Especulación en el infierno: los intermediarios inflan los precios en medio del caos y la muerte de Gaza

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OCCRP

Gaza —

El taxista Wesam Shaath se ha acostumbrado a recorrer los puestos callejeros y las tiendas de Rafah, al sur de Gaza, en busca de pañales para sus dos hijos gemelos. Antes de que estallara la guerra, el 7 de octubre de 2023, pagaba el equivalente a unos 6 dólares por caja. Ahora, dice, los vendedores pueden cobrarle hasta 55 dólares, un precio que no puede permitirse. Desesperado, ha intentado fabricar sus propios pañales. "Intenté ponerles cintas y nailon, probé más de una idea, pero no funcionó", explica a Occrp, consorcio internacional de medios al que pertenece infoLibre. El hombre tiene dificultades para comprar incluso los suministros más básicos, incluida la leche para bebés.

La dramática situación de la población civil de Gaza ha sido denunciada por la ONU y múltiples organismos de ayuda humanitaria. Pero no hace más que empeorar. Sus 2,3 millones de habitantes sufren una grave escasez de alimentos y medio millón se enfrentan a "niveles catastróficos de privación e inanición", según Naciones Unidas.

Los comerciantes palestinos que hablaron con Occrp afirman que la entrada de productos sigue viéndose obstaculizada por los controles de seguridad impuestos por Israel y por las restricciones a la circulación, con múltiples inspecciones, largas colas en los puestos de control y carreteras devastadas.

Pero hay un factor más.

Los reporteros de Occrp descubrieron que una especulación a múltiples niveles agrava el problema. Existe un sistema roto en el que se escamotea dinero en cada eslabón de la cadena de suministro, desde el transporte hasta la adquisición y la venta, dejando a los habitantes de Gaza con productos escasos a precios por las nubes. Incluso de lo más básico.

Ni una galleta para su hijo

En el mercado An-najmah de Rafah, donde los vendedores ambulantes exponen habas, sardinas, atún, lentejas, azúcar, zumos y dulces, los compradores y comerciantes afirman que el precio de algunos alimentos se había multiplicado por diez desde el comienzo de la guerra. "Han subido muchísimo", afirma Hala Emran, desplazada y madre de ocho hijos, tras inspeccionar las mercancías en el mercado. "Todo el mundo se queja, muchos no pueden comprar nada".

Hala asegura que ni puede comprar una galleta para su hijo pequeño, que tiene antojo de azúcar. La más barata del mercado se vende ahora por hasta 10 shekels (unos 2,70 dólares), frente a 1 shekel antes de la guerra, explica.

Un periodista local que visitó el mercado de Rafah en febrero afirma que los precios de las aves, la carne, las verduras y las frutas se están disparando. Antes del 7 de octubre, los palestinos en Gaza solían comprar un kilogramo de tomates por el equivalente a alrededor de 0,30 dólares. Ahora, la misma cantidad cuesta entre 4 y 5. Tres kilogramos de azúcar que se habrían vendido por entre 2 y 2,50 dólares ahora se venden por entre 21 y 22. En promedio, el precio de un pollo subió de 3 dólares a 21. Un kilo de cebollas pasó de menos de un dólar a entre 4 y 5. Una bandeja de 40 huevos se vende ahora por 20 dólares, mientras que antes de la guerra se habría vendido por menos de 3.

Con gran parte de Gaza reducida a escombros, estas subidas de precios se producen justo cuando los medios de subsistencia se volatilizan. Wesam solía ganar entre 30 y 40 shekels (entre 8 y 11 dólares) al día conduciendo un taxi entre Khan Yunis y Rafah, que ahora está abarrotada con 1,5 millones de gazatíes desplazados. Desde la guerra, sus ingresos se han derrumbado. "Las cosas están muy difíciles. Sin ingresos, no puedo comprar nada", afirma.

Una empresa egipcia clave en el flujo

Antes de la guerra, los camiones de ayuda y bienes comerciales entraban a Gaza por dos rutas: la mayoría por el cruce de Kerem Shalom con Israel y el resto a través de Rafah, que está en la frontera con Egipto y se utilizaba para el movimiento de civiles. Ambos cruces están abiertos de forma intermitente, pero las mercancías que llegan a Rafah ahora se desvían primero a Kerem Shalom, se descargan y se controlan antes de ser llevadas de regreso a Rafah, lo que genera colas y retrasos. El resultado es que tanto la ayuda humanitaria como los bienes comerciales se han reducido al mínimo y los costes de importación se han disparado.

La oferta limitada es uno de los factores que impulsan el aumento de los precios. Pero hay más. Los comerciantes de Gaza acusan a una empresa egipcia que es clave para el flujo de importaciones de aumentar los costes. Los periodistas de Occrp hablaron con siete comerciantes palestinos, la mayoría de los cuales solicitaron el anonimato porque temían represalias de El Cairo. Dijeron que la empresa de logística egipcia Abnaa Sinai se estaba beneficiando de un monopolio efectivo en Rafah.

El importador de carne Eyad Albuzum afirma que antes de la guerra Abnaa Sinai ya cobraba un mínimo de 5.000 dólares por camión, pero ahora cobra mucho más. "Los precios se han cuadriplicado en comparación con antes de la guerra", afirma. "Se estaban aprovechando de nosotros antes de la guerra gracias a su monopolio, y continúan”, añade.

Un alto funcionario del Ministerio de Economía, dirigido por Hamás, que habla bajo condición de anonimato para evitar ofender a Egipto en tiempos de guerra, se hace eco de las acusaciones de los comerciantes. Afirma que, según los comerciantes, Abnaa Sinai había aumentado sus precios seis veces y estaba imponiendo un nuevo cargo de 75 dólares por camión al día por esperar en la frontera los controles de seguridad. Si un comerciante quiere saltarse la cola, también tiene que pagar un soborno de hasta 20.000 dólares, añade el funcionario. En suma, entre los gastos de envío, las tarifas terrestres diarias y el soborno, el cargamento podría costar 40.000 dólares sólo para llegar a Gaza.

Abnaa Sinai no respondió a las preguntas enviadas por Occrp.

En un anuncio en su página de Facebook el 15 de noviembre, la empresa afirmó que estaba transportando combustible a Gaza en "completa coordinación" con el Estado egipcio. Y dijo a los medios egipcios a finales de octubre: “Estamos preparados con todos nuestros recursos: automóviles, equipos, medicinas y alimentos. Y cuando se presente la oportunidad, ayudaremos a nuestros hermanos palestinos sin dudarlo”.

Abnaa Sinai tiene poderosos patrocinadores. Es una de las ocho empresas que operan bajo el grupo Organi, dirigido por el destacado empresario egipcio Ibrahim Al-Organi. El sitio web de la compañía describe a Abnaa Sinai como la “empresa inaugural” de Organi en 2010. Organi ha hablado públicamente de la implicación del Gobierno egipcio en otra de sus organizaciones. En una entrevista televisiva de 2014, confirmó que la empresa industrial y de inversión del grupo Organi, Misr Sinai, que extrae y suministra mármol, era una sociedad conjunta con el conglomerado industrial del Ministerio de Defensa, la Organización de Proyectos de Servicios Nacionales (NSPO). Organi dijo que la NSPO poseía el 51% de las acciones de Misr Sinai en asociación con otras dos empresas pertenecientes al Servicio General de Inteligencia, que tiene el control final sobre el cruce fronterizo de Rafah. “Como se puede ver, en esta empresa están todas las entidades del Estado. Eso nos da ventajas”, dijo Organi en la entrevista, refiriéndose a Misr Sinai.

Críticas a Hamás

A medida que los suministros han disminuido, ha habido ataques a camiones, en su mayoría transportando artículos de socorro de la ONU, y robos de alimentos. Ismael Thawabteh, jefe de la oficina de medios del Gobierno, en manos de Hamás, añade que los camiones pueden esperar en el lado egipcio de la frontera durante 50 días.

Mientras los habitantes de Gaza se preguntan por qué ya no pueden permitirse ni siquiera los productos más básicos, cada parte de la cadena comercial busca desviar la culpa por la espiral de precios. Los funcionarios argumentan que están intentando implementar un sistema que controle los precios y acusan a comerciantes sin escrúpulos de intentar eludir sus controles para cobrar más. Por su parte, los comerciantes acusan a las autoridades dirigidas por Hamás de permitir que florezca un mercado negro a costa de sus productos.

Antes de la guerra, una empresa llamada Multi Trade, que según un comerciante era cercana a Hamás, era responsable de transportar mercancías desde el lado egipcio de la frontera en Rafah hasta el lado palestino, cobrando hasta 500 dólares por camión en concepto de tasas de “despacho de aduana”. El Ministerio de Hacienda también impuso entre un 3% y un 4% de aranceles aduaneros a las mercancías, dice el alto funcionario del Ministerio de Economía.

Multi Trade ya no opera y Thawabteh afirma que ya no se imponen aduanas sobre las mercancías “en reconocimiento de la situación excepcional a la que está expuesta actualmente nuestro pueblo”. En un intento por controlar los precios, un comité del Ministerio de Economía compra ahora la mayoría de cada envío a importadores palestinos, asegura un alto funcionario del Ministerio de Economía. Esos productos se llevan a puntos de venta gestionados por el ministerio en las tres gobernaciones de Rafah, Khan Yunis y Gaza Central, donde los precios están controlados, añadió. El funcionario culpa a “comerciantes, intermediarios y matones” de eludir el sistema, tratando de apoderarse de bienes y aumentar los precios.

Sin embargo, los comerciantes que hablaron con Occrp aseguran que las autoridades dirigidas por Hamás no pagan un precio justo por sus envíos y no controlan adecuadamente los precios en los puntos de venta, alimentando un mercado negro que coloca los productos básicos fuera del alcance de los habitantes comunes de Gaza.

"El [Ministerio de Economía] lleva los productos a puntos de venta, donde se venden a precios increíbles y nadie respeta los precios establecidos por el ministerio", afirma un comerciante a Occrp. “Imagínense que el ministerio distribuye a los puntos de venta 10.000 bandejas de huevos. Los comerciantes que lo compran venden 2.000 o 3.000 bandejas, esconden el resto y luego las venden en el mercado negro", añade.

Israel tiene la llave

El funcionario y los comerciantes describen cómo, desde que comenzó la guerra, Israel ha impuesto una nueva restricción mediante la cual autoriza sólo a cinco importadores palestinos a transportar mercancías a Gaza desde Egipto. El alto funcionario del Ministerio de Economía acusó a los importadores autorizados de cobrar hasta un 30% de descuento a las empresas palestinas que reciben los productos. De los siete comerciantes que hablaron con Occrp, tres se encuentran entre los que ahora están autorizados por Israel a traer bienes comerciales desde Egipto a Gaza. Negaron haberse beneficiado de un monopolio y, en cambio, culparon a las autoridades dirigidas por Hamás de confiscar sus productos. Uno de los comerciantes autorizados afirma que ya no se sentía capaz de operar en el sistema dirigido por Hamás. “No estoy dispuesto a correr riesgos para que ellos obtengan ganancias”, sostiene.

El Ministerio de Defensa israelí no respondió a la solicitud de Occrp de comentar controles de los envíos que, según los comerciantes, provocan retrasos. Mientras tanto, las advertencias de las agencias de ayuda sobre un colapso total en Gaza se vuelven cada vez más claras. A medida que los productos comerciales disminuyen hasta convertirse en un goteo y cada vez menos comerciantes quieren afrontar los costos y riesgos de seguridad de hacer negocios, la ayuda también se restringe severamente, dejando a los habitantes de Gaza en la indigencia cuando comienza el mes sagrado del Ramadán.

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La ONU asegura que también hubo "casos de ataques israelíes y fuego naval que alcanzaron convoyes de ayuda y al personal de seguridad que acompañaba a las misiones de ayuda en Rafah". En una declaración de mediados de febrero, Martin Griffiths, jefe humanitario de la ONU, afirmó que los habitantes de Gaza "tienen poco que comer, apenas acceso a atención médica, ningún lugar donde dormir". Griffiths afirma que la respuesta humanitaria en Gaza estaba “hecha jirones”. "Las operaciones militares en Rafah podrían provocar una matanza en Gaza", afirmó.

Aquí se puede leer el artículo original en inglés.

El taxista Wesam Shaath se ha acostumbrado a recorrer los puestos callejeros y las tiendas de Rafah, al sur de Gaza, en busca de pañales para sus dos hijos gemelos. Antes de que estallara la guerra, el 7 de octubre de 2023, pagaba el equivalente a unos 6 dólares por caja. Ahora, dice, los vendedores pueden cobrarle hasta 55 dólares, un precio que no puede permitirse. Desesperado, ha intentado fabricar sus propios pañales. "Intenté ponerles cintas y nailon, probé más de una idea, pero no funcionó", explica a Occrp, consorcio internacional de medios al que pertenece infoLibre. El hombre tiene dificultades para comprar incluso los suministros más básicos, incluida la leche para bebés.

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