El resto puede decir lo que quiera y tiene todo el derecho del mundo. Por viejos compañeros como Felipe González tengo un enorme aprecio aunque no siempre he compartido, ni comparto ni probablemente compartiré en el futuro todas las cosas que él diga. Lo mismo ocurrirá al revés.