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La estrategia del PP

Feijóo busca alimentar la interlocución directa con el Gobierno para compensar su ausencia del Congreso

este domingo en la Feira do Cocido, en Lalín (Pontevedra).

Alberto Núñez Feijóo tiene un plan y su intención es no desviarse de él ni un milímetro. El nuevo líder del PP, a diferencia de su antecesor, Pablo Casado, no gobierna el timón de Génova 13 siguiendo la corriente de la actualidad. Se ha fijado una hoja de ruta muy pegada a la situación económica, en especial a la pérdida de poder adquisitivo que sufren las rentas medias y bajas, y se ciñe a un guion a través del cual confrontar el real decreto de medidas del Gobierno para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania con sus propias propuestas, entre las que destaca una reducción temporal del IRPF para compensar la inflación.

Con esa estrategia Feijóo busca no solamente poner el foco sobre los problemas económicos, el escenario más favorable a sus intereses de cara a las elecciones que vienen, sino establecer una interlocución privilegiada y permanente con Pedro Sánchez y con el Gobierno con la que suplir la desventaja de no tener escaño en el Congreso. 

El nuevo líder del PP necesita que su imagen como antagonista de Sánchez crezca, así como la de su partido como alternativa reconocible para los ciudadanos. Y el equipo de Feijóo confía en esta estrategia no sólo para hacer frente con eficacia al Ejecutivo sino para empezar distanciarse de Vox, un partido que continúa instalado en la movilización en la calle, en el rechazo sistemático de todo lo que venga de la Moncloa y en la intransigencia hacia cualquier diálogo con un Gobierno que considera ilegítimo. 

Sobre todo ahora que ya hay fecha para las elecciones andaluzas y los de Santiago Abascal han anunciado que buscarán un desenlace parecido al del Castilla y León: “No habrá más cheques en blanco”, proclamó este lunes el portavoz de Vox, Jorge Buxadé, descartando así la posibilidad de volver a limitarse a facilitar la investidura de Juanma Moreno, como hicieron en 2018. 

El PP de Casado disputaba a la extrema derecha el perfil de oposición dura pero el de Feijóo ya no lo hace. Todo lo contrario. Este lunes la nueva dirección de Génova 13 redobló su disposición a facilitar —votando a favor o absteniéndose— la aprobación del real decreto del Gobierno de medidas para paliar las consecuencias económicas y sociales de la invasión rusa de Ucrania siempre y cuando Sánchez abra una negociación antes del jueves —el día de la votación—en torno a las propuestas que el líder del partido le hizo llegar el viernes.

Las condiciones

El PP quiere un acuerdo, aunque sea de mínimos, antes del jueves. No le sirve dejarlo para después, cuando el real decreto se tramite como proyecto de ley, porque ya saben que eso no es una garantía de que alguna de sus medidas acabe viendo la luz. Quieren que el Gobierno tramite, también por la vía de urgencia, las propuestas que esté dispuesto a aceptar. 

Juan Bravo, vicesecretario de Economía y consejero de Hacienda en Andalucía, condicionó en rueda de prensa el voto del PP sobre el real decreto a esa negociación y, eventualmente, a que el Gobierno haga suyo al menos una parte de la propuesta de Feijóo. El PP está dispuesto a facilitar la convalidación de las medidas del Gobierno, de la que depende entre otras cosas la continuidad del descuento de 20 céntimos por litro del que se benefician los consumidores de gasolina y diésel, siempre y cuando Sánchez acepte escenificar un acuerdo con Feijóo.

El portavoz del PP subrayó que, más allá de la rebaja de impuestos en el IRPF, la propuesta de su partido incluye medidas que deberían perfectamente aceptables para el Gobierno. “Siéntense a negociar. Se lo hemos demostrado por escrito y estamos abiertos a demostrárselo en una reunión en la que podamos poner todos los argumentos encima de la mesa”, declaró. “No es creíble que no haya ninguna propuesta de nuestro documento que no se pueda aplicar”.

“La respuesta hasta la fecha ha sido silencio o incluso desprecio, ya que se llegó a criticar incluso antes de tener el documento”, se quejó Bravo. El dirigente conservador criticó que el Ejecutivo haya tenido disponibilidad para reunirse con las Generalitat “un domingo” por el supuesto espionaje a cargos independentistas, pero “aún no haya encontrado tiempo” para dar una respuesta al PP que esperó durante todo el fin de semana. Fuentes de Génova sostienen que el partido se mantuvo activo y disponible sábado y domingo esperando una comunicación del Gobierno que no llegó. Y que todavía esperan.

A favor de la estrategia del PP juega una circunstancia inesperada: la resistencia de Esquerra a apoyar el real decreto después de conocer que el Gobierno, según algunas informaciones, habría espiado ilegalmente a dirigentes de independentismo. El riesgo de perder esa votación ha revalorizado de pronto los votos del principal partido de la oposición porque de su apoyo o abstención puede depender, ahora sí, que las medidas se convaliden y no queden anuladas. 

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El distanciamiento de ERC, insatisfecha con las explicaciones que le ha ofrecido la Moncloa, sitúa a Feijóo ante el dilema de dejar al Gobierno ante una derrota que demuestre su debilidad parlamentaria y acorte su vida o, por el contrario, ofrecerle una salida en nombre del interés de los ciudadanos que consagre la imagen que el PP quiere proyecto de su líder como un hombre de Estado.

La interlocución permanente y privilegiada con el Gobierno es una prioridad para Feijóo, forzado a escenificar iniciativa y diálogo fuera de un Congreso del que no forma parte. Sobre todo en materia económica, donde trata de jugar un papel proactivo que al mismo tiempo ponga al Ejecutivo ante sus contradicciones internas, sino también en asuntos como el del supuesto espionaje. 

Si Sánchez quiere desbloquear la constitución de la comisión de secretos oficiales del Congreso para dar viabilidad al único espacio institucional en el que es posible que el Centro Nacional de Inteligencia explique si ha espiado y cómo a dirigentes independentistas, el PP está dispuesto a hablar, pero exige un diálogo previo con sus representantes. Y que Moncloa comparta con Feijóo al menos las mismas explicaciones que este fin de semana han trasladado al Govern de la Generalitat y a través de él a Esquerra.

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