La Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) finalmente se va a Ámsterdam. Barcelona estuvo en la lucha por albergarla, pero quedó eliminada en la primera ronda. El conflicto catalán ha sido utilizado para explicar las razones de que la ciudad condal se quedara fuera a las primeras de cambio, pero hay otros motivos. No son públicas las razones de los Veintisiete (Reino Unido no participaba) para descartar a la capital catalana, pero sí que es público un informe de la consultora KPMG, de marzo de este año, donde analiza las posibilidades de las grandes ciudades europeas.
KPMG cogió los criterios valorables por la Federación Europea de Industrias Farmacéuticas y Asociaciones (EFPIA) y los tradujo a parámetros medibles. El resultado: tanto Madrid como Barcelona salen muy mal paradas en publicaciones científicas, en liderazgo en innovación y en gasto en Investigación y Desarrollo (I+D), por debajo de competidores como Suecia, Austria, Alemania, Dinamarca, Bélgica, Francia o los finalmente ganadores, Países Bajos. La ciencia y la investigación en España están maltratadas, denuncian los científicos: presupuestos congelados, ausencia de promoción laboral, despidos en centros punteros a nivel internacional, fuga de cerebros al extranjero y fuga de cerebros al parofuga de cerebros: investigadores que se aúpan de la carrera académica por falta de oportunidades. La selección de la EMA es en base a un cúmulo de factores, pero a buen seguro el desprecio a la ciencia en España no ayudó a la candidatura barcelonesa.
La Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) realizó el pasado octubre un análisis los recursos destinados a I+D+i (con el añadido del tercer elemento, la innovación) contenidos en los Presupuestos Generales del Estado de este año. "La disponibilidad de fondos para la I+D se ha reducido de manera considerable, siendo más acusado el descenso en el caso de los fondos públicos. (…) La caída de los presupuestos para I+D+i ha sido superior a la caída de los presupuestos generales, lo que muestra la nula prioridad que tienen las políticas de I+D+i", concluyen. El presupuesto de España para la investigación en 2010 fue de 8.000 millones de euros y en 2017 se sitúa en un total de 6.028 millones de euros. La inversión descendió, evidentemente, por la crisis, pero no se ha recuperado a la par que la situación macroeconómica del país: se ha quedado estancada. "El manido recurso a la situación de crisis es hoy menos creíble que nunca", critica Cosce.
Tan preocupante como la falta de recursos previstos para la investigación y la innovación es la ejecución presupuestaria de dichos recursos. En 2015 no se gastó el 48% de lo presupuestado. En 2016, un 62% nunca salió de las arcas del Estado. "En los últimos años se mantiene la misma financiación, pero no se hace todo el gasto. Aprietan mucho a los gestores y se produce una reducción de inversión fuerte", explica el secretario de Comisiones Obreras (CCOO) de la Universidad de Canarias, Alberto Marín. Y la traducción de esos recortes presupuestarios a la realidad de los científicos en España es muy dura. El trabajo de los investigadores, grosso modo, se divide entre el que requieren proyectos de financiación competitiva –"si ganas proyectos, sales adelante. El que gana menos se queda sin nada"– y el funcionamiento normal del departamento. Este último es el que más sufre la carestía. "Se salvan los centros de élite en este sentido, y porque compiten a nivel internacional" puntualiza Marín. "Los que no van a ganar proyectos competitivos, esos son los que lo pasan mal".
Faltan recursos materiales... y humanos
"¿En qué se traducen los recortes presupuestarios en el día a día de la investigación en España?". La respuesta a la pregunta la tiene Manuel Castellano, portavoz de la organización Ciencia con Futuro. "Es sencillo. Si hay menos investigación, hay menos creación de conocimiento. Menos desarrollo. Y menos empresas que le dediquen recursos a ella. Repercute en el valor competitivo de nuestro propio país". Castellano pone el foco en los recursos humanos de la ciencia en España. A su juicio, maltratados. "La principal consecuencia es que los investigadores pierden su puesto de trabajo. Hablamos de un montón de gente que pierde su empleo y su carrera".
En un reciente artículo de infoLibre, se explicaba cómo la temporalidad en la investigación está institucionalizada en España y condena a la inestabilidad a miles de trabajadores. Muchos de ellos no desempeñan un trabajo temporal, por lo que bajo el pretexto de que la ciencia es así, denuncian científicos y sindicatos de Universidades y Organismos Públicos de Investigación (OPI’s), científicos de toda España no pueden albergar ni una sola certeza sobre su futuro laboral.
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Y esta semana, además, se ha desvelado que la amenaza del despido vuelve a planear sobre los empleados del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) o del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). En octubre, La Ley de Presupuestos Generales señaló a profesionales del CNIO y del CNIC, ya que la norma asegura que el encadenamiento de contratos temporales sin uno indefinido como colofón en fundaciones científicas, no estrictamente públicas, era fraude de ley. El Consejo de Ministros realizó una reforma de la Ley de la Ciencia para incluirlas que, ahora se demuestra, solo salva al 15% de los trabajadores. "Eso es lo que vendió la secretaria de Estado. Pero la ciencia tiene poco peso en el país y en el Gobierno tiene menos. Todos pensamos que valdría, pero la reforma solo sirve para determinados contratos vinculados a la Ley de la Ciencia”" afirma Marín. Explican en El Confidencial que hasta 100 científicos de centros punteros a nivel internacional podrían ser despedidos en Navidad.
Los investigadores y científicos españoles se enfrentan a un cuello de botella. Salen muy pocas plazas en la Universidad y los criterios para acreditar los méritos y optar a ellas se han endurecido considerablemente y con unilateralidad, por lo que la temporalidad se hace eterna. En las OPI’s, los presupuestos bloquean las posibilidades de contratación indefinida, por lo que muchos optan por o bien continuar su carrera académica en el extranjero (lo que se conoce como fuga de cerebros), o bien por abandonarla. No se tienen datos de ninguno de los dos fenómenos, pero las fuentes consultadas coinciden en que se trata de una sangría. "El mundo de la investigación es brutalmente competitivo y quedarte desempleado te puede lastrar el resto de tu carrera. Y a los que abandonan, las instituciones no les están diciendo qué hacer con su vida", explica Castellano.
El portavoz de Ciencia con Futuro asegura que muchos investigadores centran todos sus esfuerzos y sus ilusiones en el ámbito público y cuando se ven forzados a renunciar no saben qué hacer. Una opción es la investigación en la empresa privada, un mundo "infradesarrollado" a juicio de Castellano. "No hay cultura en el mundo empresarial español de entender que hay una proyección si apuestas por el I+D", asegura. Los datos le avalan: más de la mitad del gasto en I+D de España proviene de las empresas, pero estamos a la cola de la Eurozona en inversión en investigación y desarrollo por parte de las compañías. Castellano apuesta por explicar y hacer entender que la investigación es importante en el sector privado y que los investigadores tienen cualidades que valen de mucho en el mercado laboral, sin tener que ocultar en el currículum la tesis. Pero es difícil si lo público no ofrece oportunidades y lo privado te ignora. El conflicto catalán puede haber ahuyentado a la Agencia Europea de Medicamentos, pero la situación de España en ciencia e investigación tampoco ayuda.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) finalmente se va a Ámsterdam. Barcelona estuvo en la lucha por albergarla, pero quedó eliminada en la primera ronda. El conflicto catalán ha sido utilizado para explicar las razones de que la ciudad condal se quedara fuera a las primeras de cambio, pero hay otros motivos. No son públicas las razones de los Veintisiete (Reino Unido no participaba) para descartar a la capital catalana, pero sí que es público un informe de la consultora KPMG, de marzo de este año, donde analiza las posibilidades de las grandes ciudades europeas.