Algo se mueve en la ecología política. Ante el temor del ascenso de la extrema derecha en toda Europa, Los Verdes, aupados por su tirón en Alemania, han conseguido un resultado histórico en las elecciones europeas. Las movilizaciones juveniles de reacción a la crisis climática, tras un momento inicial de explosión, están madurando y planeando los siguientes pasos. Cada vez más partidos del espectro progresista incluyen el cambio climático como uno de sus ejes de acción, con mayor o menor progresismo. Pocos, sin embargo, lo colocan en el centro. En esas está Alexandria Ocasio-Cortez, demócrata norteamericana, que con su propuesta de Green New Deal ha revolucionado las connotaciones de lo que significa "transición ecológica": de una pesada obligación para evitar los peores efectos del calentamiento global y la extinción de especies a un proyecto en positivo, que genere ilusión, empleos e impulso económico. Sin dejar a nadie atrás y con la justicia social como elemento irrenunciable.
El Green New Deal de Ocasio-Cortez entronca con la tradición política estadounidense y, como tal, no se puede traducir simplemente como Nuevo Acuerdo Verde. En España no tuvimos un New Deal como el de Franklin Roosevelt, no tiene connotaciones en el imaginario. Por ello, al dibujar una propuesta, y ante la búsqueda de un nuevo término, se prefiere dejar el original. La reciente campaña a la Comunidad de Madrid del candidato por Más Madrid, Íñigo Errejón, intenta trasladar toda la fuerza comunicativa del proyecto americano para hacer una transición ecosocial que, de verdad, conquiste a las mayorías.
Uno de sus artífices, el número cinco en la lista, Héctor Tejero, firma junto al doctor en Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid Emilio Santiago ¿Qué hacer en caso de incendio?, manifiesto por el Green New Deal. Una declaración de intenciones, un puñetazo encima de la mesa, ante la emergencia climática. infoLibre ha charlado con Tejero, que hace unos meses decidió formar parte de Más Madrid para hacer, casi por primera vez en el país, una campaña verde con relevancia e impacto nacional.
¿Qué hacer en caso de incendio? no es simplemente un libro o un ensayo: prefieren etiquetarlo como manifiesto. Aunque también admite el calificativo de manual de guerrilla, ante la batalla que se libra y las que están por librar para combatir el complejo fenómeno del cambio climático. Serán duras: "Las circunstancias histórico-materiales en las que se mueve la transición ecológica son las de un círculo vicioso en el que lo ecológicamente necesario es casi políticamente imposiblecasi", aseguran. Sobre ese casi se construye la propuesta. Porque no nos queda otra que intentarlo.
Como buen manual de guerrilla climática, el ensayo está compuesto de una primera parte en la que se exponen todas las aristas del problema y, una vez conocido a qué nos enfrentamos, se aborda la vertiente política del asunto. Empezando por cómo nos dirigimos al cambio climático, los términos que usamos y cómo lo comunicamos. Y metiéndose en todos los charcos, las discusiones y las acusaciones que atraviesan al errejonismo como modelo político de izquierdas. La radiografía que elaboran como introducción de todo lo que implica el cambio climático, eso sí, es impecable. Migraciones, colapso del sistema agroganadero o conflictos por el uso de recursos, entre otras consecuencias de lo que denominan el "museo de los horrores climáticos" y que van mucho más allá del intenso calor en los próximos veranos que sufriremos. Pondrán en jaque la civilización. No el planeta.
"Efectivamente, planeta es un término equivocado. La vida va a seguir, el planeta va a seguir ahí. Es algo que, metafóricamente, la gente no entiende como que se va a acabar la vida, Más bien, como que vamos a un escenario Mad Max. No, es algo más difuso, que implica que evidentemente se van a perder muchas formas de vida, pero que también pone en jaque la sociedad tal y como la conocemos", explica Tejero. Uno de los grandes retos del cambio climático es el comunicativo: determinadas expresiones, como el uso de la palabra planeta, inconscientemente trasladan la idea de que el problema es algo ajeno, que afecta al sitio donde vivimos y no a nosotros mismos. Ojalá fuera el único.
La enfermedad se llama capitalismo
El análisis político comienza señalando a los mayores culpables con una cita de Jorge Riechmann: "El cambio climático es el síntoma. La enfermedad se llama capitalismo". Un capitalismo cuya insaciante búsqueda de beneficio entra en conflicto constante con los límites del planeta, explotando más recursos de los que puede permitirse. En 1972, relata el libro, el informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento ya advertía de que había que aflojar el ritmo. Ahora, a la crisis ecológica se le suma la climática. Y las mismas élites que, montadas en el barco del productivismo, nos han llevado a esta situación, son las que suponen –a juicio de los autores– el principal freno a la revolución ecosocial. "El capitalismo es hegemónico a nivel cultural, es absolutamente hegemónico, y esa es una batalla brutal. Yo creo que necesitamos una frase de García Linera (político boliviano): 'No hay victoria política sin un triunfo cultural'", cita Tejero.
El capitalismo ha vinculado la idea de libertad con la idea de un coche en propiedad; ha instaurado como derecho, y no como lujo, poder cruzar el planeta a bordo de un extremadamente contaminante avión de Ryanair; ha instaurado la felicidad como consecuencia última del consumo. Para Tejero y Santiago, el objetivo de la transición ecológica tiene que ser redefinir el concepto de "vivir bien": una batalla cultural, una "guerra de posiciones climática" que librar al mismo tiempo que la batalla institucional. "No solo de grandes tormentas está hecha la historia de los avances culturales. La mayoría de las veces los bordes de lo posible los mueve una lluvia fina, rutinaria, silenciosa, que va calando poco a poco el sentido común", en forma de libros, documentales que emocionan, artículos, vídeos o memes, explican.
El ensayo es fruto de horas de conversaciones entre los dos autores. Crearon un corpus ideológico que, por afinidad, se incluyó en la campaña de Íñigo Errejón a la presidencia de Madrid y su Plan V, su Green New Deal particular. La propuesta de Tejero y Santiago bebe de lo que se conoce, en líneas generales, como postmarxismo, inspirándose en el trabajo sobre hegemonía de Antonio Gramsci, su desarrollo por parte del sociólogo Stuart Hall y el populismo de Laclau, entre otros referentes. Los mismos que sirvieron, por otra parte, para el sostén de lo que se conoce como primer Podemosprimer Podemos y que ahora, consideran muchos errejonistas, se ha devaluado. Como tal, el ensayo incluye muchas críticas tanto al ecologismo clásico –que creía que era suficiente con llevar la razón– como a determinada izquierda. Incluso, reconociendo su papel, a los movimientos sociales climáticos: que analizan bien el problema pero carecen de los recursos para proponer soluciones.
El Green New Deal, como su original del siglo pasado, es un paquete de medidas de impulso económico. No rompe la baraja del neoliberalismo. Y, por ello, recibe críticas. Aún reconociendo que es muy insuficiente a largo plazo, Tejero y Santiago defienden su vigencia con un argumento muy fácil de entender: no tenemos tiempo. Hay que iniciar cuanto antes la transformación, aunque venga acompañada de "concesiones dolorosas" a sectores conservadores. Y aunque eso no le guste a cierta izquierda, "cuya moral es inversamente proporcional a su potencia política. Y que prefiere el confort de la derrota, reconocida o no, y del espacio minoritario a los logros concretos manchados de renuncias". La referencia es evidente a los rivales de Más Madrid: IU en la ciudad y Podemos en el Ayuntamiento, y el beef que mantienen, soterrado solo a ratos.
Las tensiones serán inevitables, explican, en todos los frentes. Con el ecologismo más conservacionista, ya que las minas son necesarias para extraer los materiales que necesita la revolución renovable; con ciertas medidas impopulares en materia de movilidad; y, por encima de todo, con el previsible auge de la extrema derecha ante la escasez de recursos. "De todos los problemas, y mira que hay muchos, es con el que más pesimista soy", reconoce Tejero. El neofascismo tiene buena parte del contexto a su favor: cuando empiecen a faltar el agua, la tierra o el petróleo, el discurso de primero los españoles es mucho más fácil de enarbolar.
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Un "proyecto ganador"
El "proyecto ganador" del Green New Deal que proponen los autores se basa, sobre todo, en una premisa: "Romper con el marco que opone el medio ambiente al buen funcionamiento de la economía y, más concretamente, a la creación de trabajo". El programa político que defiende ¿Qué hacer en caso de incendio?, inspirado en la iniciativa estadounidense de Ocasio-Cortez, no difiere mucho del de cualquier formación progresista occidental, con uno o dos pasos por delante en ambición. La apuesta por la creación de empleos verdes no se supedita a la iniciativa privada, sino que debe estar tutelada por los Gobiernos para asegurarse de que sea justa: igual con la transición energética en las regiones dependientes de los combustibles fósiles. La educación ecosocial no puede ser optativa, sino obligatoria. La fiscalidad verde sufragará el desarrollo de un transporte verdaderamente sostenible, con impacto en el urbanismo y con el ferrocarril como principal aliado. Y sin olvidar la gestión de residuos, la reforma del sistema agroalimentario y una eficiencia energética que no sirva para consumir más, sino al contrario: para instaurar en la mayoría las ganas de vivir más y mejor con menos.
No es la panacea, entendiendo que para una mitigación completa del cambio climático se necesitan transformaciones más profundas, pero es lo urgente. No es la revolución que queremos, pero sí la que necesitamos. Sin perder de vista el objetivo final: el capitalismo, que según se aventuran a pronosticar los autores, caerá por su propio peso. "No hace falta ser Karl Marx para saber que el capitalismo es un sistema económico necesariamente transitorio en la historia de la humanidad. Basta manejar el nivel de matemáticas de un alumno de sexto de primaria para darse cuenta de su incompatibilidad ecológica con un mundo finito", aseguran. Así que habrá que ponerse a apagar el incendio... antes de que tengamos que gobernar (sobre) las cenizas.
Algo se mueve en la ecología política. Ante el temor del ascenso de la extrema derecha en toda Europa, Los Verdes, aupados por su tirón en Alemania, han conseguido un resultado histórico en las elecciones europeas. Las movilizaciones juveniles de reacción a la crisis climática, tras un momento inicial de explosión, están madurando y planeando los siguientes pasos. Cada vez más partidos del espectro progresista incluyen el cambio climático como uno de sus ejes de acción, con mayor o menor progresismo. Pocos, sin embargo, lo colocan en el centro. En esas está Alexandria Ocasio-Cortez, demócrata norteamericana, que con su propuesta de Green New Deal ha revolucionado las connotaciones de lo que significa "transición ecológica": de una pesada obligación para evitar los peores efectos del calentamiento global y la extinción de especies a un proyecto en positivo, que genere ilusión, empleos e impulso económico. Sin dejar a nadie atrás y con la justicia social como elemento irrenunciable.