“Han sido unos días tristes, duros, sórdidos. Hemos pasado escalofríos”. Esta es la sensación que expresa una ministra del Gobierno de coalición al rememorar las horas en las que, por primera vez, el Tribunal Constitucional decidió paralizar la actividad de las Cortes para votar unas enmiendas a la macrorreforma legal.
El momento de mayor impacto se vivía la noche del lunes. Todos pendientes del Alto Tribunal, reunido de manera urgente para estudiar el recurso de amparo del PP sobre su propio sistema de elección. En la mente estaba todavía esa jornada del Congreso del jueves anterior que dejó ya a muchos en shock, pero que supuso postergar la decisión final.
Pero tocaba la hora de la verdad, ese fallo. Muchos no podían ni querían imaginarse que se pudiera dar el choque final y la paralización de la votación. Lo confesaba la propia ministra de Educación, Pilar Alegría, antes de conocerse. Nunca había pasado. Nunca. Y el sector conservador impuso finalmente sus votos (seis frente a cinco) para tomar una decisión histórica y que choca con la vida parlamentaria.
“Fue una salvajada”, como sostiene un miembro del equipo de Pedro Sánchez. Muchos nervios, qué hacer. Pero ahí se coordinaron las respuestas desde las Cortes y La Moncloa. Tres mensajes, con distintas palabras pero con el mismo sentido por parte de Meritxell Batet, Ander Gil y Félix Bolaños. Se acataba el fallo pero se criticaba duramente la manera de proceder del Tribunal Constitución. Y no se iban a quedar con los brazos cruzados: las Cámaras se personarían y el Gobierno buscaría un plan b.
El contacto entre Sánchez y Díaz: "Cabeza fría"
Pero a la vez había una preocupación. ¿Cómo se iba a reaccionar por parte de sectores políticos y de la sociedad? Según fuentes gubernamentales, durante esas horas hablaron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Coincidieron los dos: eran momentos de tener “la cabeza fría” y mostrar “firmeza y serenidad”.
Una de las preocupaciones eran las señales que llegaban desde sectores de Podemos abriéndose a una posible desobediencia. La titular de Empleo placaría eso con una reunión al día siguiente con representantes del espacio confederal. También los otros grupos de la izquierda mostraron su intención de acatar pese a la gravedad que representaba el fallo inédito.
Las críticas eran públicas y privadas al TC por parte de todos los parlamentarios de la izquierda. Integrantes de los partidos de la coalición no dejaban de repetir que esto va a suponer un antecedente “peligroso” y que el PP había ido demasiado lejos, provocando esa paralización en las Cortes. Los paralelismos con la actuación de Donald Trump fueron constantes.
El Senado era el epicentro político: la reforma siguió su curso el martes, sin las enmiendas tumbadas. En el PSOE tenían claro que no se podía parar el resto del texto y se hicieron consultas con los letrados. Pero esa indignación inicial ha ido madurando también a los largo de los días y no se ha rebajado, a pesar de que se intenten contener las formas. Una de las cosas que más les duele es la “indefensión palmaria” al no haber dado el TC sus argumentos para frenar una parte de la gran reforma legal.
Indignación con el TC y autocrítica en privado
“Juez y parte”, critican miembros del Gobierno en privado también sobre la actuación de Pedro González-Trevijano y Antonio Narváez al no haberse apartado de una causa que les implica directamente. A la vez durante los días posteriores a la decisión se multiplicaron los contactos entre los grupos para ver qué se podía hacer. “Es un escándalo”, resumen fuentes del Ejecutivo.
La opción que ha ganado finalmente es la de presentar próximamente una proposición de ley con las enmiendas tumbadas. Y diputados de distintos colores en sus conversaciones con el PSOE les hicieron llegar su disposición a firmar también el nuevo texto (de hecho, Más Madrid registró una propuesta así en la Cámara Baja). Otras ideas que manejan para darle más fuerza aún simbólica es que haya una foto de todos los partidos el día que se presente para dejar clara la incomodidad y la vergüenza que les produce que el TC impida debates.
En privado también algunos diputados socialistas reconocen que a lo mejor se debían haber hecho las cosas de otra manera, en referencia a la tramitación parlamentaria. En una reunión la semana anterior en el Congreso, Odón Elorza lo expresó ante sus compañeros. Patxi López repitió a los suyos que había que aguantar y defender el texto. Miembros del grupo parlamentario en el Congreso comentaban en los pasillos que estaban deseando que acabe ya el año. “Es que parece que vamos de marrón en marrón y no podemos vender todas las cosas buenas que está sacando el Gobierno”, subraya una diputada.
“Ha sido todo una barbaridad”, comenta una senadora con muchas décadas a sus espaldas de trabajo parlamentario. Y la sensación que tienen muchos socialistas es que al PP “se le ha ido de las manos”. De hecho, interpretan que Feijóo volvió a hablar de malversación y sedición durante el debate en el Senado para intentar tapar lo que había provocado con su recurso para parar la actividad parlamentaria.
El presidente preparó muy concienzudamente ese cara a cara del miércoles contra Feijóo en la Cámara Alta, en pleno choque de poderes y ante un desafío parlamentario que nunca se había vivido en el país. Tenía claro que había que dejar constancia de que el líder del PP había querido “enmudecer a las Cortes”. Pero, a la vez, buscó trasladar otro mensaje de cara a los ciudadanos: “El Parlamento va a hablar”.
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Sánchez ha dado la instrucción de acelerar esa proposición de ley y de que se saque adelante, habilitando el mes de enero en las Cortes si hace falta, el nuevo sistema de elección, que implica rebajar la mayoría de tres quintos dentro del Consejo General del Poder Judicial para elegir a sus dos miembros del Tribunal Constitucional. Lo que ha descartado es también aprovechar, como pide Podemos, el nuevo texto para cambiar también la mayoría en el Parlamento para renovar el CGPJ.
El presidente ve al PP en esa estrategia a lo Donald Trump y cree que Feijóo se ha mimetizado ya con Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. El presidente sigue queriendo poder renovar el CGPJ, pero no ve señales de que el Partido Popular busque volver a hablar. Una de las cosas que más han indignado al jefe del Ejecutivo en las últimas horas es el tuit que puso el principal partido de la oposición diciendo que les había tocado el Gordo a los agresores sexuales con el actual Gobierno.
Han sido unos días duros y difíciles para el Gobierno y muchos parlamentarios de la izquierda. Un hecho insólito. Y hay preocupación también por la deriva del Constitucional a partir de ahora, teniendo en sus manos recursos clave que afectan a derechos. Por eso, la sensación es que hay que moverse rápido para cambiar las mayorías. No obstante, ahora el foco en La Moncloa está puesto en el paquete de medidas que aprobará el Consejo de Ministros del martes, fijándose especialmente en aquellas destinadas a contener el precio de algunos alimentos. En ello lleva trabajando intensamente un tiempo la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sin dar pistas.
“Han sido unos días tristes, duros, sórdidos. Hemos pasado escalofríos”. Esta es la sensación que expresa una ministra del Gobierno de coalición al rememorar las horas en las que, por primera vez, el Tribunal Constitucional decidió paralizar la actividad de las Cortes para votar unas enmiendas a la macrorreforma legal.