El gran reemplazo

Me he entretenido un rato leyendo el último  Boletín Estadístico del personal al servicio de las administraciones públicas de julio de 2024, que se publica desde 1990 y forma parte del Plan Estadístico Nacional.

He indagado buscando evidencia con la que constatar sensaciones personales y localizar algún dato con el que ilusionar y orientar a la chavalada de 15 años que esta semana ha participado en un programa de inmersión en mi centro de trabajo. 

Las sensaciones personales son estas: en mi anterior centro de trabajo no era habitual hablar de nuestros padres y madres. Era más habitual hablar de nuestros hijos e hijas. En mi actual centro de trabajo es más habitual interesarse por los ascendentes que por los descendientes cuando las conversaciones giran en torno a la conciliación y a los cuidados. La conciliación en mi nuevo ecosistema laboral es imprescindible para cuidar a los mayores, cuando en mi ecosistema laboral de procedencia lo era para cuidar a los menores. 

He clasificado en tres los datos ilusionantes. El primero es que hay en España tres millones de personas al servicio de la ciudadanía a través de su trabajo en las administraciones públicas. Poco más de medio millón (el 18% del total), contratadas por el Estado ya sea para integrar la Administración General del Estado (AGE), las Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o la Administración al servicio de juzgados y tribunales. Cerca de dos millones (61%) integran los servicios públicos prestados por las comunidades autónomas (sanidad, educación y muchos otros), y seiscientos y pico mil (21%) de los ayuntamientos, diputaciones, cabildos insulares y otras de ámbito local.

La calidad de los servicios públicos se ha ido deteriorando por falta de efectivos. Llámalos médicas/os, enfermeros/as, maestros/as, trabajadoras/es sociales o inspectoras/es de Hacienda

Tres millones, que son pocos para todo lo que tienen que hacer. Recordaréis que en los años de la Gran Recesión nos familiarizamos con el concepto de “tasa de reposición” por la vía de los hechos, porque se limitó al 10% en la ley de los Presupuestos Generales del Estado de 2011. De este modo, por cada diez personas empleadas en el sector público que se jubilaban, solo se podría convocar una plaza en nuevas oposiciones. Así, y durante más de una década hasta que en 2023 se fijó en el 110% como norma general para “compensar” la sangría de años anteriores, la calidad de los servicios públicos se ha ido deteriorando por falta de efectivos. Llámalos médicas/os, enfermeros/as, maestros/as, trabajadoras/es sociales o inspectoras/es de Hacienda. 

El segundo dato ilusionante está en el Estudio sobre el envejecimiento de las plantillas en la AGE 2021 y proyección futura a 2031, que arrojaba que el 65 % de efectivos tiene 50 años o más (más del doble que en el conjunto de personas asalariadas). Contrasta una edad media de 44 años para las personas ocupadas con los 52 años del subconjunto de empleadas/os públicas. No en vano, la española es la segunda plantilla pública de la OCDE más envejecida, solo superada por Italia.

Tener 50 años o más es fantástico. Que en 10 años más del 50% de los y las servidoras públicas esté jubilado, también, pero es un escenario anticipado por los datos para el que debemos prepararnos. 

El tercer dato ilusionante es que “ser funcionario/a” es el tipo de figura social que una de cada tres personas en España elegiría ser si pudiera, y nada menos que para casi la mitad de la generación Z (esa que nació entre 2000 y 2010, aproximadamente), según el informe Trends Review 2025 titulado “El bienvivir” de VML The Cocktail. 

Zennials -hoy adolescentes cursando la ESO- que tendrán alrededor de 25 años dentro de 10, que habrán alcanzado mayoritariamente una titulación técnica o universitaria, que habrán superado unas oposiciones y a quienes esperamos con los brazos abiertos para que formen parte de unas administraciones públicas imprescindibles para el bienestar de todos. 

Aprovechemos estas tendencias demográficas, la previsible total eliminación de la tasa de reposición en los próximos PGE y las preferencias personales para preparar el gran reemplazo rejuvenecedor y, en la medida de lo posible, que se cuide y fomente la convivencia entre cohortes y generaciones, porque tenemos mucho que aprender unas de las otras.

Por cierto: a tres millones de efectivos asciende también el personal de la administración federal de los EEUU (sin incluir Fuerzas Armadas) que la motosierra del energúmeno de Musk está esquilmando de forma libertaria, por describir el esperpento de forma suave.

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Verónica López Sabater es economista y consejera de la Cámara de Cuentas de Madrid.

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