Ayuso amenaza a Casado con ocho meses más de desencuentros si no anticipa el congreso del PP de Madrid

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En sus planes para este otoño, la dirección del PP había proyectado un escenario en el que Pablo Casado, aupado por la convención nacional que su partido celebró en València a comienzos de octubre y subido a lomos del creciente malestar social provocado por las dificultades económicas que afrontan diferentes sectores, recibiría el impulso que necesita para distanciarse definitivamente de Pedro Sánchez en las encuestas y mirar con optimismo las próximas elecciones generales.

De aquella hoja de ruta, sin embargo, queda poco. Los argumentarios del partido se esfuerzan en difundir encuestas que supuestamente predicen la llegada de Casado a la Moncloa —en realidad, y aunque está en cabeza, el PP está estancado y ligeramente a la baja desde junio— y en señalar con el dedo la traición que, para los conservadores, supone que el Gobierno esté negociando los Presupuestos de 2022 con todos los partidos, incluidos Esquerra y EH Bildu, dos formaciones que, para Casado, deberían estar excluidos de cualquier diálogo.

Ambas ideas apenas trascienden, porque los titulares de los periódicos y los informativos de radios y televisiones están ocupados desde hace semanas por la incapacidad del líder del PP de someter a su disciplina a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Un conflicto enquistado al que en los últimos días se ha sumado el desafío de su exportavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo. Y, en las últimas horas, la noticia de que Casado acudió el pasado sábado en Granada a una misa en memoria del dictador Francisco Franco en el 46º aniversario de su muerte.

La disputa con Ayuso demuestra que la tensión interna, lejos de ceder, va en aumento. A pesar de que las dos partes temen las consecuencias electorales que la batalla pueda acarrear y que tanto preocupan a los barones de comunidades como Andalucía, Castilla y León y Galicia. Casado no quiso aclarar este lunes si se refería a la presidenta de Madrid cuando el domingo en Sevilla proclamó que en el PP ”no caben los solistas” ni “el personalismo”, que su partido no es “la suma de planes individualistas” y que su proyecto es “demasiado importante” como para arriesgarlo en una ““hoguera de vanidades que no conduce a ninguna parte” porque “esto no es un talent show de megalomanías”.

En todo caso, su antigua amiga, con la que ya no tiene contacto —según ha reconocido ella misma—, no se dio por aludida. Eso sí: en una entrevista en La 1 de TVE dejó claro que ella no va a ceder, que sigue queriendo un adelanto del congreso regional y no piensa renunciar a su objetivo de convertirse en presidenta del PP de Madrid.

Y dejó caer, a modo de advertencia, a lo que se arriesga Casado si no cede: “Llevamos dos meses” de conflicto y “se ha hecho eterno. Prolongarlo otros ocho creo que desgasta, erosiona, crea más guerra interna y más malentendidos. Yo creo que sería bueno hacerlo pronto” y no en las fechas aprobadas por la dirección del partido.

Casado, que en principio había optado por mirar para otro lado y evitar declaraciones que alimentasen la polémica con la presidenta madrileña, está viendo que de ese modo no logra silenciar el problema. Ayuso está aprovechando los demás congresos regionales del partido —primero el de Castilla-La Mancha y este fin de semana el de Andalucía— para brillar con luz propia y defender su derecho a ser presidenta del PP de Madrid.

Ayuso no siente que esté siendo “desleal” con la persona que en 2019 la puso al frente de la candidatura madrileña y sólo se considera “crítica”, aunque reconoce que ahora mismo las cosas dentro del partido se han “enfangado”. “Esto no ha empezado ahora”, afirmó en la misma entrevista. “El secretario general [Teodoro García Egea] en junio ya dijo que me apoyaría. Y después se han enmarañado” las cosas.

Y pide “coherencia”, porque ella subraya, no es “un producto de una marca. Tengo que responsabilizarme de la organización cuya papeleta he encabeza dos veces”.

Mucho que perder

La lideresa madrileña presiona para que Casado asuma lo mucho que tiene que perder si la pelea se prolonga en el tiempo. “Tenemos que salir de esta situación pronto, respetando los tiempos, todos unidos. Que elijan los militantes y preparemos el PP para las elecciones” de 2023, municipales, autonómicas y generales, en las que Ayuso quiere tener la voz cantante a la hora de confeccionar las listas en un territorio, Madrid, que Casado consideraba hasta ahora como propio.

Lo que está pasando “va a tener un coste” para Casado y para el PP, reconoció en TVE. “Es un error por parte de todos, porque al final el PP es la alternativa en España a lo que está sucediendo. Yo entiendo que el electorado de centroderecha no entiende nada”.

mientras Ayuso habla, Casado calla. Este lunes visitaba el Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria (Araba), y utilizó el lugar como excusa para no hablar de Ayuso.

La Fundación Francisco Franco agradece a Casado su asistencia a la misa en honor al dictador

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Contra toda evidencia, y contradiciendo sus propias palabras del domingo en Sevilla, se limitó a afirmar que en el Partido Popular están “todos unidos” y van “todos a una”. “Estamos todos unidos en un proyecto para construir una alternativa para España urgente y estamos a lo importante”. Eso sí, no tuvo inconveniente en referirse a las encuestas pese a hallarse a las puertas del memorial: “En días como hoy vemos que las encuestas siguen diciendo que claramente estamos 30 escaños por encima del PSOE”.

Tampoco se refirió Casado a su participación el sábado en Granada en una misa por el alma del dictador Francisco Franco que, según fuentes del PP citadas por Newtral, fue producto del azar, pero de la que supuestamente no se ausentó al comprobar de qué se trataba. Por este hecho le han pedido explicaciones varias formaciones de la izquierda, entre ellas PSOE y Unidas Podemos, que se han preguntado qué hubiese hecho Angela Merkel si, también por azar, se hubiese encontrado con una ceremonia religiosa por el alma de Adolf Hitler.

Quien sí respondió a Casado fue la diputada disidente del PP Cayetana Álvarez de Toledo, que le acusó de confundir el “personalismo” con “la personalidad” y el “divismo” con el “liderazgo”.

En sus planes para este otoño, la dirección del PP había proyectado un escenario en el que Pablo Casado, aupado por la convención nacional que su partido celebró en València a comienzos de octubre y subido a lomos del creciente malestar social provocado por las dificultades económicas que afrontan diferentes sectores, recibiría el impulso que necesita para distanciarse definitivamente de Pedro Sánchez en las encuestas y mirar con optimismo las próximas elecciones generales.

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