El Gobierno espera que los indultos faciliten "un gesto" de Esquerra que refuerce el sentido práctico de la medida de gracia

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Fernando Varela

Nadie sabe con seguridad si una parte del independentismo dará el paso. Pero la decisión de conceder indultos parciales a los condenados por el procés —condicionados a no volver a cometer ningún delito en los próximos años— se fundamenta, entre otras cosas, en la esperanza de que la medida de gracia mueva al menos a una parte de los soberanistas a tener un “gesto”. Una declaración, seguramente, que de un modo u otro reconozca que el Gobierno español ha movido ficha. Y que su voluntad de normalizar la relación con Cataluña y rebajar la tensión acumulada desde 2017 es real.

Todas las fuentes con las que ha hablado infoLibre aseguran que los indultos nunca han formado parte de ningún acuerdo entre el PSOE y Esquerra. La deriva radical de Junts y de su líder, el expresident Carles Puigdemont, ha hecho de los republicanos los únicos interlocutores del soberanismo con el Gobierno. Pero, aunque es sabido que ERC vería con buenos ojos una medida de gracia que sacase definitivamente de prisión a su líder, Oriol Junqueras, y a los demás condenados, no hay constancia de que se lo haya pedido formalmente al PSOE o al Gobierno. O que se lo hayan ofrecido. A pesar de que la derecha repite, un día sí y otro también, que ese acuerdo existe. Y que es a cambio de dar apoyo al Ejecutivo en el Congreso.

La mayor prueba de que el presidente Pedro Sánchez ha decidido dar el paso exclusivamente porque cree que contribuirá a mejorar la convivencia en Cataluña y a rebajar la tensión es el vértigo con el que se está preparando. Porque nadie está seguro de si ERC hará ese “gesto” que de algún modo ayude a entender a la opinión pública que el esfuerzo ha merecido la pena.

Los indultos conllevan un desgaste extraordinario para Sánchez y son muchos en el PSOE y en el Gobierno los que, aun apoyando su concesión, creen que supone un riesgo enorme. Entre los partidarios de conceder los indultos son mayoría quienes han echado mucho en falta que el gesto del independentismo se hubiese producido ya. Consideran que allanaría el "calvario" que Sánchez tiene por delante. Otros, en cambio, aseguran que aunque se hubiese producido no aliviaría en nada la presión que la derecha política y mediática ya está ejerciendo para que la medida de gracia acabe con el Gobierno de coalición y con Pedro Sánchez.

¿De qué gesto estamos hablando? Nadie busca, ni mucho menos, que Esquerra renuncie a su objetivo de conseguir la independencia de Cataluña. Pero el Gobierno y el PSOE sí esperan, según las fuentes consultadas, una declaración en la que, de algún modo, Esquerra reconozca el paso dado por Pedro Sánchez en un contexto político muy complicado e insista en que no está en su horizonte un nuevo desafío unilateral.

Nada distinto de lo que, por otra parte, ya ha dicho el nuevo president, Pere Aragonès, al afirmar solemnemente en su investidura que su meta es la celebración de un “referéndum pactado” en el que los catalanes decidan si quieren seguir formando parte de España o elegir el camino de la independencia. Pactado con el Gobierno, lo que significa una renuncia a la vía unilateral, al menos mientras Sánchez mantenga abierta la mesa de diálogo.

Otro gesto que el Gobierno valoraría sería un intento serio de abrir un diálogo político en el Parlament entre los partidos independentistas y los que no lo son. Es una contrapartida a la mesa de diálogo Gobierno-Govern en la que Sánchez siempre insiste y que el anterior president, Quim Torra, apenas desarrolló. Pero que cuenta además con una dificultad adicional: el boicot activo de PP y Ciudadanos, al que en esta legislatura se sumará Vox.

Nadie las tiene todas consigo. En el pasado reciente son varias las ocasiones en las que, por distintos motivos, el Gobierno confió en una respuesta de Esquerra que nunca llegó. Así que en el Gobierno y en el PSOE no se fían. Saben que la decisión de aprobar los indultos es una apuesta. Un salto sin red.

No hay alternativa

Los ministros socialistas y los miembros más cercanos a Sánchez en la ejecutiva del PSOE ya han comenzado una ofensiva ante la opinión pública para explicar los indultos como el segundo movimiento que hace el Gobierno —tras la creación de la mesa de diálogo— para contribuir a solucionar el conflicto con el independentismo. Y para recordar que no hay alternativa. No hacer nada, como quiere la derecha, ya se sabe cómo terminó. Con una declaración unilateral de independencia, recuerdan.

Pero en esa tarea de explicación a la sociedad en general y a los votantes socialistas en particular son numerosas las voces que reclaman una explicación del propio presidente en el Congreso para que la decisión, de algún modo, consiga el respaldo de la Cámara Baja.

Algo parecido a lo que hizo José Luis Rodríguez Zapatero en 2005 cuando buscó el respaldo parlamentario a su decisión de acabar con ETA mediante un final dialogado y sin pagar un precio político por ello. El PP de Mariano Rajoy respondió acusándole de “traicionar a los muertos”. Y convocando manifestaciones multitudinarias contra el Gobierno, Exactamente igual que ahora hace Pablo Casado. Con la única diferencia de que en este momento compite en ese espacio, especialmente radicalizado, con Santiago Abascal, el líder de Vox.

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“Aliviar el conflicto en Cataluña y ganar espacios para la convivencia política” es un objetivo “lleno de riesgos si no se explica bien y en el Parlamento”, sostiene un diputado socialista crítico con los indultos. El Congreso “debe jugar, lo mismo que en otros temas, un papel fundamental. Sin miedo, con valentía, con argumentos. Conscientes de que la otra parte, los interesados, no está haciendo nada por facilitar esta medida”. Están dando a entender que “lo volverán a hacer”. “El presidente sabrá si después habrá agua en la piscina”, concluye con cierto pesimismo.

Ha habido delitos, pero “son comportamientos derivados de la política”, dice otro parlamentario del PSOE con el que ha hablado infoLibre. No se trata de “corrupción ni de delitos de sangre. Pero rechina que se produzca sin ningún tipo de reconocimiento de culpa ni gestos del otro lado”. “Hay que ver si el indulto es útil o no para resolver el conflicto político”, porque necesariamente “va a ser parcial”, no afectará a los que se fueron de España ni a las numerosas personas acusadas en causas derivadas del 1 de octubre. Y tampoco va borrar la inhabilitación de los condenados. Si el indulto se produce en los términos previstos, Oriol Junqueras, por ejemplo, seguirá sin poder presentarse a unas elecciones.

Atraer a Esquerra al diálogo y a la normalización de la vida política en Cataluña siempre ha sido un objetivo de Sánchez. Si lo consigue, ahondará además la división interna del soberanismo y arrinconará cada vez más a los rupturistas de Puigdemont y la CUP. Un escenario nuevo que, en opinión de algunos dirigentes socialistas consultados estos días, abriría la posibilidad de buscar salidas a través de la mesa de diálogo. Aunque si fracasa, la factura electoral puede ser inmensa, reconocen.

Nadie sabe con seguridad si una parte del independentismo dará el paso. Pero la decisión de conceder indultos parciales a los condenados por el procés —condicionados a no volver a cometer ningún delito en los próximos años— se fundamenta, entre otras cosas, en la esperanza de que la medida de gracia mueva al menos a una parte de los soberanistas a tener un “gesto”. Una declaración, seguramente, que de un modo u otro reconozca que el Gobierno español ha movido ficha. Y que su voluntad de normalizar la relación con Cataluña y rebajar la tensión acumulada desde 2017 es real.

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