La XII Legislatura
Ciudadanos, el aliado que incomoda a Rajoy
Este martes, a primera hora de la mañana, Mariano Rajoy y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, se encontrarán en el Congreso de los Diputados para mantener una primera reunión tras las elecciones generales del pasado 26J. Al presidente del Gobierno en funciones, si quiere seguir de inquilino de la Moncloa, le hacen falta los 32 escaños de la formación naranja. No sólo para lograr ser investido –tendría, no obstante, que buscar más apoyos–, sino, con la vista puesta en los próximos meses, para lograr sacar adelante iniciativas en el Parlamento. En la campaña electoral que condujo al 26J quedó claro que Rajoy y Rivera están muy alejados, que había poca química. Ahora, los conservadores están condenados a entenderse con Ciudadanos si, descartada la gran coalición, asumen el gobierno en minoría.
Las conversaciones que arrancan esta semana tendrán que servir para recomponer una relación que a nivel nacional está tocada, aunque ya está siendo testada desde el pasado mayo en gobiernos autonómicos como los de Madrid, Murcia o La Rioja. En los días posteriores a las elecciones, el PP no ha querido otorgar ningún papel especial a Ciudadanos, como sí ha hecho con el PSOE. Ahora, con el reloj más cerca de la constitución de las Cortes –será el 19 de julio– y con el "no" oficial de los socialistas, los conservadores se acercan al partido naranja sin darle especial importancia, el mismo día que Rajoy se verá con Pablo Iglesias (Unidos Podemos) pero a sabiendas de que es un importante socio potencial. ¿Por qué no se ha hecho antes? "Nuestro objetivo principal ha sido siempre convencer al PSOE. Con Ciudadanos no sumamos", justifica un miembro de la dirección nacional en conversación con infoLibre.
Al Congreso llegan este martes dos hombres que, sobre todo desde el 20D, han peleado por un sector muy similar del electorado y que, precisamente por ello, embarcaron a todo el aparato de sus respectivos partidos en marcar diferencias con el otro. El Partido Popular, en la campaña del 20D ya alertó de que votar a Ciudadanos, por muy próximos que pudieran parecer a sus votantes, era una lotería. No se sabía, decían, dónde iban a parar sus votos. La advertencia les salió redonda si se tiene en cuenta que, tras las generales de diciembre, Rivera y Pedro Sánchez (PSOE) (PSOE)se hacían la foto sellando un pacto. Los socialistas iban a intentar llegar a la Moncloa y Rivera iba a actuar como impulsor.
Esto dio mucha munición al PP de cara al 26J. No sólo pudieron presumir de haber acertado cuando advertían de que votar a Rivera era impredecible. Fueron a por todas, peinaron los resultados del 20D e intensificaron la campaña en aquellos territorios en los que votar a Ciudadanos había sido "inútil". Es decir, en las circunscripciones en las que no habían logrado escaño. En la última semana de campaña los mensajes contra Rivera y los suyos se agudizaron.
Discusión interna previa a la campaña
La dirección nacional del PP había discutido cómo tratar a C´s en campaña. En la cúpula había quienes abogaban por no desinflarlos demasiado, por no ir al ataque. Pensaban que la estrategia se les podría volver en contra y empequeñecerlos, lo que tendría después perjuicios para ellos al no sumar. También había quienes eran partidarios de "destapar" a Rivera y sus contradicciones. En un principio parecieron ganar los más moderados. Se habló de una campaña en "positivo", "propositiva". Pero a medida que fueron pasando los días se dieron cuenta de que era mejor ir a por todas y que estaba calando la llamada al "voto útil".
El punto de inflexión fue el debate, donde Rajoy comprobó que fue Rivera y no Sánchez ni Pablo Iglesias quien más la sacudió a cuenta de los escándalos de corrupción en el PP. Al presidente se le llegó a ver descolocado y casi sin argumentos, tuvo que recurrir en un par de ocasiones, para intentar desgastar a un rival que le había hecho daño, a unas declaraciones de este en el programa Salvados (laSexta) en las que había señalado que había pagado alguna vez algo en negro.
Previamente, Rivera, papeles en mano, había asegurado que, según la contabilidad de Luis Bárcenas, extesorero del PP, Rajoy había recibido 340.000 euros. Una cantidad "que podría proceder de delito". Y le recordó el embargo de 1,2 millones de euros que pesa sobre la sede del PP y los SMS de apoyo que remitió al exresponsable de las finanzas de su partido cuando ya sabía que había amasado una fortuna en Suiza.
Un Rivera 'inquisitorial'
"Le pido una reflexión [...] No le voy a llamar indecente. No le voy a insultar. Le pido una reflexión", insistió Rivera invitándole a echarse a un lado. Rajoy le respondió que eso lo deciden los votantes, que la Constitución de 1812 abolió la Inquisición y que le faltaba "un poco de humildad".
Ahora, el PP se prepara para correr un velo sobre estos enfrentamientos de campaña y empezar una relación de cero con Ciudadanos. Aseguran que ven "mejor disposición" en Rivera porque parece "haber aparcado" la "línea roja" de que Rajoy no podía liderar un Gobierno del PP porque ello suponía lanzar a los ciudadanos un mensaje totalmente opuesto a la regeneración.
Al PP le vendría bien el apoyo de Ciudadanos en la investidura, pero sobre todo necesitará de sus 32 escaños para la legislatura. Con la suma de los diputados de ambos grupos (137 y 32) sería complicado que no lograse otros apoyos puntuales para poner en marcha iniciativas legislativas.
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Ciudadanos tiene también la oportunidad de que el PP le ponga en el mapa del órgano de Gobierno de la Cámara, permitiendo su entrada en la Mesa del Congreso. Se ha llegado a hablar incluso de que si Rivera juega bien sus cartas puede lograr la Presidencia de la Cámara baja para uno de sus parlamentarios. Sería el precio que Rajoy tendría que pagar por buscar la "estabilidad" parlamentaria que reclama. Pero no sería, sin embargo, una estabilidad plena porque la mayoría está instalada en los 176 parlamentarios.
El PP confía en que Ciudadanos siga la misma pauta que el PSOE para la investidura. Y que esta pauta sea la abstención. Tienen muchas esperanzas puestas en que la ronda de contactos con el rey, que será a partir del 19 de julio, acabe por desbloquear la posición de los socialistas. Es más, para el PSOE sería más fácil abstenerse en una votación de investidura si previamente el PP logró el apoyo de Ciudadanos. Así lo confesó este domingo el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, al afirmar que si Rajoy se presenta en el Congreso con el apoyo de 170 escaños [137 del PP, 32 de C's y 1 de Coalición Canaria] "a ver quién es el guapo" que se opone.
En todo caso, el PP hará un último esfuerzo la próxima semana a la hora de trasladar al PSOE que "lo mejor para España" y para ambos partidos es la gran coalición o, al menos, un acuerdo que mantenga a salvo cuestiones como los Presupuestos, el techo de gasto, las políticas sociales y las política exterior. Defienden que es la fórmula que daría más estabilidad y que demostraría que el bipartidismo sigue vivo. Ambas formaciones, señalan, ganarían. Y Rivera sería llamado en calidad de invitado, no porque sus escaños hiciesen falta. Así Rajoy se evitaría dar alas a un partido que creen que les ha hecho daño y a un líder que ha hecho de la petición de su cabeza uno de los ejes de su discurso.