La brecha entre bloques se mueve: la derecha gana pero pierde parte de su ventaja

Alberto Núñez Feijoo y el candidato a la presidencia de la Generalitat, Alejandro Fernández, en un acto de campaña.

El análisis de los datos internos del CIS publicado este martes deja claves interesantes que hay que contextualizar en el momento en el que se realizó la investigación. El trabajo de campo se hizo entre el 3 y el 8 de mayo, en plena campaña electoral en Cataluña y tras anunciar Pedro Sánchez que se mantenía en el cargo como presidente de gobierno. Es decir, del shock se pasa al alivio en muchos casos y a la indignación en otros. El resultado es la estimación que podemos ver en el cuadro siguiente. 

El PP gana las elecciones con el 34,7% de los votos y 145 escaños, mejora de este modo en 8 diputados el resultado que logró en los pasados comicios. Sus escaños, unidos a los 33 que obtendría Vox –que se mantiene en números similares a los de julio’23– le auparían hasta La Moncloa al superar la mayoría absoluta fijada en 176. Pero el titular de este CIS no es ese, sino cómo el margen holgado con el que contaba la derecha ha ido reduciéndose hasta ser de apenas unos pocos escaños. Mantiene la aritmética ganadora por la división de Sumar y Podemos, pero las cosas ya no parecen tan claras.

Recapitulemos. En marzo –hace sólo 2 meses– el PP tocaba techo con un 37,7% de los votos, su mejor estimación en muchos años. Con Vox estabilizado en el 11% ambos sumaban 188 escaños, que unidos al de UPN y al posible apoyo de CC, les situaba en el umbral de los 190 diputados. Un colchón de ventaja amplio frente a los partidos del gobierno y sus socios. La cosa empezó a torcerse para la derecha en abril en pleno debate sobre los niveles de crispación que estaba alcanzando el país, y tocó su pico a finales de mes pasado con la carta de Sánchez y su inédita decisión de dejar la presidencia de gobierno en stand by durante 5 largos días. Con el país en interinidad y la oposición desubicada Tezanos hizo una encuesta flash que más allá de los resultados que él estimaba nos daba pistas del impacto electoral, premeditado o no, que estaba generando la decisión de Sánchez. Con datos recalculados por Logoslab el PSOE empataba al PP en el entorno del 32%-33% y la ola de apoyo al presidente se materializaba en un decremento de las expectativas del lado derecho, que mantenían por los pelos la mayoría de 178 escaños. 

Pasado el impacto inicial, en caliente, de ese polémico estudio flash, y ya con Sánchez habiendo anunciado que continuaba como presidente, nos llega este nuevo número del barómetro mensual del CIS, del que básicamente extraemos la conclusión de que las cosas vuelven a una pantalla anterior, pero los efectos del marco instalado sobre la responsabilidad de los partidos en el tipo de política que se está practicando –la ya famosa máquina del fango– continúan. El PSOE se estabiliza por encima del 30% de los votos, lo que le acerca al resultado que obtuvo en las últimas elecciones –31,7%–, en una tendencia alcista que podría cobrar nuevo brío con el efecto efervescente del resultado de las elecciones catalanes, y el PP se mueve en el margen del 35%, lo que dibuja un paisaje en el que la derecha cuenta con ventaja pero la distancia es cada vez más corta. 

Los principales movimientos internos

Todo lo sucedido a lo largo del último mes ha acentuado la polarización, con bloques cada vez más alejados. Esto no es una novedad porque lo venimos observando desde hace mucho tiempo, pero sí ha provocado efectos relevantes en los escasos trasvases que se estaban produciendo. El principal, la transferencia del PSOE al PP que llegó a rozar el 10% coincidiendo con el apoyo a Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona y con la amnistía, se ha reducido a menos de la mitad, al 4%. A día de hoy 289.000 votantes socialistas en julio’23 cogerían la papeleta del PP en caso de elecciones. Hace unos meses esta cifra era de aproximadamente 600.000. 

Por otra parte se está produciendo un incesante efecto centrifugador en la izquierda. Ante la división de Sumar y Podemos, que ha provocado que ambos sumen hoy la mitad de escaños que lograron juntos en las últimas elecciones, y ante la dinámica a la baja de los de Yolanda Díaz, la transferencia de Sumar hacia el PSOE ha ido aumentando y está hoy en el 15% mientras en sentido contrario, la del PSOE a Sumar ha disminuido hasta sólo el 3%, lo que supone que 465.000 electores de Sumar optarían hoy por el PSOE, mientras sólo 254.000 harían el camino inverso. Esto deja un saldo claramente positivo para Sánchez, cuando en el pasado estaba equilibrado o era positivo para Sumar. El hecho de que Sánchez esté enarbolando la bandera de combatir a la ultraderecha primero, el marco del fango después, y la crisis no resuelta entre Sumar y Podemos, lo que está haciendo es concentrar el voto en las siglas del PSOE. Esto podría ayudar a los socialistas a afrontar unas europeas que pintaban mal y en las que hoy tendrían mejores perspectivas, pero no resuelve el problema central de los escaños que se pierden por la división de la izquierda y la ley D'Hondt. 

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En el lado derecho Vox atravesó un momento de gran dificultad a finales del año pasado, cuando las deserciones, el ruido interno y la inercia parecía empujarles por debajo del 10%, pero desde entonces han frenado la fuga de voto al PP y han elevado su tasa de lealtad electoral, estabilizándose en el entorno del 12% que tienen hoy. En el pulso PP-Vox el saldo es positivo para los populares en 120.000 votantes, pero Feijóo no está logrando ir más allá. En Cataluña el PP triplicó sus votos a costa de Ciudadanos, y con aportes del PSC y del propio Vox, pero la formación de Abascal logró mantener su representación pescando en el caladero de la abstención. La lucha entre ambos sigue abierta y tendrá un nuevo capítulo, importante, en las próximas europeas, donde ambos crecerán. 

Podemos ver los movimientos que se están produciendo entre partidos en el gráfico siguiente.

Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

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