Corrupción
Bárcenas aparca el guión del 'yo acuso' y se instala en 'la ley del silencio'
La mudez del extesorero del PP en la comisión de investigación del Congreso, quebrada solo para intercalar algún enunciado como que jamás ha tomado el nombre de Rajoy en vano, marca el punto más alto en la nueva estrategia abrazada por Luis Bárcenas. Cuando en julio de 2013 confirmó ante el juez Pablo Ruz todo lo que sus propios manuscritos, los llamados papeles de Bárcenas, ya habían desvelado seis meses antes, desde el ingreso de donaciones opacas de empresarios al pago de sobresueldos en metálico con el propio Rajoy entre los supuestos destinatarios, Bárcenas logró darle una vuelta a la tuerca del caso Gürtel para convertirse en el acusado acusador del partido cuyas cuentas había manejado durante más de dos décadas.
Ahora, todo ha cambiado. Al menos, de momento. Y eso es independiente de qué motivos han empujado a Bárcenas a dotarse de una brújula con los polos alterados respecto a la que le guio en su declaración de hace cuatro años ante Ruz o incluso en el escrito de defensa formulado en julio de 2015 para la pieza de los papeles y donde retrató un sistema "institucionalizado" de financiación rutinariamente opaca desde 1982. Sea cual sea la causa real, su estrategia es hoy otra.
Quienes conocen el caso línea a línea sostienen que solo un cambio de rumbo explica que en su declaración en el juicio de Gürtel, el 17 de enero de este año, redefiniera la contabilidad B del PP como "anotaciones extracontables" de contenido "inocuo" y sin "carácter finalista". O sea, que los donantes hacían aportaciones al partido de manera gratuita y sin esperar nada a cambio, sostuvo ese día Bárcenas. Los expertos agregan que ese cambio de rumbo es el que le condujo luego el 18 de abril a oponerse junto con la Fiscalía y la Abogacía del Estado al "despropósito" –esa palabra eligió días más tarde ante los periodistas– de que Rajoy declare como testigo.
Y, finalmente, dicen los entendidos, ese mismo cambio le ha hecho callar este lunes ante la comisión de investigación del Congreso de los Diputados. En medio quedan las exculpatorias declaraciones testificales prestadas la semana pasada por quienes fueron pesos pesados del PP durante lustros: Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas, Ángel Acebes, Jaime Mayor Oreja y Rodrigo Rato. Todos ellos coincidieron en dos puntos sustanciales: ninguno posee ni la más remota idea de qué hacía el partido con el dinero –siempre legal, remacharon al unísono–; y ninguno tiene nada que reprocharle a Bárcenas, cuyas funciones como gerente –oficialmente fue tesorero menos de dos años– eran las de la mera "intendencia", por utilizar la expresión textual de Arenas.
A Bárcenas, y así lo ha comentado él mismo en distintos círculos, le dejaron satisfecho los cinco testigos, cuya versión –ha llegado a decir– desbarata la versión de Francisco Correa, que nada más arrancar el juicio destapó la caja de los truenos al asegurar que las donaciones se hacían a cambio de contratos, aunque luego se negó a declarar ante el juez que ha reabierto la pieza de los papeles. Para ese momento, 24 de marzo de este año, Correa ya había ingresado en prisión para cumplir la pena de 12 años que le fue impuesta en el juicio por los contratos valencianos de Fitur y sobre la que deberá pronunciarse el Supremo.
Pero aunque Bárcenas parece realmente satisfecho con lo dicho por su antiguo amigo Javier Arenas –ahora mantienen una "ausencia de relación", dijo el vicesecretario de política autonómica del PP– y aunque nada apunta a un retorno al espíritu de julio de 2013, el exgerente y extesorero se reserva sus cartas. O eso parece cuando "recuerda", como al descuido y en una entrevista concedida a la periodista Marisa Gallero, de que su estrategia será la marcada en su escrito de defensa de julio de 2015. O sea, aquel donde subrayó la ya citada existencia de un sistema de financiación opaco "institucionalizado". Y esto también: "Los órganos de dirección y gestión del Partido Político eran plenos conocedores del origen y destino de los importes recibidos en concepto de donaciones".
Una trituradora de papel
Apenas seis meses después de que aquel escrito llegara a la Audiencia Nacional, vio la luz el libro Bárcenas. La caja fuerte. Su autora es también Marisa Gallero, quien en una crónica sobre el contenido de la obra escribió lo siguiente en enero de 2016: "El ex tesorero del Partido Popular revela (...) que en 2010 grabó al presidente del PP, Mariano Rajoy, mientras recibía de su mano un sobre con 4.900 euros de dinero negro y una copia de la contabilidad B del partido, que en ese instante introdujo en una trituradora de papel para destruirla".
Pese a fluctuaciones como las reseñadas, el cambio de rumbo parece afianzado de momento aunque por razones que nadie ha desentrañado todavía de forma fiable y mientras en el imaginario colectivo crece como un axioma o una enredadera la idea de que hay un pacto de silencio. La idea ha enraizado pero la niegan ambas partes de manera categórica. Bárcenas lo hace con un aplomo que ni siquiera perdió cuando su antecesor Rosendo Naseiro, el primer tesorero del PP implicado en un escándalo de –presunta– financiación ilegal, le acusó en marzo de utilizarle para justificar su fortuna tomando como coartada el negocio del arte.Y lo niega también, con mucha ira, enfado e indignación, el partido que le mantuvo sueldo y despacho hasta que el 31 de enero de 2013 los papeles vieron la luz. Para entonces, hacía más de dos años que Bárcenas había cesado formalmente como tesorero del PP. Y casi cuatro desde su primera imputación de 2009, cuando todavía conservaba el escaño en el Senado y gozaba de aforamiento ante el Supremo.
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Sea cual sea el motivo, Bárcenas ha aparcado esa nueva versión del Yo acuso con la que en el verano de 2013 puso patas arriba la escena política. Difícilmente, el exgerente y extesorero a quien la justicia ha terminado por descubrirle 48 millones de euros en Suiza cuya limpieza sigue vindicando a día de hoy, podría equipararse a aquel capitán francés Alfred Dreyfus injustamente acusado de traición a finales del XIX. Pero durante una etapa de duración incierta y a la par que su mujer, Rosalía Iglesias, acudía con puntualidad devota a visitarle en la penitenciaría de Soto del Real durante un año y siete meses, Bárcenas amagó con transmutarse para siempre en una especie de pentito italiano pentitodispuesto a tirar de la manta española.
Se sabe que esa etapa comenzó –o afloró– en julio de 2013. Pero no cuándo acabó con exactitud. Nada más salir de prisión el 23 de enero de 2015, Bárcenas lanzó un mensaje que parecía inequívoco: "Yo –declaró ante los informadores que aguardaban en Soto del Real– no tengo ningún mensaje para Mariano Rajoy: eso sí, he hecho caso a su consejo, y le doy las gracias; Luis ha sido fuerte de verdad". Y algo más: "El PP no tiene nada que temer de mí, pero yo he asumido mi cuota alícuota de responsabilidad, y las responsabilidades las tenemos que asumir todos". Pero luego, incluso año y medio después de haber prescindido de Javier Gómez de Liaño como abogado, Bárcenas mantuvo en el ya citado escrito de acusación de julio de 2015 afirmaciones como esta que se reproduce literalmente: "Los Secretarios Generales eran informados puntualmente de las cantidades recibidas y el nombre de los donantes por el Tesorero nacional. En el escaso periodo de tiempo que D. Luis Bárcenas fue tesorero (junio 2008 a 2009) reportó con ese mismo criterio a las dos personas de las que dependía jerárquicamente el Sr. Rajoy y la Sra. Cospedal".
Al final –convienen incluso algunos de los que todavía le consideran amigo–, Bárcenas ha optado por ajustarse a otro guión, el del silencio y sus leyes. ¿Qué gana con ello si una vez en manos de un tribunal como el que juzga la llamada Primera Época de Gürtel (1999-2005) poco o nada podría garantizarle el PP incluso si ese –y sus dirigentes lo niegan con escándalo y a machamartillo– fuera el plan preconcebido? "Tranquilidad y que no le reclamen nada", dice uno de esos amigos utilizando una fórmula enigmática que se niega a traducir. El PP, que se declara engañado por Bárcenas, llegó a ejercer la acusación en el caso Gürtel pero fue finalmente expulsado de la causa. En el juicio que desde octubre celebra la Audiencia Nacional ostenta la condición de presunto partícipe a título lucrativo de los manejos de la trama.