Los cinco errores de Feijóo que han dado al traste con su estrategia de convertir el 9J en un plebiscito

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Desde que llegó a Madrid hace dos años y medio para presidir el Partido Popular, a Alberto Núñez Feijóo se le han resistido las campañas electorales. El líder gallego asumió el cargo tras la salida forzosa de Pablo Casado convencido de que su victoria frente al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, era inevitable. Envalentonado por el resultado del las municipales y autonómicas del pasado año, en las que el PP tiñó de azul el mapa, en Génova dieron por hecha su victoria en las generales pese a los recurrentes errores cometidos por Feijóo en la recta final de la campaña —reconoció que Marcial Dorado era un "contrabandista", no acudió al debate de RTVE, mintió ante las preguntas de Silvia Intxaurrundo sobre las pensiones y el IPC...— y, aunque el PP se consolidó como primera fuerza, su resultado fue insuficiente para permitirle gobernar.

Tras ese fracaso, el PP se marcó como objetivo llegar a las elecciones europeas —por ser las únicas que se celebran a nivel nacional hasta 2027 si Sánchez logran mantenerse toda la legislatura— con una amplia ventaja sobre el PSOE, por lo que el propio Feijóo las planteó como un plebiscito contra el Gobierno. En Génova 13 pronosticaron, de nuevo, una victoria incontestable con la que aspiraban a validar su estrategia de guerra total contra Sánchez en la que no han dudado en poner en cuestión instituciones como el Congreso, el Tribunal Constitucional o más recientemente la Unidad Central Operativa —conocida como UCO— de la Guardia Civil. Sin embargo, a lo largo de la última semana todo el partido se ha visto obligado a rebajar sus propias expectativas y ya conforman con ganar a los socialistas sin importar "si la diferencia es mucha o poca".

Es más, los conservadores han llegado al final de la campaña pidiendo "desempatar" con el PSOE. El primero en reconocerlo públicamente fue el propio Feijóo el miércoles al pedir "no caer en la trampa del empate" con los socialistas y ese también fue el mensaje que lanzó la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso en el mitin del jueves. "No caigamos en los errores de la ultima campaña, mucha gente pensó que estaba hecho y no fue a votar. No está nada decidido, hay que ir a votar y tener una amplísima mayoría que le demuestre al proyecto de Pedro Sánchez que no todo vale", señaló. Con esta estrategia, según señalan fuentes del entorno de Feijóo, buscan movilizar a su electorado para evitar que les suceda lo mismo que el 23J.

Los conservadores detectan que, si bien hay un "hartazgo" hacia Sánchez, ese voto podría no concentrarse en el PP, sino distribuirse hacia Vox o la candidatura del agitador ultra Alvise. En la dirección popular buscan que cale el mensaje de que votar al PP el próximo domingo "acorta la legislatura porque profundizaría en la debilidad electoral de Sánchez". A su juicio, una derrota del PSOE "agravaría su ya conocida debilidad parlamentaria": "Nuestra vocación es hacerle caer en las urnas y en unas elecciones generales que son urgentes dada la precariedad del Gobierno. Ese, y no otro, es el camino escogido", señalan desde Génova, pese a que hace menos de un año de la convocatoria electoral.

Sin embargo, aunque hayan rebajado las expectativas, si el resultado del domingo es de empate técnico —una diferencia de dos puntos o menos— a Feijóo se le complicará el relato, tanto dentro como fuera del PP. En el caso de que los socialistas ganen —un escenario que no se plantean—, el futuro del líder del PP quedará en entredicho. Por ello en Génova buscan un empujón que ayude a movilizar a los suyos en un contexto que, a priori, no es favorable —las europeas, cuando no coinciden con las municipales, atraen a las urnas a menos del 50% del censo electoral— y también a pasar página de los errores cometidos en campaña y que podrían haberle dado aire a un PSOE que creían más débil.

Plantear la campaña como un plebiscito

Al plantear la campaña como un plebiscito contra Pedro Sánchez, el PP ha condicionado su resultado al de los socialistas. Aunque la formación de Feijóo suba en votos y escaños respecto a hace cinco años —cuando pasaba por uno de sus peores momentos por la fortaleza de Ciudadanos y la pujanza de Vox— su victoria no será suficiente si no les separa una marcada distancia del PSOE. Además, al PP también le perjudicará si la candidatura de Teresa Ribera logra resistir por encima de los 20 escaños porque ha basado toda su estrategia en desmontar al Gobierno por la supuesta "corrupción" que "acorrala" a Sánchez.

Fuentes de la formación conservadora señalan que no se debe analizar el resultado del PSOE, sino el del Gobierno incluyendo a Sumar y el de sus socios parlamentarios. Los de Sánchez están resistiendo mejor de lo que el PP esperaba y la tesis de Génova es que están "absorbiendo" a la formación de Yolanda Díaz y pescando del caladero de partidos como Esquerra Republicana, EH Bildu o el PNV, por lo que su caída no se acusa tanto como ellos pronosticaban en un primer momento. Estas mismas fuentes apelan a analizar el resultado del 9J por bloques, ya que están convencidos de que el resultado de Vox también será mejor que en 2019.

Tratar de desgastar a Sánchez por la investigación de su mujer

Desde que el 'caso Begoña Gómez' saltó a la prensa, el PP ha tratado de vincular por todos los medios al presidente del Gobierno con las "corruptelas" de su mujer. Después de que el pasado miércoles el juez la citara a declarar como investigada para el próximo 5 de julio, desde el entorno de Feijóo se mostraban convencidos de que la noticia les ayudaría a movilizar a su electorado mientras desincentivaría al del PSOE.

Sin embargo, la tesis del Gobierno es la contraria y consideran que todo es "tan evidente” que no tendrá impacto y que incluso puede llegar a mover a sus filas o a aquellos que el 23J optaron por Sumar. El propio presidente del Gobierno hizo un llamamiento a ir a las urnas para "responder" y "rechazar las malas artes de la coalición reaccionaria" protagonizada por el Partido Popular y Vox en la carta a la ciudadanía emitida tras la imputación de Gómez. La izquierda ha impulsado de nuevo durante esta campaña ese espíritu del 23 de julio que funcionó con el mensaje de frenar también a la extrema derecha.

Abrirse a una moción de censura con Junts la semana de las elecciones

Esta misma semana el líder del PP abrió la puerta a impulsar una moción de censura contra Sánchez con Junts de aliado si el domingo hay una "mayoría social" que "muestra su rechazo al presidente del Gobierno": "Para eso hay que tener el contexto adecuado y pensar que puede ser útil en ese contexto", señaló. Unas palabras que extrañaron a propios y ajenos, ya que hasta la fecha los conservadores aseguraban que no era el momento de plantear esa vía —que no comparten algunos dirigentes autonómicos de la formación — y así lo trasladó Feijóo el pasado mes de abril, tras el periodo de reflexión de Sánchez.

Pese al cambio de estrategia, en Génova trataban de restar importancia a las palabras de su líder y aseguraban que no había novedad. "Noticia sería que el PP descartara una moción de censura en lo que queda de legislatura o que dijéramos que la promoveríamos. No ha pasado ni una cosa ni la otra", decían. En el propio PP hubo cargos que acudieron a la fuente original para escuchar las palabras de Feijóo ante su incredulidad por abrir la puerta a Carles Puigdemont, "un prófugo de la justicia", a escasos días de las elecciones europeas.

Blanquear los pactos con Meloni y 'bajo perfil' internacional frente a Abascal

En el arranque de la campaña el presidente del PP se abrió a pactar con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, uno de los rostros más visibles de la ultraderecha europea. "En Italia yo estaría muy atento al planteamiento de Meloni", afirmó durante un coloquio organizado por el Cercle d'Economia en Barcelona. "No tengo información suficiente, pero no me parece homologable a otros partidos que se consideran de extrema derecha en Europa", aseguró, en línea de lo que plantea su familia política en la UE.

El PP asume en la recta final de campaña que "no está nada decidido" y pide "desempatar" con el PSOE

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Además, mientras el líder de Vox, Santiago Abascal, principal competidor del PP por el flanco de la derecha, arrancaba la campaña con un acto en el que participó el presidente argentino, Javier Milei, —que inició un conflicto diplomático con el Gobierno— y también Meloni, entre otros actores internacionales reconocibles de la extrema derecha, el PP no ha podido presumir apenas de alianzas. El PP únicamente ha contado con la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Layen, en un acto el pasado sábado en Galicia, mientras que Abascal se desplazó hasta Israel para entrevistarse con Netanyahu.

Invisibilizar a su candidata y las políticas europeas

El nombre de Dolors Montserrat apenas ha sonado durante la campaña. No intervino en el mitin-manifestación contra la amnistía aunque el PP lo vendió como su principal acto de campaña y apenas ha coincidido con Alberto Núñez Feijóo estas dos semanas, ya que ambos cuentan con su propia caravana electoral. Su elección fue una apuesta de Génova por la continuidad, al repetir como cabeza de cartel, y después de que Feijóo amagara con un fichaje externo que finalmente no se produjo.

A ello se le suma que las elecciones han estado marcadas por la actualidad nacional, pese a que desde el PP incidían en la relevancia que va a tener el resultado del 9J en el futuro de la Unión Europea. Feijóo ha eludido en esta campaña los debates clave como la alianza con la ultraderecha y ha preferido hablar de la amnistía o de Begoña Gómez. Tampoco le ha dedicado apenas espacio a la guerra en Ucrania y ha pasado de puntillas por la de Palestina, acusando al Ejecutivo de electoralismo por aprobar el reconocimiento del país.

Desde que llegó a Madrid hace dos años y medio para presidir el Partido Popular, a Alberto Núñez Feijóo se le han resistido las campañas electorales. El líder gallego asumió el cargo tras la salida forzosa de Pablo Casado convencido de que su victoria frente al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, era inevitable. Envalentonado por el resultado del las municipales y autonómicas del pasado año, en las que el PP tiñó de azul el mapa, en Génova dieron por hecha su victoria en las generales pese a los recurrentes errores cometidos por Feijóo en la recta final de la campaña —reconoció que Marcial Dorado era un "contrabandista", no acudió al debate de RTVE, mintió ante las preguntas de Silvia Intxaurrundo sobre las pensiones y el IPC...— y, aunque el PP se consolidó como primera fuerza, su resultado fue insuficiente para permitirle gobernar.

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