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Europa camina hacia la reducción de jornada mientras en España la patronal permanece parada

EUROCOPA

Starmer y Sánchez, los jugadores número doce: la geopolítica también juega en la Eurocopa

Downing Street engalanada con banderas inglesas por la final de la Eurocopa y Pedro Sánchez junto a Olaf Scholz en el partido entre Alemania y España.

“Inglaterra sólo gana el Mundial cuando gobierna el Partido Laborista”. Esta frase, pronunciada hace casi 60 años por el por entonces primer ministro británico, Harold Wilson, sigue tan vigente a día de hoy como en 1966. En ese año, una selección británica liderada por los míticos Bobby Charlton y Bobby Moore se hacía por primera vez (y hasta ahora única) con un Mundial del deporte que ellos mismos inventaron. Solo 3 meses antes, Wilson había ganado la reelección y rápidamente trató de usar simbólicamente ese triunfo de forma política, ligando su éxito electoral con el del equipo nacional. 

Sin embargo, solo 4 años después de esa victoria, el fútbol le daría a Wilson de su propia medicina. El mandatario decidió adelantar las elecciones, seguro de un nuevo triunfo que ampliara su mayoría, pero, en este caso, la moneda le salió cruz y el laborista fue derrotado de forma sorpresiva por los conservadores, liderados por Edward Heath. Un revés electoral tan inesperado que Wilson lo explicó también acudiendo al deporte rey: solo 4 días antes de las elecciones, Inglaterra había sido eliminada del Mundial de 1970 por Alemania Federal después de que los germanos remontaran en la prórroga el 2-0 de los ingleses. El resultado final de 3-2 se llevó por delante a la mejor generación de la historia del fútbol británico y también las esperanzas de Wilson de ser reelegido. Para el primer ministro, el electorado, deprimido y abatido por este resultado, había castigado a los laboristas, dando la vuelta a unas encuestas que le habían dado ganador durante toda la campaña. Pero las palabras de Wilson no fueron las excusas de un mal perdedor. Ya meses antes de la derrota, el premier confesó al Ejecutivo sus temores de que una derrota de la selección en el Mundial pudiera dañar las expectativas del Gobierno para repetir.

Más allá de las teorías del político laborista, que volvería al poder en las siguientes elecciones, es obvio que el fútbol tiene una trascendencia fundamental en lo político. Su público masivo, el sentimiento de hermanamiento nacional que suele surgir en los torneos internacionales y el constante diálogo entre la política y el deporte rey hace que en estos campeonatos no solo se jueguen en el terreno de juego. “La Eurocopa es más una competición geopolítica que deportiva. Si nos vamos a los orígenes, sus fundadores pensaban que un campeonato entre los países europeos sería un campo neutro perfecto para aliviar tensiones geopolíticas en un mundo sumido en la Guerra Fría”, explica Narcís Pallarès-Domènech, politólogo, analista de geopolítica y autor de El gran juego. Un análisis geopolítico del fútbol contemporáneo

El simbolismo de la selección española

La Eurocopa de este 2024 ha vuelto a demostrar el poder del deporte rey para crear narrativas políticas y la capacidad de los Ejecutivos para usarlas. “Electoralmente no sé si se puede capitalizar, pero está claro que a todos los Gobiernos les gusta que sus selecciones nacionales cosechen éxitos mientras están gobernando. Sobre todo porque esto implica, en cierta forma, que lo van a poder patrimonializar para así reforzar sus posiciones internas o de prestigio internacional”, señala Ramón Usall, profesor y autor de Futbolítica: una vuelta al mundo a través de clubes políticamente singulares.

En España, por ejemplo, la selección ha simbolizado durante todo el torneo la diversidad del país y la integración migratoria con las figuras de Lamine Yamal y de Nico Williams, dos personas racializadas, hijos de inmigrantes y, en el caso del jugador del Barça, procedente de un barrio que Vox llamó “estercolero multicultural”. A Usall, de hecho, le resulta paradójico cómo la selección, icono antaño del nacionalismo español, es ahora repudiada por la extrema derecha precisamente por su diversidad. “Por primera vez, en la selección nos encontramos con una generación de jugadores que son hijos de la inmigración, lo cual puede generar una adhesión entre sectores jóvenes que pueden ver cómo ese equipo se parece mucho más a la realidad en la que ellos viven”, dice el profesor. Un debate que, además, ha surgido en paralelo a la ruptura de Vox con el PP en los gobiernos autonómicos por el reparto de menores migrantes no acompañados.

Otra de las narrativas que ambos escritores ponen sobre la mesa es la territorial. Desde su creación, la selección ha servido para conseguir una mayor adhesión nacional en lugares como Cataluña o el País Vasco, donde tradicionalmente es difícil lograrla mediante métodos políticos. En un momento donde la amnistía y la llamada agenda del reencuentro del Gobierno están en medio del debate público, ambos analistas piensan que una victoria de España en la Eurocopa puede tener un gran poder simbólico para el Ejecutivo.

A esto contribuye que muchas de las estrellas de la selección proceden, precisamente, de Cataluña y del País Vasco, pero no toda la explicación está en los jugadores. “Recuerdo una anécdota de cuando la selección española volvió a jugar por primera vez en Cataluña en 2022 después de casi 20 años de ausencia. En ese partido, se exhibieron con total naturalidad símbolos y banderas españolas y hubo un gran ambiente. Tras ese éxito, Pedro Sánchez aprovechó para recriminarle al PP su gestión del conflicto catalán, comparando el 1 de octubre y los disturbios con lo sucedido en ese partido, intentando ejemplificar cuánto habían cambiado las cosas bajo su mandato", explica Usall.

Sin embargo, ¿cómo deben los políticos comportarse ante este poder simbólico? Para Aner Ansorena, consultor de comunicación política y CEO de Hauda Comunicación, lo mejor es ser consecuente con quién eres. “Es recomendable celebrar o sentirse orgulloso de ello, pero también tiene mucho que ver con cómo construyes tu marca política”, comenta Ansorena. Por ejemplo, algunas de las fotos más virales del presidente francés, Emmanuel Macron, fueron las de sus efusivas celebraciones durante la victoria de Francia en el Mundial 2018. El mandatario siempre se ha mostrado cercano e interesado por el fútbol, llegando incluso a usar su influencia para tratar de convencer a Kylian Mbappe para que renovara por el PSG. “Eso sí, si comunicas de forma descuidada e, incluso, si te pueden sacar declaraciones antiguas contrarias al fútbol, puede quedar muy obvio que quieres hacer una utilización política de la victoria, lo cual no da precisamente una buena imagen", zanja Ansorena.

Von der Leyen también juega la Eurocopa

Si en España el poder simbólico de la selección durante el torneo ha sido enorme, la otra selección finalista, Reino Unido, no se ha quedado atrás. Después de 14 años de gobiernos conservadores, justo en medio de la Eurocopa, las elecciones del 4 de julio devolvieron el poder a los laboristas. Esto significa, por una parte, que si la frase de Wilson es premonitoria, España debe estar preocupada, y por otra, ya entrando en el terreno político, que los votantes ingleses eligieron abrir un tiempo nuevo en Reino Unido

Es curioso cómo el gobierno de Keir Starmer no ha parado de aludir al fútbol para ejemplificar esa nueva era que pretende comenzar en Inglaterra con sus reformas. “Reino Unido no ha fallado un penalti bajo mi gobierno”, bromeó el primer ministro tras la victoria en los penaltis de la selección ante Países Bajos en cuartos de final, recordando la mala suerte de los ingleses desde la pena máxima en la última Eurocopa, donde perdieron ante Italia en la final con un fallo de Bukayo Saka en la tanda de penaltis. Aunque fue Joe Biden quien fue aún más lejos durante su primer encuentro con Starmer, atribuyendo al nuevo premier “todo el mérito” de que Reino Unido hubiera llegado a la final.

“Esta Inglaterra es, en cierta manera, un país que tiene una mirada crítica sobre la última década y en particular sobre el el Brexit, y que puede conseguir, paradójicamente, un gran éxito internacional en una competición futbolística de carácter paneuropeo”, explica Usall, que igualmente cree que conseguir el título puede simbolizar la recuperación de unas posiciones de mayor entendimiento con Europa que el Brexit rompió. Una línea, además, en la que parece posicionarse en estos primeros días de gobierno la administración de Starmer.

Pero si en algún país el acercamiento a Europa ha estado en el centro del debate durante la Eurocopa ha sido en Georgia. Pallarès-Domènech explica cómo, en este lugar del Cáucaso, su exitosa selección (que fue eliminada por España tras llegar a octavos, algo inédito para ellos) se ha convertido en un auténtico icono para el europeísmo georgiano en un momento crítico para el país. Estos últimos meses, Georgia aprobó una nueva ley de agentes extranjeros, la cual es vista por buena parte de la Unión Europea como un acercamiento a Rusia. La ola de protestas proeuropeas derivadas de su aprobación, algunas de las más masivas de su historia, ha convertido a Georgia en otro campo de batalla contra Rusia. En esa lucha, el fútbol ha caído del lado europeísta.

En el caso francés también la Eurocopa ha tenido una gran carga política. Los mensajes en contra de la extrema derecha por parte de muchas de sus estrellas, desde Marcus Thuram hasta Kylian Mbappe, y sus celebraciones por el triunfo del Nuevo Frente Popular, han protagonizado algunos de los momentos más destacados de la campaña. “No sé si Macron al convocar las elecciones había calculado que se jugaba la Eurocopa, pero desde luego, tanto las posiciones de los jugadores como el debate político abierto con ellas le beneficiaron mucho", comenta Pallarès-Domènech.

Los PIGS al poder

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En este siglo, la Eurocopa también ha servido para dar la vuelta al tablero geopolítico europeo. Desde que Francia ganara el título en el año 2000, todos los campeones de la Eurocopa han sido países del sur de Europa, los llamados despectivamente PIGS (cerdos en inglés y acrónimo de Portugal, Italia, Grecia y España) durante la crisis económica de 2008. Pese a que estos países eran vistos geopolíticamente como Estados de segunda e incluso ruinosos por parte de las potencias económicas europeas como Alemania o Francia, en el fútbol las cosas cambiaban completamente. Grecia en 2004, España en 2008 y 2012, Portugal en 2016 e Italia en el 2021, han conseguido un auge que ha roto el tradicional eje franco-alemán dominante no solo el fútbol sino también en la política.

Este año, de hecho, España tiene la posibilidad de continuar el dominio del despreciado sur de Europa ante uno de esos países que miraba con recelo los problemas económicos de las naciones mediterráneas. “El fútbol tiene ese elemento irracional que permite a los países con una situación más crítica tener una alegría. Una victoria en la Eurocopa ayuda a la autoestima patria y al prestigio internacional, un poco lo que le pasó a España durante su ciclo victorioso entre 2008 y 2012. Eso sí, también tiene un poco de pan y circo, porque es una alegría que al final no da de comer”, arguye Usall.

Un matiz que hace recordar la famosa comparecencia de Mariano Rajoy donde, después de anunciar el rescate financiero a España, comunicaba que se iba a ver a la selección española jugar la Eurocopa de 2012 porque la situación económica “estaba resuelta”. Doce años después la posición de España es bien distinta, así que, parafraseando también a Rajoy, seamos optimistas con la final, porque no serlo sería "de tontos… y de pesimistas".

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