Política

El empleo se impone a la bandera en el Campo de Gibraltar

Turistas atraviesan la frontera con Gibraltr

España rebaja el tono y afloja la presión sobre Gibraltar en la larga antesala del Brexit, que deberá culminar en marzo de 2019. El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis (PP), ha marcado prioridades propias y un discurso distinto al de su antecesor, José Manuel García Margallo, sobre la espinosa cuestión del Peñón, un cambio apreciado e incluso agradecido por el Gobierno de Gibraltar. Los alcaldes del entorno de la Roca, así como sindicatos y asociaciones empresariales, presionan al Gobierno para que facilite un Brexit blando para el Peñón, un motor económico del que depende la cuarta parte de la PIB de una comarca, el Campo de Gibraltar, de más de 250.000 habitantes y castigada por el paro y la escasez de alternativas económicas. Dastis, que ha abandonado la retórica amenazante y despectiva de su antecesor, ha situado la necesidad de amortiguar el impacto del Brexit en ciudades como Algeciras y la Línea como objetivo básico de su gestión del problema.

Margallo ponía al frente de todas sus preocupaciones la cosoberanía o soberanía compartida, una propuesta con pocos visos reales de ser aceptada por Londres y rechazada de plano por la mayoría de los gibraltareños y sus autoridades. Al mismo tiempo el ex ministro advertía de que tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea la verja con Gibraltar se convertiría en una frontera exterior de la que España tendría el control, lo cual sonaba a amenaza de obstaculización del tránsito de personas y mercancías.

La verja es un valioso instrumento de presión en manos de España. La perspectiva de su utilización política resulta inquietante para la comarca del Campo de Gibraltar, uno de cuyos principales activos es la proximidad económica del Peñón. Pesa en la zona el recuerdo del cierre de la verja entre 1969 y 1982, de desastrosas consecuencias, que ha dejado un profundo trauma en la zona. Dastis, que no ha renunciado a la cosoberanía pero hace mucho menos hincapié en la misma que Margallo, se esfuerza en disipar estos temores y subraya su preferencia por un Brexit controlado que minimice el impacto en la comarca. "España no va a cerrar la Verja. No se desea perjudicar la vida diaria de los ciudadanos", señala Exteriores a infoLibre.

El vecindario, antes que la patria

El vecindario va antes que la patria y el empleo antes que la bandera. Dicho de otro modo: el pragmatismo se está imponiendo al esencialismo. "Yo soy de 'Gibraltar español', pero hay que ser inteligentes", afirmó Dastis en febrero, una frase impensable en Margallo.

En otra ocasión, el 28 de septiembre pasado, Dastis se soltó aún más. "Uno puede comprender a Gibraltar, mire lo que tenemos al otro lado de la verja. ¿Usted cree que quieren ser como esa otra gente?", afirmó en una respuesta al público durante una conferencia en Madrid, una declaración que –admitió– podía parecer una "herejía", pero que era lógica teniendo en cuenta la "degradación" de La Línea de la Concepción (Cádiz, 64.000 habitantes), la vecina española de Gibraltar.

Declaraciones duras, pero que pasaron desapercibidas, porque la crisis catalana devora toda la atención. No obstante, ahí quedaron: el ministro de Exteriores español admitiendo que es normal que Gibraltar no quiera ser española, porque la comarca gaditana que rodea a la Roca pierde por comparación. "Yo soy muy sensible y me conmovió el alcalde de La Línea, que está entregado a su ciudad, porque dice que su ciudad se muere", añadió Dastis.

61.000 frente a 16.000 euros per cápita

El ministro es de Jerez de la Frontera (Cádiz). El Campo de Gibraltar le pilla cerca. Lo conoce, no habla de oídas. Sabe que, al margen del enquistado conflicto diplomático entre Reino Unido y España por la soberanía de Gibraltar, la Roca tiene una microrrelación especial con este trozo de España. Margallo conocía menos esta realidad. Por eso la Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar, donde hay también alcaldes de su partido, le había entregado en octubre de 2016 un informe explicativo de la situación que pretendía dos cosas: una) dejar constancia ante el ministerio de la particular relación de la comarca con Gibraltar y del impacto de su salida de la UE; dos) pedir medidas compensatorias. Los datos que incluye el informe explican la modulación de la postura diplomática española, al tiempo que ilustran hasta qué punto una salida traumática de Gibraltar de la UE sería un latigazo para su entorno español.

El estudio recoge que Gibraltar, con 29.000 habitantes, tiene una renta per cápita de 61.000 euros y una tasa de paro prácticamente inexistente. El Campo de Gibraltar suma 265.000 habitantes, una renta per cápita de 16.000 euros y una tasa de paro del 32%. De los desempleados, un 92% no tiene formación secundaria. Hay un abismo a un lado y otro de la verja. ¿Por qué iba a querer Gibraltar saltar?

El turismo, el tráfico portuario y las empresas online, así como las exenciones y beneficios fiscales derivados de su particular estatus jurídico-político, hacen de la Roca una pequeña potencia económica, cuya riqueza irradia hacia toda la comarca. 10.000 trabajadores españoles, la mayoría de La Línea de la Concepción, cruzan cada día la verja para trabajar en los siete kilómetros cuadrados de la Roca. Un informe de la Cámara de Comercio de Gibraltar cifró la aportación del Peñón a la comarca en 2013 en casi 1.000 millones de euros, un 25% del PIB de la comarca. Los efectos del Brexit ya se notan. La devaluación de la libra en relación al euro está afectando al poder adquisitivo de los trabajadores españoles en Gibraltar.

Medidas compensatorias

En el informe entregado en octubre a Margallo, la Mancomunidad del Campo de Gibraltar reclama al Gobierno medidas ante los posibles efectos del Brexit: un plan de empleo, programas de formación, estrategias de desarrollo, inversioneses crónico el déficit de las conexiones ferroviarias del puerto de Algeciras... La medida solicitada de mayor impacto es el reconocimiento de un régimen fiscal especial para atraer empresas y actividad económica.

"En el Campo de Gibraltar hay 30.000 parados, más de un 30% de la población activa. Hay que tener en cuenta que Gibraltar es también una gran empresa, que da trabajo a 10.000 personas. Cualquier repercusión negativa nos perjudicaría", señala Luis Ángel Fernández, concejal en Algeciras y presidente de la mancomunidad. "Ya hubo una experiencia negativa, como el cierre de la verja, y no queremos que se repita. Necesitamos alternativas de desarrollo. Somos una zona con suelo industrial, ideal para actividad logística. Sería muy importante una bonificación del impuesto de sociedades", señala.

De momento nada de eso ha llegado. No obstante, Dastis se muestra receptivo a este discurso. A diferencia de Margallo, nunca utiliza el control de la verja en términos amenazantes. Atrás quedan los tiempos en que Fabián Picardo, ministro principal de Gibraltar y líder de los socialistas, advertía a los gibraltareños de la supuesta intención de cerrar la verja de Margallo, que llegó a ser un personaje tremendamente impopular en la Roca, cuyos periódicos lo mostraban como ejemplo paradigmático de soberbia española. Ahora Picardo dedica incluso palabras de agradecimiento a Dastis, como hizo en su comparecencia en la ONU el pasado 3 de octubre.

Una "microrrelación" especial

Fernández, el presidente de la mancomunidad del Campo de Gibraltar, es del PP, que gobierna en Algeciras (120.000 habitantes). En su discurso no entra a decirle al Gobierno lo que tiene que hacer en cuestiones diplomáticas, competencia estatal de la que hace "seguidismo". "Nosotros lo que queremos son relaciones de buena vecindad y cooperación económica. Si ellos [los gibraltareños] quieren venir a comer o al cine, no queremos que tengan tiempos adicionales en la verja. Hay que tener en cuenta que hay una microrrelación especial. Las basuras de Gibraltar se depositan y reciclan en nuestro vertedero. Ellos pertenecen el Instituto de Estudios Campogibraltareños, compartimos los Juegos del Estrecho, en los que también están Ceuta y Tánger...", enumera Fernández, que pide que, pase lo que pase, haya "una frontera fluida y permeable". La verja, ni tocarla.

La Línea (La Línea 100x100, independiente), San Roque (PSOE), Los Barrios (Partido Andalucista), Jimena (PSOE), Tarifa (PSOE) y Castellar (IU) completan la comarca junto a Algeciras. Todos los alcaldes le piden a Dastis medidas compensatorias y sensibilidad con la zona. A pesar del cambio de tono y de actitud de Dastis, los alcaldes de partidos distintos al PP mantienen un discurso crítico, al considerar que la supuesta apuesta del Gobierno por la zona se reduce a declaraciones de intenciones. Exteriores lo desmiente. "El Campo de Gibraltar necesita atención especial con o sin Brexit; hay que saber aprovechar todas las oportunidades económicas que ofrece el Campo y para es eso es necesario procurar la mejora de las infraestructuras y estudiar nuevas formas de apoyo al Campo, que es lo que se está haciendo. Algunas de estas medidas [...] ya están en marcha, como las mejoras en la vía férrea Algeciras-Bobadilla [...]", explica el departamento de Dastis.

Los sindicatos a uno y otro lado de la verja también presionan por un Brexit blando. CCOO, UGT, Unite-The Union y The Teacher's Union colaboran en el Consejo Interregional del Sur. "Hay una serie de riesgos objetivos para los trabajadores a uno y otro lado que hay que abordar con seriedad. La afectación a los trabajadores de un Brexit duro sería mayor. En el turismo, en la industria del juego... Y además los llanitos [como se conoce a los gibraltareños en la zona] son una parte importante de la clientela de las empresas de la comarca", afirma Manuel Triano, secretario de CCOO en la zona, que no quiere que el escollo –en apariencia insalvable– de la negativa de Reino Unido a sentarse siquiera a hablar de cosoberanía derive en un conflicto que acabe afectando a los trabajadores.

Una difícil aspiración de cosoberanía

El Gobierno de España considera –y consideraba también cuando estaba el PSOE– que Gibraltar es una colonia y en realidad pertenece a España. Los sucesivos presidentes del Gobierno mantienen ante Londres una reclamación de la cosoberanía sobre la Roca, que diplomáticamente es firme pero políticamente es más bien retórica, puesto que Reino Unido no entra ni a considerar la posibilidad. De hecho ahora mismo la posibilidad, ya de por sí remota, está más lejos que nunca, explica Alejandro del Valle, catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad de Cádiz. "Antes Reino Unido decía que cualquier acuerdo tenía que pasar por que los gibraltareños estuviesen a su vez de acuerdo; ahora dicen que los gibraltareños tienen que dar su conformidad sólo para empezar a negociar", señala Del Valle. Y no existe tal voluntad de negociar. Picardo es terminante en su negativa. En 2002 hubo un referéndum sobre la posibilidad de aceptar la cosoberanía con España: el sí obtuvo un 1,03%, frente a un 98,48% del no. No quieren ser España ni en pintura.

Los llanitos quieren ser británicos. Les va bien así. Desde 1973 Gibraltar está integrada en la UE como territorio británico de ultramar con un estatus especial. El Peñón dispone de las ventajas del club –tratados comerciales, libre circulación de personas y empresas, ayudas y fondos comunitarios...– , pero también de beneficios añadidos como la exención del IVA y la independencia de la unión aduanera, entre otros. Gibraltar no sólo ha desarrollado una notable oferta de servicios y un turismo pujante atraído en parte por la venta de productos sin IVA, sino también una legislación fiscal que la ha convertido en un dinámico centro financiero off-shore, aunque la UE no lo considera paraíso fiscal. El impuesto de sociedades es mínimo en comparación con España. Hay más de una empresa por cada dos habitantes. Económicamente es una cañón. El contraste con su mortecino entorno español es palmario. A la hora de atraer empresas, la comarca tiene cerca un competidor irresistible, con una oferta fiscal inigualable. En ese sentido, Gibraltar penaliza a su entorno español. Esto puede merecer la pena si hay luego compensaciones en forma de actividad económica. Pero no si un Brexit por las malas acabara afectando a la verja.

Un Peñón 'antibrexit'

Con su atractivo estatus europeo, ¿cómo iba Gibraltar querer salirse de la UE? Si el resultado global del referéndum fue de 17,4 millones a favor de la salida frente a 16,1 millones a favor de la permanencia, en el Peñón 19.322 personas votaron por la permanencia, el 95,9%, mientras sólo 823 votaron leave. Arrasó quedarse en la UE. Pero con los resultados globales en la mano, a Gibraltar le toca salir de la manita con el Reino Unido. Desde el minuto siguiente a la proclamación de los resultados, Picardo emprendió una campaña para reclamar la permanencia de Gibraltar en la UE, o al menos el mantenimiento de un estatus especial. El Gobierno de España se opone. Entiende que Gibraltar no debe ni siquiera formar parte de las negociaciones de salida de la UE.

Margallo aprovechó la posición de mayor debilidad de Gibraltar tras el Brexit para redoblar su ofensiva por la cosoberanía. Su insistencia llevó a provocar tensiones con Reino Unido. "Pondré la bandera [de España] en Gibraltar mucho antes de lo que Picardo cree", proclamó Margallo en octubre del año pasado, suscitando la reacción de su homólogo británico, Boris Johnson. Margallo realizó también comentarios sobre el contrabando –"Aunque en Gibraltar fumaran todos los monos no podrían consumir tanto tabaco"– o para justificar el cierre del Instituto Cervantes por parte del Gobierno del PP –"En Gibraltar salvos los simios todos hablan español"– que causaron protestas del Gobierno de Gibraltar.

Mejores formas, mismas carencias

Dastis ha desechado esa retórica. Los comentarios de índole patriótica más o menos chistosos con monos de por medio han desaparecido. El propio Gobierno de Gibraltar, a través de un portavoz, admite el cambio entre un ministro y otro y destaca las distintas manifestaciones de Dastis subrayando que el Brexit no debe perjudicar a los trabajadores del Campo de Gibraltar. No obstante, esto no significa que las relaciones entre España y Gibraltar sean fluidas. Es más, oficialmente no existen. No hay interlocución, aunque Exteriores señala que no por su culpa. "Hemos propuesto al Reino Unido la creación de grupos de trabajo técnico ad hoc con presencia de España, Reino Unido, autoridades autonómicas y locales españolas y autoridades locales gibraltareñas", explica el ministerio.

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Lo indudable es que en la era Rajoy el Gobierno ha apostado por marcar la máxima distancia posible con Gibraltar. Además del cierre del Instituto Cervantes en 2015, el Gobierno fulminó en 2012 el Foro Tripartito (Reino Unido-España-Gibraltar) que había impulsado José Luis Rodríguez Zapatero, al considerar que daba un estatus diplomático a Gibraltar que no le correspondía. "Ahora mismo no hay una estructura institucional mínima para la colaboración, para abordar temas de convivencia transfronteriza. Nada. Absolutamente cero. Y los movimientos del Gobierno se han percibido en Gibraltar como confrontación", señala el catedrático Del Valle.

Esta falta de espacios de interlocución y colaboración contrasta con la gran cantidad de elementos de interés común: problemas medioambientales, atraque de submarinos nucleares, contrabando... "La negociación sobre la soberanía está bloqueada y la cooperación transfronteriza no existe", resume Del Valle, que pide que al menos haya un acuerdo de mínimos para establecer unas reglas básicas de convivencia y cooperación, relegando los litigios diplomáticos profundos.

Del Valle ha realizado una aportación original al siempre enconado debate sobre el estatus político de Gibraltar. En un artículo elaborado para el Real Instituto Elcano, el catedrático propone una soberanía compartida de Gibraltar como “Ciudad de las Coronas Británica y Española”, con un estatuto asociado y coordinado por la UE. A su juicio, ello podría dar una solución a la prioridad de cada una de las partes. Así lo explica en su artículo: "Para España, la recuperación de alguna forma de la soberanía sobre la ciudad perdida del Reino; para el Reino Unido, el mantenimiento de sus bases militares y de inteligencia; y, en fin, para Gibraltar, ser consultado y poder decidir su futuro respetando su identidad específica". Como se ve, Cataluña es el mayor, pero no el único frente identitario abierto para el Gobierno.

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