Cambio climático
Comienza el verano de 2019: más cálido de lo habitual y probable antesala de la próxima gran sequía
El verano empieza este viernes 21 de junio. Concretamente, a las 17.54 horas. Es el verano astronómico, que coincide con la posición más boreal del sol, y que durará hasta el 23 de septiembre. Otra cosa bien distinta es el verano climatológico, que responde solo a la casuística, y que se identifica generalmente con los meses de junio, julio y agosto… aunque, dados los últimos acontecimientos, el periodo se queda corto. Coincidiendo con el final de la primavera, este jueves la Agencia Estatal de Meteorología ha hecho público su balance de la estación ya pasada, en términos de temperaturas y precipitaciones, y sus predicciones para la temporada estival a punto de comenzar.
Será un verano cálido, según las estimaciones. "El escenario más probable es que la temperatura media del verano se sitúe en el tercil superior, que para el conjunto de España significa que estará, al menos, casi 0,5ºC por encima de lo normal. Aunque en algunas zonas, especialmente del noroeste peninsular, esta anomalía cálida puede llegar prácticamente a 1ºC", asegura la Aemet. Son malas noticias, pero no las peores. La agencia recuerda que el verano más caluroso del que se tienen registros, el de 2003, tuvo una temperatura media de 1,9º superior a lo normal. El periodo estival será muy similar, asegura la predicción, al de 2018, que acabó situándose 0,6º por encima del promedio.
Predicción de temperaturas del verano de 2019 en España sobre la media 1981-2010.
Las diferencias más llamativas en cuanto a las predicciones del verano de 2019 y el promedio están, en concreto, en la provincia de Cáceres y en la de León, donde el aumento de la temperatura media puede llegar a un grado. Las precipitaciones, como es habitual en esta época del año, serán escasas o nulas… y eso no sería un problema si no fuera porque, tal y como ha explicado la Aemet, la primavera de 2019 ha venido a confirmar que España está, de nuevo, en situación de sequía meteorológica. Y, estiman, se alargará hasta septiembre mínimo, donde suelen aparecer las primeras lluvias… o no.
Se ha tratado, confirman desde el organismo adscrito a Transición Ecológica, de la sexta primavera más seca del siglo XXI. Ha llovido un 15% por debajo de la media histórica. Y podría haber sido peor de no ser por las intensas lluvias que barrieron el Levante español durante abril, y que cayeron de la peor forma posible: de forma torrencial, dejando más de 200 litros por metro cuadrado en 24 horas. "La escasez de precipitaciones en primavera ha continuado la tendencia del actual año hidrológico, que comenzó el pasado 1 de octubre de 2018" y en el que las precipitaciones han sido un 15% menores que las del promedio. 2019 no ha hecho sino empeorarlo. Si tenemos en cuenta el año natural, ha llovido un 25% menos de lo normal. "En ambos casos hablamos del tercer año hidrológico y natural más seco del siglo XXI", dictamina la Aemet.
El hecho de que esté lloviendo poco, a puertas de la estación más seca del año, hace temer por la sequía más peligrosa: la hidrológica. Es decir, que más allá de las precipitaciones, el agua embalsada y disponible para su consumo se reduzca hasta límites peligrosos. La tendencia de las presas españolas es similar a la que acabó con unos niveles históricamente bajos en el invierno de 2017. Hace dos años, por estas fechas, las reservas eran similares a las actuales. Durante el verano, decayeron al ritmo habitual, hasta acabar en los últimos meses del año en una situación de auténtica emergencia.
Agua embalsada en España.
La llegada de una primavera asombrosamente lluviosa en 2018 nos solucionó la papeleta hasta alcanzar los niveles de agua embalsada de media de los últimos años. Pero la vuelta de una primavera seca hace temer lo peor. Un verano cálido, con mayor evaporación de las masas hídricas almacenadas, no ayudará a gestionar la situación. Desde el Ministerio de Transición Ecológica confirman que la declaración de sequía hidrológica depende de las cuencas hidrográficas y que, a pesar de la situación de falta de precipitaciones, hasta ahora solo la ostentan las cuencas del Segura y del Júcar, que llevan prorrogándola desde hace años.
Pero más allá de la situación del Levante español, en una situación de sequía "estructural" producto de un clima árido sumado a un régimen de consumo de recursos hídricos insostenible debido al imperio del regadío, los datos reflejan que, salvo un milagro postveraniego en forma de lluvias, España se encamina a una falta de agua similar a la histórica de 2017, donde cada vez más cuencas se encuentren con la escasez. Y está empezando a convertirse en norma, en vez de en excepción, por culpa del cambio climático.
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El escenario climático de los últimos meses y de lo que está por venir cuadra perfectamente con la influencia del calentamiento global, que no solo sube las temperaturas, sino que aumenta la frecuencia de los fenómenos extremos. La primavera ha sido tal y como se espera en un marco de cambio climático: mucho más cálida de lo habitual, con pocas precipitaciones y, las que caen, en forma de tormenta. Con agua que no solo no se puede aprovechar, sino que barre con todo lo que se encuentra a su paso camino al mar. El verano será más caluroso que lo registrado de media en las últimas décadas, con picos de calor extremo como el que, si se cumplen las predicciones, se alcanzarán la semana que viene, en el primer gran episodio caluroso estival.
Que la primavera de 2019 coincide con un escenario de cambio climático (aunque es muy difícil establecer causas y consecuencias exactas) es confirmado por la Aemet, que añade, además, que ha sido la tónica a nivel global. "Marzo y abril de 2019 han sido el segundo marzo y abril más cálidos del planeta desde que comenzaron los registros en 1880. Además, el período de 12 meses comprendido entre abril de 2018 y marzo de 2019 es el más cálido registrado en Europa", explica la agencia.
La subida de las temperaturas medias de medio grado prevista para el verano de 2019, vistos los datos a largo plazo, parece en cierto modo benigna, una tregua: los expertos aseguran que en décadas podríamos enfrentarnos a olas de calor de semanas de duración y máximas que superen los 50 grados en determinadas zonas de la Península.