Talento a la fuga

“Somos la generación que se iba a comer el mundo y se lo come, pero fuera de España”

“En España los doctores trabajan el triple de horas de lo que dice su contrato”

No les importó recorrer los 17.000 kilómetros que separan España de Australia. Ni, dada la critica situación de la ciencia en nuestro país, tuvieron miedo de recomenzar su carrera de investigadores al otro lado del globo. Patricia Carreira y Francisco Sánchez, dos jóvenes biólogos moleculares, decidieron dar el salto a las antípodas en un país que se encuentra también en las antípodas en el apoyo a la inversión en I+D. Con sus doctorados bajo el brazo, son un claro ejemplo de una generación de científicos que, como denuncian, triunfa en el extranjero mientas que en España no se le abren más puertas que las de una emigración sin fecha de retorno. Una generación a la que dan voz para InfoLibre desde la ciudad de Brisbane, la tercera más grande de la que se conoce como la nación más feliz del mundo.

Francisco y Patricia comparten desde hace más de un año destino, especialidad e incluso jefes. También comparten el haberse enfrentado en su momento a la precaria situación laboral de los investigadores españoles, la falta de oportunidades para desarrollar actividades científicas y la crítica situación de una I+D+i en claro retroceso. Y aunque ambos reconocen que podrían haber encontrado empleo en España, la falta de expectativas les empujó a desarrollar parte de sus carreras en el extranjero: “Es cierto que me marché porque cuando terminas la tesis se espera que te vayas. Era algo que tenía asumido. Pero también te digo que la última temporada en España fue dura. La situación económica, la crisis, la suma de recortes, todo te desanima para quedarte allí”, explica Francisco. Un desánimo que le llevó al punto de perder toda voluntad de continuar en España: “Cada vez que escuchaba las noticias me deprimía. Llegué a cambiar la emisora en el coche y a empezar a hacer oídos sordos porque ya no me apetecía quedarme en mi propio país”. 

“En España hay doctores con contratos de licenciados”

Como Francisco, Patricia admite haber perdido las esperanzas de encontrar una plaza a la altura de su formación conforme se introducía en el mercado laboral. “Tuve la fortuna de conseguir una beca de Formación de Personal Investigador (FPI) para trabajar en un laboratorio de Granada. Pero antes de solicitarla me puse en contacto con otros doce laboratorios y en casi todos ellos la beca ya tenía una persona que iba a ser candidato”. Patricia habla también de la precariedad y la incertidumbre en la que se encuentran los investigadores, obligados a trabajar en muchas ocasiones con contratos muy por debajo de su preparación. Una situación que comparten con los millones de jóvenes salidos al mercado laboral en plena reforma laboral. “Conocemos a doctores en España que están trabajando con contratos de licenciados. Y hay que valorar a toda la gente que hace tesis en universidades sin haber recibido un solo duro. Y son muchos, porque en España realmente no hay un catálogo, ni hay constancia de cuánta gente está haciendo la tesis doctoral. En cualquier otro país del mundo a la hora de matricularte en cualquier doctorado, el laboratorio tiene que explicar cómo va a pagarte. En España, no“.

Tras dos años trabajando en Australia y con otros dos por delante en su contrato, Patricia ya disfruta de la residencia permanente. Las condiciones laborales que ha encontrado allí, en una nación que no conoce prácticamente el desempleo y que ocupa la segunda plaza entre las de mayor desarrollo humano, la han alejado casi definitivamente de la idea de retornar a España. “¿Cuáles son las opciones para volverte a España a trabajar como doctor sabiendo que vas a estar cobrando menos de lo que deberías y trabajando el triple de horas de las que constan en el contrato?”, se pregunta Patricia que, añade: “Si me ofrecen prolongarme el contrato, yo me quedo. ¿Echo de menos España? Sí ¿Echo de menos la investigación en España? No tanto. Los científicos españoles es gente que trabaja muchísimo publicando artículos muy buenos en unas condiciones de investigación malísimas. La gente lo está intentando, pero no hay soporte ni infraestructura para la ciencia.”

“Decidí marcharme al extranjero porque en España no tenía nada”

“Decidí marcharme al extranjero porque en España no tenía nada”

Unas condiciones que contrastan con las que se han encontrado en Australia, de la que Francisco pondera el reconocimiento social y económico que da a sus científicos: “Aquí solo un 20% aproximadamente de la población disfruta de un salario por encima del de un científico. No creo que eso suceda en España”, al tiempo que valora la flexibilidad de la que disfruta. “El horario aquí te lo pones tú, no tu jefe”. Como explica Patricia, “aquí lo que se valora son los resultados al final de la semana, no que estés tantas horas con alguien controlándote”.

Ahora, los caminos de Patricia y Francisco, tras más de un año como compañeros parecen separarse. Francisco, que reconoce “no tener ganas de volver a España” termina la beca de la que disfruta en Australia mientras que ella, con dos años aún por delante, apuesta por continuar su carrera en el extranjero. Pero ambos comparten todavía el mismo diagnóstico sobre un país que, desde fuera, ven “mal y con tristeza”. Una tristeza propiciada por una situación de la ciencia que no entiende de recuperaciones, ni de salidas de la crisis, ni tampoco de retornos: “La fuga de cerebros no es que la gente se vaya. La fuga de cerebros es que los cerebros no van a volver. No se van a traer nada de lo que hayan aprendido fuera”. Algo que Patricia confirma: “Al Estado le hemos salido muy caros. Los cinco años de carrera, más los dos años de postgrado, más los cuatro años de beca de investigación. Todo el dinero que ha se ha invertido en mí para que España no vaya a recuperar ni un duro en impuestos, porque voy a estar fuera”.

Una inversión perdida para una generación perdida que, como concluye Patricia, ha visto como “se recortó en ciencia en el momento en el que acababa de traer a gente muy buena prometiéndoles unas opciones de futuro, gente que venía a establecer sus laboratorios aquí y que querían volver. Y esa gente se ha vuelto a marchar engañada". "A los que se han ido después –prosigue– les van a tener que prometer de todo para que regresen, porque han visto lo que les ha pasado a los otros, y en ciencia aprendemos de los experimentos y el experimento fue la generación anterior. Nosotros somos la generación que pensaba que se iba a comer el mundo, y se lo está comiendo, pero fuera de España”.

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