El esqueleto del guión es siempre el mismo. La presencia de un submarino nuclear británico se hace evidente en Gibraltar, normalmente por una denuncia ecologista o algún problema técnico que convierte la situación en inocultable; el Ministerio de Exteriores expresa su malestar, o su protesta, o solicita información. Cunde la preocupación en el Campo de Gibraltar. El submarino termina por marcharse, tiempo después, tras algún encontronazo diplomático que no va a mayores. Y al tiempo llega otro. En ocasiones el guión adquiere perfiles más inquietantes. Por ejemplo ahora: el submarino HMS Ambush colisionó el miércoles a las 13.30 horas con un buque mercanteHMS Ambush durante unas maniobras en la costa de Gibraltar, tras lo cual se dirigió al puerto de la colonia británica para ser sometido a controles detallados. Según el comunidado de la Royal Navy, el submarino sufrió daños externos, no en su "planta nuclear". No hubo heridos.
El hecho: un submarino nuclear ha tenido un accidente en el Estrecho de Gibraltar. La Royal Navy anunció la apertura inmediata de una investigación sobre lo ocurrido. El Servicio de Información del Gobierno de Gibraltar en España, consultado por infoLibre, señala que las autoridades del Peñón nada tienen que aportar al asunto, y remite a una comunicación de la Defensa británica que apunta: "That is not a similar situation as HMS TIRELESS". Es decir, esto no es como el caso del Tireless, un submarino nuclear británico clase Trafalgar que en 2000 sufrió una pérdida accidental de refrigerante en el reactor, por lo que atracó en el Puerto de Gibraltar. Lo que debían ser unas reparaciones sencillas y breves de una pequeña grieta resultaron ser arreglos de alto calado, con lo que el submarino estuvo un año en Gibraltar, generando una notable tensión diplomática entre los Gobiernos de España y Reino Unido.
Desde entonces los sucesivos ministerios de Exteriores españoles han puesto el acento en la necesidad de evitar un hecho similar. El riesgo de un accidente con consecuencias nucleares es inevitable cuando hay reactores en movimiento. El Gobierno español ha pretendido minimizarlos. La ofensiva diplomática para evitar un nuevo Tireless comenzó el mismo día –2 de mayo de 2001– en que el buque que acongojó a todo el Campo de Gibraltar salió del puerto. Pero los hechos demuestran que la sombra de un nuevo caso Tireless no está disipada.
"Gibraltar es un puerto militar y por lo tanto se hacen maniobras militares. Y no las anuncian, ni a la opinión pública ni tampoco al Gobierno. Sólo avisan con grandes maniobras, como la Triple Juncture. O cuando los movimientos interfieren con buques, pesqueros, turistas... Si no, lo hacen sin preguntar ni consultar. ¿Tú imaginas a la Marina británica anunciando qué hacen sus submarinos nucleares? No, claro que no", explica Cristóbal Orellana, miembro de la Red Antimilitarista y No Violenta de Andalucía.
A su juicio, la reacción del Gobierno español sólo pretende aparentar un conocimiento y dominio de la situación que en realidad no existe, y una firmeza que no puede mantener cuando Reino Unido adopta la política de hechos consumados. Orellana recuerda que la pregunta del referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN vinculaba el 'sí' a requisitos como la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España –que actualmente no se cumple en las bases de Rota y Morón– y a la "prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español". Orellana cree que el Gobierno no vela adecuadamente por el cumplimiento de este requisito, y que no está suficientemente informado de si hay submarinos nucleares en el Estrecho y qué hacen.
"Explicaciones urgentes"
El Ministerio de Exteriores solicitó este jueves "explicaciones urgentes" a la Royal Navy. El Gobierno emitió públicamente algunas señales con una cierta carga contradictoria. Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía (PP), afirmó desde El Ejido (Almería) que no existe "riesgo" porque no se ha producido "absolutamente ningún daño en el reactor nuclear ni hay ningún herido entre las tripulaciones". Con posterioridad, el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo (PP), manifestó desde Madrid que está "a la espera" de que Reino Unido le informe de qué ha ocurrido exactamente. "El Gobierno español ha hecho lo que tiene que hacer, que es llamar inmediatamente a los representantes diplomáticos de Reino Unido, y tomaremos las medidas que haya que tomar cuando sepamos qué es lo que ha pasado", añadió. El accidente se produce en un contexto de tensión diplomática por la disparidad de criterios con la que España y Reino Unido encaran el futuro de la relación de Gibraltar con la Unión Europea tras el Brexit.
Verdemar-Ecologistas en Acción, habitual denunciante de la presencia de submarinos nucleares en Gibraltar, desconfía de los gobiernos británico y español. Antonio Muñoz, portavoz de la asociación en la comarca, reclamó este jueves que el Consejo de Seguridad Nacional se desplace a la Bahía de Algeciras para hacer un análisis radiológico. "La radiactividad no se ve, como los hidrocarburos", recordó a Europa Press. Muñoz sostiene que los submarinos nucleares "pueden atracar en Gibraltar para descanso de la tripulación", pero "jamás para mantenimiento y reparaciones", ya que se trata de un puerto sin plan de emergencia en caso de accidente. A tenor del mensaje de tranquilidad de las autoridades de Reino Unido y España, la alerta de Muñoz puede parecer excesiva. No obstante, cabe recordar que los ecologistas fueron los primeros en alertar de que el Tireless no era un problema rutinario.
Un goteo constante
Al hilo de la atención suscitada por el accidente, Verdemar-Ecologistas en Acción hizo público su conteo de visitas de submarinos nucleares desde 2001. Es decir, en la era post-Tireless, cuando se suponía que se había escarmentado. Son un total de 70: un goteo constante. Muñoz, que lleva años documentado el paso de submarinos –cuando éstos se hacen evidentes–, recordó que en 2002 el submarino estadounidense USS Oklahoma City colisionó al emerger en las costas de San Roque (Cádiz) contra un buque cisterna de una empresa noruega cargado con gas licuado. También en 2002, recordó, "se perdió una pieza radiactiva en el fondeadero de Gibraltar".
El Tireless ha regresado a Gibraltar cinco vecesTireless desde 2001, las últimas en en enero de 2014, cuando entró "con dos averías en la alimentación de los grupos electrógenos al reactor nuclear", y en mayo de 2014 para "reparaciones en el casco", según Muñoz. Por su carácter simbólico, el Tireless es el barco que más polémica suscita en la comarca.
Compromiso verbal y por escrito, pero muy genérico
Tras la crisis del Tireless el Gobierno español intensificó sus intentos de obtener de Reino Unido un compromiso serio de que casos así no se repetirían. El entonces ministro de Exteriores británico, Robin Cook, se comprometió verbalmente con su homólogo español, Josep Piqué (PP), a que el caso Tireless fuera excepcional. El avance más significativo se produjo en 2006. El sucesor de Cook, Jack Straw, envió una carta a su homólogo, Miguel Ángel Moratinos, fechada el 27 de febrero, en la que garantizaba que "no se volverá a reproducir la situación del submarino Tireless", según informó la Dirección General de Comunicación Exterior. La carta calificaba de "excepcional" el Tireless. Y añadía: "En la eventualidad, extremadamente improbable, de un accidente en el reactor nuclear de un submarino que vaya a llevar a cabo una visita a Gibraltar, el Gobierno británico se compromete a trabajar en colaboración con las autoridades competentes".
El Estrecho tiene unas valiosas características geoestratégicas. Reino Unido se resiste a renunciar a su uso con la máxima libertad posible. El informe Lo estratégico en la cuestión de Gibraltar, elaborado por Luis Romero, máster en Paz, Seguridad y Defensa y jefe de Relaciones Externas de la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, señala que el "despliegue estratégico" de submarinos es un "interés" fundamental de Reino Unido en el Estrecho, tal y como puso de relieve entre 2004 y 2006 el Foro de Diálogo sobre Gibraltar. Este estudio, publicado por la Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación Internacional de la Universidad Complutense, recoge la consideración del entonces responsable de la Oficina de Asuntos de Gibraltar del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jorge Domecq, de que la carta de Straw a Moratinos fue "el primer resultado" del foro tripartito Londres-Madrid-Gibraltar.
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La seguridad de "nuestros dos países"
No obstante, Romero cree que, aunque Moratinos puso el énfasis en que se estableció por escrito una garantía genérica de que no volvería a ocurrir un caso Tireless, el párrafo fundamental de la posición de Londres era éste: "Todos los submarinos británicos están declarados a la OTAN y sus despliegues se realizan en apoyo de ese compromiso. La flexibilidad para su despliegue alrededor del mundo es fundamental para nuestro cometido defensivo en el seno de la OTAN, así como para nuestra propia defensa, y por lo tanto, sirve a los intereses defensivos de nuestros dos países. La base naval de Gibraltar desempeña un importante papel de apoyo a la capacidad global de la flota de submarinos de la Royal Navy". A juicio de Romero, "la referencia argumentada a la importancia de Gibraltar para la Royal Navy supone una declaración de intenciones sobre el futuro de dichas instalaciones y una clara manifestación de oposición a que sufran cambio alguno". Y de hecho, a tenor de lo visto, no parece que haya habido cambios.
Es más, Reino Unido ha contemplado la opción de Gibraltar como escenario de un incremento de la presencia de submarinos nucleares, según una investigación del diario Express recogida en el artículo Modernización del armamento nuclear mundial, publicado por el Centro Delàs de Estudios por la Paz. Según este artículo, Gibraltar hubiera sido el punto de destino de los submarinos nucleares de la base de Clyde en Faslane (Escocia), en caso de que el sí a la independencia hubiera ganado el referéndum de 2014, cosa que no ocurrió.
El esqueleto del guión es siempre el mismo. La presencia de un submarino nuclear británico se hace evidente en Gibraltar, normalmente por una denuncia ecologista o algún problema técnico que convierte la situación en inocultable; el Ministerio de Exteriores expresa su malestar, o su protesta, o solicita información. Cunde la preocupación en el Campo de Gibraltar. El submarino termina por marcharse, tiempo después, tras algún encontronazo diplomático que no va a mayores. Y al tiempo llega otro. En ocasiones el guión adquiere perfiles más inquietantes. Por ejemplo ahora: el submarino HMS Ambush colisionó el miércoles a las 13.30 horas con un buque mercanteHMS Ambush durante unas maniobras en la costa de Gibraltar, tras lo cual se dirigió al puerto de la colonia británica para ser sometido a controles detallados. Según el comunidado de la Royal Navy, el submarino sufrió daños externos, no en su "planta nuclear". No hubo heridos.