Franquismo después de Franco. Una sesión organizada por formaciones nacionalistas españolas representadas en el Parlamento Europeo (BNG, ERC, Bildu y Compromís) con el apoyo de sus socios europeos de la Alianza Libre Europea llevó este lunes a Bruselas, coincidiendo con el 42º aniversario de la muerte del dictador, la huella presente del franquismo en la sociedad española, desde la visibilidad de monumentos que remiten directamente al fascismo español a la legalidad con la que actúa la Fundación Francisco Franco o la aparente dificultad que presenta devolver a los ciudadanos el Pazo de Meirás, construido originalmente construido por la escritora gallega Emilia Pardo Bazán y hoy, más de cuarenta años después del comienzo del fin de la dictadura, todavía en manos de la familia de Franco.
Las voces del catedrático de Ciencia Política de la UNED Ramón Cotarelo, del director de El Jueves, Guillermo Fernández Vera, del historiador de la Universidade de Santiago Lourenzo Fernández Prieto y de la vicepresidenta de la Diputación de A Coruña, Goretti Sanmartín, abrieron la sesión desarrollando la continuidad institucional del franquismo y las amenazas a la libertad de expresión.
Cotarelo, como muchos de los participantes, tuvo muy presente lo que está pasando en Cataluña —la representante del BNG, Ana Miranda, recordó expresamente, entre aplausos de los asistentes, a Oriol Junqueras y Raül Romeva— y fue muy duro en su juicio al sistema político español que no dudó en calificar de “pseudodemocracia”. En España, denunció, el poder sigue descansando sobre “un trípode” formado por una administración corrupta heredada del franquismo, un capitalismo parasitario del poder político y la influencia de la iglesia católica.
El caso de ‘El Jueves’
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Fernández Vera, acusado estos días de injuriar a la policía por un chiste publicado en la revista que dirige que relacionaba el consumo de cocaína en Barcelona con la presencia de antidisturbios durante los días de la crisis catalana, utilizó la historia del El Jueves para retratar la persecución que sufre el humor en España en los últimos años, algo que no sucedía desde los primeros años de la transición. Sanmartín detalló ante el centenar de personas que asistieron a la jornada, entre ellos representantes de la Comisión y eurodiputados de varios países, la situación el Pazo de Meirás: una donación forzada durante la dictadura, hoy aún en manos de la familia de Franco y además gestionada por la fundación que elogia su memoria. Y Fernández Prieto señaló, entre otras cosas, el vínculo genealógico de la derecha española con la tercera generación del Movimiento, la que llevó a cabo el pacto de la Transición.
A lo largo de la tarde se sucedieron las intervenciones sobre memoria histórica europea, a cargo entre otros de la eurodiputada italiana Barbara Spinnelli (elegida por desaparecrecida lista La Otra Europa con Tsipras y hoy parlamentaria independendientre), Gilles Pelayo, responsable del Programa Memoria Democrática Europea de la Comisión, y Martí Grau, responsable de la Casa de Historia Europea del Parlamento Europeo. Otros tres expertos —Antonio Míguez, Josep Huguet y Ferran Puchades— se encargaron de compartir las atípicas experiencias —desde el punto de vista europeo— de recuperación de la memoria en Galicia, Comunitat Valenciana y Cataluña.
Otros participantes se ocuparon de explicar las consecuencias del franquismo para las identidades nacionales:Iñaki Egaña, presidente de Euskal Memoria Fundazioa, el historiador catalán Josep Maria Solé, el presdiente de la Fundación Alexandre Bñovedad, Uxio-Breogán Diéguez y el historidador valenciano Vicent Flor.
Franquismo después de Franco. Una sesión organizada por formaciones nacionalistas españolas representadas en el Parlamento Europeo (BNG, ERC, Bildu y Compromís) con el apoyo de sus socios europeos de la Alianza Libre Europea llevó este lunes a Bruselas, coincidiendo con el 42º aniversario de la muerte del dictador, la huella presente del franquismo en la sociedad española, desde la visibilidad de monumentos que remiten directamente al fascismo español a la legalidad con la que actúa la Fundación Francisco Franco o la aparente dificultad que presenta devolver a los ciudadanos el Pazo de Meirás, construido originalmente construido por la escritora gallega Emilia Pardo Bazán y hoy, más de cuarenta años después del comienzo del fin de la dictadura, todavía en manos de la familia de Franco.