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14F | Elecciones en Cataluña

Illa gana en votos pero el independentismo tiene en la mano revalidar el Gobierno catalán

Illa celebra los resultados electorales del PSC en las autonómicas del 14F.

El bloque independentista obtuvo este domingo la cuarta mayoría absoluta consecutiva en el Parlament de Cataluña y por primera vez supera la barrera del 50% de los votos. La participación se desplomó hasta el 53,5%, la más baja en la historia electoral de Cataluña y una cifra que supone un descenso de 25,5 puntos porcentuales respecto a 2017. El PSC se convirtió en la fuerza política más votada, pero es improbable que Salvador Illa sea el próximo presidente catalán. Para ello, ERC tendría que incumplir su promesa electoral de no pactar el gobierno con los socialistas y además para poner en la Generalitat a un político "del 155", algo que los republicanos consideran de momento ciencia ficción.

El efecto Illa se transformó en 33 escaños, lo que supone casi duplicar los 17 de los comicios de 2017, y en más de 650.000 papeletas, que equivalen al 23% del electorado. Con ese porcentaje el PSC es el partido con más respaldo en el Parlament, el más plural de la historia puesto que ocho formaciones han obtenido representación este 14F. El político socialista, tras conocer los resultados, anunció su intención de presentarse a la investidura. La decisión última corresponderá al presidente del Parlament, que es quien debe proponer el candidato a presidir la Generalitat.

En todo caso, la formación de gobierno no resultará fácil, pese a la mayoría absoluta del bloque independentista. Ello es así porque ninguna de sus dos fuerzas principales, Junts y ERC, se ha impuesto con claridad sobre la otra. Es cierto que la lista de Pere Aragonès ha obtenido más votos que la de Laura Borràs, 21,31% frente a 20,06%. Pero Junts podrá argumentar que en su espacio ideológico también está el PDeCAT, el partido heredero de Convergència, que no ha obtenido escaños pero sí un 2,72% de las papeletas. En diputados también ha quedado por delante ERC, aunque por la mínima: 33 frente a 32.

Al quedar ERC por delante de Junts en votos y escaños, Aragonés reclamará lógicamente la Presidencia. Pero está por ver que Junts acepte dar ese paso. La última legislatura ha ido alejando a ambos socios de Govern y buena parte de la campaña de Junts ha pivotado sobre una idea, expresada con mayor o menor crudeza: Esquerra ha actuado estos últimos años como unos botiflers (traidores), que se han olvidado de la vía rupturista hacia la independencia y han apoyado en cambio la investidura de Sánchez y los Presupuestos del Gobierno central, sin obtener nada a cambio. Ni el indulto para los presos independentistas, ni la reforma del delito de sedición en el Código Penal, que sería otra vía para facilitar su salida de la cárcel. Así que no se puede descartar que Junts juegue con la idea de una repetición electoral, antes de entregarle la Generalitat a su principal adversario en el campo independentista. Esa repetición tendría para Junts un aliciente añadido: intentar rematar al PDeCAT y empujarlo hacia la desaparición. 

Los independentistas obtienen en total 74 escaños, lo que iguala el resultado de 2012, los comicios con los que se inició el procés y que eran su mejor marca. En porcentaje de voto alcanzan el 50,77%, superando por primera vez la mitad del electorado, lo que confirma que se desmovilizó más el votante no independentista. Este dato sin duda alimentará el discurso de la ruptura con España, aunque es preciso contextualizarlo en la baja participación de unos comicios celebrados en plena pandemia.

En número de escaños, el principal beneficiado en el espacio independentista fue la CUP, que sube con fuerza al pasar de 5 a 9. ERC sólo gana uno y Junts pierde dos. 

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Los números no dan para otra de las opciones de Gobierno que se barajó durante la campaña: un tripartito de izquierdas ERC, En Comú Podem y CUP, con la abstención del PSC. En Cataluña, para ser elegido presidente no es necesario tener la mayoría absoluta de los votos, sino conseguir más síes que noes. Pero ese hipotético tripartito sumaría sólo 50 escaños y contaría con seguridad con el rechazo de la derecha catalana (Junts) y española (Vox, Cs y PP), 52 diputados en total.

La posibilidad de revivir un tripartito transversal, PSC-ERC-En Comú Podem, no choca con la aritmética. Entre los tres suman 74 diputados, seis más que la mayoría absoluta situada en 68, pero ERC no parece tener ningún incentivo para transitar por ese camino, sobre todo cuando tiene tan cerca a Junts.

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En Comú Podem, la marca de Pablo Iglesias en Cataluña, repite los mismos ocho escaños que en 2017. En los dos únicos comicios que se habían celebrado hasta ahora desde la investidura del Gobierno de coalición PSOE-UP, los resultados fueron catastróficos para Iglesias: en Galicia quedó fuera del Parlamento y en Euskadi bajó de 11 a 6 diputados. Esa es la lectura positiva de lo ocurrido en Cataluña: que frena la caída. La parte negativa es que parece imposible que En Comú Podem logre el objetivo prioritario expresado por Jéssica Albiach en campaña: entrar en el Govern para impulsar políticas de izquierdas.

LA DERECHA ESPAÑOLA

La derecha española ha pasado de los 40 escaños que obtuvo en 2017 a los 20 de este domingo. Una bajada a la mitad y, además, con un reparto entre partidos muy diferente al de entonces. La fuerza hegemónica en ese espacio es ahora la ultraderecha de Vox, que entra por primera vez en el Parlament, con 11 escaños y el 7,7% de las papeletas. Se convierte así en el cuarto grupo más importante del Parlament.

Ciudadanos ha pasado, en poco más de tres años, de ser la gran esperanza del nacionalismo español en Cataluña a caminar con paso firme hacia la irrelevancia. En los comicios de 2017 consiguió más de 1,1 millones de votos y ahora no llega a los 160.000. Ha dilapidado casi un millón de sufragios. Un descalabro que habrá que anotar en buena medida en la cuenta de Inés Arrimadas, entonces candidata que pese a ganar ni siquiera se presentó a la investidura y que a mitad de legislatura se marchó a Madrid, aunque otra parte de la responsabilidad corresponde a Albert Rivera, que dejó a Cs hundido electoralmente antes de dimitir. La anodina campaña de Carlos Carrizosa tampoco fue precisamente un acicate y Cs ve reducida su representación desde 36 a 6 diputados.

Peor aún están las cosas en el PP, que en 2010 era el tercer partido del Parlament y ahora ha quedado relegado al octavo puesto. Es cierto que obtiene unos resultados similares a los últimos comicios –entonces logró cuatro diputados y ahora tendrá tres–, pero en su caso la lectura prioritaria de la noche electoral no es en clave catalana, sino española: el temido sorpaso de Vox es ya una realidad. Pablo Casado se enfrenta a un complicado horizonte: el frente judicial que protagoniza Luis Bárcenas promete estar en ebullición los próximos meses y los resultados de Cataluña son un duro golpe para las pretensiones de Casado de reunificar a la derecha en el PP. Ahora tendrá enfrente a un Santiago Abascal que reclamará para sí el papel hegemónico en ese espacio político.

Después de dos años buscando cómo actuar frente a Vox, el PP sigue sin dar con la tecla. Lo que parece claro que no funciona es realizar discursos duros contra la ultraderecha en el Congreso, o en campaña como hizo Alejandro Fernández con cierta brillantez en los debates electorales, y pactar luego con Vox los gobiernos en Madrid o Andalucía.

Repercusiones en el congreso

Queda por ver cuáles serán los efectos de los comicios catalanes en Madrid. Una primera lectura indica que Pedro Sánchez sale reforzado, al ganar los comicios el exministro de Sanidad, mientras que Pablo Casado queda chamuscado y la derecha más partida que nunca. A ello hay que sumar que Iglesias aguanta el tirón sin sufrir un nuevo revés electoral.

Pero esa primera lectura tiene una primera sombra: tras el sorpaso de Vox, parece aún más complicado que el PP quiera llegar a pactos llamativos con el Gobierno. En Moncloa confiaban en lograr acuerdos tras las elecciones catalanas en asuntos como la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), una posibilidad que ahora parece alejarse.

En todo caso, la verdadera clave está en saber qué ocurrirá con Esquerra. Es cierto que ha conseguido convertirse por primera vez en la fuerza hegemónica del independentismo, aunque con una diferencia mínima sobre Junts. Habrá que esperar a ver cómo discurren las conversaciones para presidir la Generalitat antes de anticipar si el partido de Oriol Junqueras se mantendrá como socio habitual en el Congreso del Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Un movimiento por parte de Moncloa a favor de los presos independentistas sin duda facilitaría a ERC el mantenimiento de esa apuesta estratégica.

EL VOTO POR CIRCUNSCRIPCIONES

El 48,7% de los catalanes no quieren la independencia mientras que el 44,9% la apoyan, según el CIS catalán

El 48,7% de los catalanes no quieren la independencia mientras que el 44,9% la apoyan, según el CIS catalán

El análisis del voto por circunscripciones también muestra la pluralidad política catalana. El PSC ganó en Barcelona, ERC se impuso en Tarragona y Junts fue la fuerza más votada en Girona y Lleida.

El escaño más disputado fue el último de Lleida, que obtuvo el PSC con una ventaja de 644 papeletas sobre el PDeCAT. El último diputado de Barcelona fue para ERC (en disputa con la CUP), en Girona se lo llevó la CUP (en lucha con En Común Podem) y en Tarragona se lo quedó Vox (en pelea con el PP).

La ultraderecha consiguió representación en las cuatro provincias catalanas, algo que no pronosticó ninguna encuesta. En cambio, el PP sólo obtuvo escaños por Barcelona. En Comú Podem y Cs lograron diputados en Barcelona y Tarragona. Los otros cuatro partidos obtuvieron representantes en todas las circunscripciones.

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