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Casado recicló párrafos enteros de su discurso de 2019 para el relanzamiento del PP en València

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El 20 de enero 2019, apenas unos meses después de haberse hecho con las riendas del PP y a pocas semanas de enfrentar su primera campaña como aspirante del partido a la Moncloa, Casado pronunció un discurso, también en una convención como la que hace poco más de una semana concluyó en la plaza de toros de València. En él, definió el rumbo que debía tomar con la vista puesta en un escenario electoral que acabó confirmándose en poco días y que llevó a España a una insólita acumulación de citas con las urnas en apenas ocho meses —generales, municipales, europeas, autonómicas y de nuevo generales—. En todas el PP acabó derrotado.

Aquel fue un discurso “duro”, según las crónicas, pensando para traer de vuelta al PP a los electores que ya entonces, según todas las encuestas, habían puesto sus esperanzas en Vox. Como ahora, el objetivo de la convención era llevar a cabo “rearme ideológico” que les permitiera “salir a ganar” en las elecciones. Y también entonces, el principal argumento contra Pedro Sánchez era haber “vendido” España por “un plato de lentejas”.

En aquellos momentos, como ahora, los invitados internacionales a la convención anticiparon la victoria electoral de Casado. Algo que no se produjo ni en las elecciones de abril ni en las de noviembre. “Has demostrado tu liderazgo y tu compromiso con Europa. Estoy seguro de que serás el próximo presidente del Gobierno”, proclamó entonces desde la tribuna el presidente del PP europeo, Manfred Weber. Entre las estrellas, también nombres repetidos: desde José María Aznar a Mariano Rajoy, pasando por el escritor Mario Vargas Llosa.

Como si de un ensayo se tratara, en aquella convención también el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, alertó del riesgo de dejarse llevar por los cantos de sirena de Vox y apeló a “la centralidad". "No somos un partido vociferante ni que descalifica; oportunista, con un falso discurso social”, defendía.

Las propuestas políticas de aquel evento y las de ahora son prácticamente indistinguibles. Recién conquistada la Junta de Andalucía gracias al apoyo de Vox, Casado proclamaba que su partido nunca aceptaría “cordones sanitarios y exclusiones tácticas”. Prometía poner en marcha de “inmediato el artículo 155 de la Constitución, sin límite de tiempo, para deponer al gobierno [de la Generalitat], nombrar uno nuevo, y recuperar el control de la educación, la seguridad, la hacienda, los medios públicos y las cárceles”, y la misma reforma del Código Penal que defiende ahora para penalizar la convocatoria de referéndums ilegales o prohibir indultos para delitos de rebelión y sedición.

Proponía también una bajada generalizada de impuestos y la supresión de varios de ellos, garantizar la enseñanza en castellano en toda España, la protección de la enseñanza concertada, la ampliación a nuevos delitos de la cadena perpetua —que en España se llama prisión permanente revisable—, la penalización de “los ultrajes a la Corona” y la derogación de la memoria histórica. Prácticamente las mismas medidas que enumeró hace una semana.

Pero no sólo las propuestas del Casado de octubre de 2021 son muy parecidas a las del Casado de febrero de 2019 sino que en su discurso en la Plaza de Toros de València recicló párrafos y expresiones muy reconocibles para el que hubiese asistido dos años y medio antes a la convención de Madrid. Estos son algunos ejemplos:

 La parábola del árbolFebrero de 2019: “Y para recuperar nuestro espacio electoral no tenemos que movernos de sitio, sino mantener esas raíces de nuestros valores, fortalecer el tronco de nuestros principios y ampliar las ramas de nuestras ideas para cobijar a más gente debajo”.Octubre de 2021: “Somos un partido con proyecto, con alma, con raíces, que, como los grandes árboles, no tiene que moverse de su sitio central para cobijar a mucha gente, sino mantener esas raíces de nuestros valores, fortalecer el tronco de nuestros principios, las ramas de nuestras ideas y las hojas de nuestros programas, y que dan el fruto de nuestra gestión política”.Los impuestosFebrero de 2019: “Yo no creo que el dinero de los españoles esté mejor en manos de su gobierno que en sus propias manos”.Octubre de 2021: “Creemos un sistema fiscal en el que el dinero esté donde debe estar: en el bolsillo de los españoles”.La memoria de la mayoríaFebrero de 2019: “Nosotros tenemos que ofrecernos como el punto de encuentro de esa gran mayoría que en ocasiones olvida que lo es, porque nadie se lo recuerda”.Octubre de 2021: “Somos el punto de encuentro de esa gran mayoría que no sabe que lo es, porque nadie se lo recuerda”.A ganarFebrero de 2019: “No quiero un PP pequeño. No quiero un PP que sea uno más. Quiero un PP ambicioso. Quiero un PP que convenza. Quiero un PP que ilusione. Quiero que no salgamos a empatar. Quiero que salgamos a ganar”.Octubre de 2021: “Yo quiero un PP grande, un PP firme, un PP ancho, un PP abierto, un PP fuerte, un PP unido, quiero un PP que no salga a heredar, ni a empatar, sino a ganar y a gobernar”.La sociedad y la políticaFebrero de 2019: “No creo que los políticos seamos mejores que la sociedad a la que nos debemos. Nuestro trabajo no es imponernos sobre ella, sino hacer que el poder esté a su servicio”.Octubre de 2021: “Los españoles valen mucho más que sus representantes (…). La sociedad vale más que la política. Y por tanto los que estamos en ella tenemos que ponernos al servicio de los ciudadanos”.Ganar la confianzaFebrero de 2019: “Tenemos que volver a conquistar su confianza, a decirles que esta sigue siendo su casa, que pueden confiar en nosotros, que no les vamos a defraudar”.Octubre de 2021: “Estamos preparados. Pueden confiar en nosotros. Sabemos dónde vamos. Tenemos un plan para España. Estaremos a la altura de los tiempos y no defraudaremos a nadie”.La vidaFebrero de 2019: “El poder político tiene que actuar siempre a favor de la vida. Y cuando tenga dudas tiene que resolverlas a favor de la vida. Y cuando falten recursos tiene que ponerlos a favor de la vida. Y si se equivoca, que se equivoque a favor de la vida”.Octubre de 2021: “Creemos que las administraciones deben estar siempre a favor de la vida. Y si tienen dudas, que apuesten por la vida. Y si faltan recursos, que los pongan para salvar vidas. Y si se equivocan que lo hagan a favor de la vida”.El olor a naftalinaFebrero de 2019: “Debemos impedir que los dogmas anaftalinados (del Gobierno) condenen al fracaso a toda una generación”.Octubre de 2021: Que no nos amargue más la vida este Gobierno anaftalinado que sólo sabe mirar hacia atrás y por debajo”.El socialismoFebrero de 2019: “Decía Churchill que el socialismo es la filosofía de un fracaso que se basa en la distribución igualitaria de la miseria”.Octubre de 2021: “El socialismo quiere acabar con los ricos, mientras nosotros queremos acabar con la pobreza”.Los principiosFebrero de 2019: “En el último Congreso nacional propuse al partido como eje de actuación política los que para mí son los cinco principios básicos del pensamiento liberal conservador: los que han funcionado aquí y ahora, en todas partes y siempre”.Octubre de 2021: “Nuestros pilares siguen siendo los cinco principios liberales que han creado prosperidad y libertad aquí y ahora, en todos los países y siempre. Lo que os propuse en nuestro Congreso Nacional”.El partido anchoFebrero de 2019: “Tenemos que ser un partido con raíces, y también un partido ancho, abierto, que muestre la fuerza de sus razones y no esquive el contacto”.Octubre de 2021: “Somos un partido de muchos, que trabajamos para todos. Abierto de par en par a la sociedad, de guardia permanente, al servicio de todos los españoles. Con puerta ancha para que todos puedan entrar”.

 

 

Las ideas de entonces —a las que Casado ha vuelto ahora —no sólo señalaban un amplio territorio de coincidencia entre el PP y Vox sino una voluntad de colaboración que el líder de PP expresó en una frase reveladora: “Queremos una mayoría que quiera hacer cosas y que se una para hacerlas, que rechace cordones sanitarios y exclusiones tácticas”.

La moción de censura

Pero no siempre fue así. Hubo un momento, entre octubre de 2020 y febrero de 2021, en el que Casado ensayó otro enfoque. La primera vez que lo visibilizó fue en la moción de censura de Vox, cuando confesó que durante casi dos años como presidente del PP había evitado contestar a las “provocaciones” de la extrema derecha. “Por respeto a sus votantes, que en su mayoría han confiado siempre en nosotros, y también porque me resistía a creer su estrategia irresponsable y corrosiva para España”, explicó.

En aquel debate un Casado que ya lucía cambio de imagen con una barba que le hacía parecer alguien de más edad y conocimiento intentó dejar claro que no contaría con un partido como Vox, con el que el PP tiene, dijo entonces, “muchas diferencias”. Según el Casado de aquella época, el partido de Abascal representa “el populismo antiliberal, el antipluralismo, el proteccionismo autárquico, el aislacionismo y “el oportunismo demagógico”.

El líder del PP sostenía en aquel momento que Vox —igual que la izquierda— patrocinaba una “España a garrotazos en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo”, un “engendro antiespañol”, una “antipolítica cainita” destinada “a hacer que los españoles se odien y se teman”. Un partido “del miedo, de la ira, del rencor y la revancha, del insulto y de la bronca, de la manipulación, la mentira y la involución frentista”.

“Señor Abascal, no le gustamos. Perfecto, entendido. Usted a nosotros, tampoco. Usted ya es parte del problema de España, y no puede ser parte de la solución que mi partido representa”, sentenció entonces Casado. “El camino de ceniza y ruina por el que pretenden medrar solo nos conduce a un país de bandos y rencores. Ya hemos estado ahí y no queremos volver”.

Un año después el que no está ahí es Casado. Su discurso evita cuidadosamente cualquier alusión que pueda molestar a Vox y sus cálculos electorales incluyen alcanzar la Moncloa con su respaldo parlamentario. Con los votos de ese partido que, según él, “no puede ser parte de la solución” y que representa a una “España en blanco y negro, de trincheras, ira y miedo”.

Como tampoco está donde parecía haber llegado en plena campaña electoral catalana, cuando decía que el PP representaba “la moderación” y buscaba reconciliarse con la mayoría de los catalanes. “Yo no soy un tipo de Madrid que viene a Cataluña a decir a los catalanes lo que tienen que hacer”, decía.

En plena campaña catalana, de su discurso original desaparecieron las referencias directas al procés, al 1 de octubre, a Oriol Junqueras o a Carles Puigdemont. No se refirió ni un solo día al artículo 155 de la Constitución, cuya aplicación por segunda vez para intervenir la autonomía catalana él mismo invocaba hacía apenas un año y que siempre fue su principal estrategia para zanjar cualquier intento de desafiar la integridad territorial de España.

Ni siquiera mencionó la mesa de diálogo sobre Cataluña que el Gobierno de Pedro Sánchez aceptó crear para sentarse a hablar con el Govern de la Generalitat y tratar de encontrar una salida negociada al conflicto político catalán. Ni de la supuesta prohibición del castellano en las aulas, algo que hasta el mes de diciembre era una referencia habituar de sus intervenciones públicas, al menos fuera de Cataluña, a pesar de que nada de eso se deriva de la nueva Ley de Educación. Es hora de “ver el catalán como una riqueza, no como una barrera”, decía en plena campaña electoral.

El suyo, repetía antes de las elecciones en las que el PP se vio ampliamente superado por Vox, es un partido que representa “la casa común del constitucionalismo”, la “moderación” y “el seny”. “No somos un partido de extremos; somos un partido europeísta, autonomista, moderado, central”.

“Vengo a escuchar”

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Era, según sus propias palabras, “una apuesta personal”. “Estoy comprometido personalmente con Cataluña. Comprometido en tratar de hacer visible un cambio de actitud” porque “probablemente hemos cometido el error de hablar de Cataluña solo en términos del procés” y “los catalanes tienen otras prioridades: el empleo, la sanidad, la seguridad o elegir la educación de sus hijos. Mi actitud no es revanchista. Vengo a escuchar y a ser útil. Reconozco que hasta ahora no lo había conseguido trasladar”, legó a decir en una entrevista.

De aquello, como de la distancia con Vox, queda poco ahora. Especialmente después de que Isabel Díaz Ayuso le marcase el camino con una campaña en la que hizo suyas muchas de las banderas populistas de la derecha extrema. Han pasado casi un millar de días desde la convención de febrero de 2019. Y una larga travesía con parada táctica en la moderación y la búsqueda de un lenguaje propio en Cataluña que ha acabado donde empezó.

El discurso de Casado en la Plaza de Toros de València ha sido el inicio del camino que Casado espera le lleve a la Moncloa en 2023. Una ruta marcada por un programa lleno de medidas recentralizadoras en lo institucional y de propuestas ultraliberales para la economía con las que espera atraer a los votantes de la extrema derecha para ensanchar el apoyo social del PP y acercarse a una mayoría que le permita gobernar dentro de dos años. Sin Vox, si obtiene mayoría absoluta. Con Vox, si necesita sumar.

El 20 de enero 2019, apenas unos meses después de haberse hecho con las riendas del PP y a pocas semanas de enfrentar su primera campaña como aspirante del partido a la Moncloa, Casado pronunció un discurso, también en una convención como la que hace poco más de una semana concluyó en la plaza de toros de València. En él, definió el rumbo que debía tomar con la vista puesta en un escenario electoral que acabó confirmándose en poco días y que llevó a España a una insólita acumulación de citas con las urnas en apenas ocho meses —generales, municipales, europeas, autonómicas y de nuevo generales—. En todas el PP acabó derrotado.

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