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Juan Pablo II y Benedicto XVI conocieron los abusos del cardenal McCarrick pero no les dieron crédito, según un informe del Vaticano que exculpa a Francisco

El ex-cardenal Theodore McCarrick

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El Vaticano ha publicado el informe final sobre el caso del exarzobispo de Washington, Theodore McCarrick, expulsado del sacerdocio en 2019 tras haber sido condenado por abusar sexualmente de seminaristas menores de edad en el que reconoce "errores" e "informaciones inexactas", que impulsaron su ascenso eclesial hasta convertirse en arzobispo de Washington y cardenal de la máxima confianza de la Santa Sede en Estados Unidos, informa Europa Press.

El informe, fruto de una investigación interna de dos años solicitada por el papa a la Secretaria de Estado del Vaticano en 2018, recompone el contexto cronológico que enmarca la decisión de Juan Pablo II de crear obispo de Washington a McCarrick en 2000 y de hacerlo cardenal al año siguiente. Así, trata de desenmarañar la red de encubrimientos y mentiras que rodearon los casos de abusos sexual cometidos por el excardenal de Washington Theodore McCarrick durante casi medio siglo.

La investigación del Vaticano concluye con la acusación a varios obispos de Estados Unidos, de los que no se revela el nombre, de ofrecer información "no exacta" e "incompleta" al papa polaco que finalmente, a pesar de las evidencias, en concreto la denuncia de un sacerdote, decide transferir a McCarrick desde la diócesis de Newark a la de Washington en noviembre del año 2000. "Estas informaciones inexactas parecen haber influido las conclusiones de los consejeros del papa Juan Pablo II y por tanto también del mismo Juan Pablo II", señala el Vaticano en su informe. También se descara que el actual papa Francisco tuvuera en ningún momento de estos hechos.

La investigación, que ha sido publicada este martes, incluye toda la documentación sobre el caso conservada en los Archivos de los Dicasterios de la Santa Sede, así como documentación de la nunciatura de los Estados Unidos y más de 90 entrevistas a víctimas en las que queda descrito los abusos y las agresiones sexuales cometidas por McCarrick.

Según admite el Vaticano, cuando fue nombrado obispo de Washington en el año 2000, "se sabía que McCarrick había compartido cama con hombres jóvenes en sus residencias como obispo de Metuchen y de Newark", y con "seminaristas adultos en una casa frente al mar en la costa de New Jersey". En cualquier caso, se da cuenta de que McCarrick lo había justificado asegurando que nunca lo hizo "en secreto" y que nunca llegó a consumar relaciones sexuales.

En ese primer momento, que marca el ascenso de la carrera eclesial de McCarrick, existía una denuncia por parte de un sacerdote de la diócesis de Metuchen que databa de junio de 1987, así como cartas anónimas de víctimas que fueron remitidas a la Conferencia episcopal de EEUU y al nuncio en 1992.

El Vaticano justifica que en aquel momento "no había recibido alguna noticia directa de parte de alguna víctima ni mayor ni menor de edad sobre alguna mala conducta de McCarrick". Y agrega además que "la única persona que había denunciado esa mala conducta fue considerado una fuente no fiable porque "él mismo había abusado en pasado de dos adolescentes".

Además, se pone de manifiesto cómo la Santa Sede creyó la versión de McCarrick y "se pensó que si las acusaciones contra él hubieran sido publicadas, McCarrick las habría rebatido fácilmente". De hecho, McCarrick escribió en primera persona una carta a Juan Pablo II a través de su secretario personal, Stanislao Dziwisz, en la que defendía su inocencia y afirmaba que en su vida "nunca había tenido relaciones sexuales con ninguna persona, fuera hombre o mujer, joven o viejo, clérigo o laico".

De este modo, el Vaticano excusa la decisión de Juan Pablo II de ponerlo al frente de la diócesis de Washington en el año 2000 porque su "pasada experiencia" en Polonia cuando fue testigo de cómo se recurría a las "falsas acusaciones contra obispos para minar el papel de la Iglesia" lo que habría incidido en su posición favorable a "dar crédito a las mentiras d McCarrick".

El Vaticano precisa que el informe no afronta la cuestión de la culpabilidad de McCarrick con base al derecho canónico, aspecto ya definido por la Congregación de la Doctrina de la Fe ni tampoco la naturaleza precisa de la mala conducta de McCarrick. Además, también se evidencia que la relación directa entre McCarrick y el papa polaco "tuvo probablemente un impacto" en su decisión.

Asimismo, el Vaticano da cuenta de que para realizar el análisis de la documentación y el interrogatorio de los testigos no se ha puesto "ningún límite". Así, trata de poner en claro cómo McCarrick, un auténtico depredador sexual, pudo llegar a ser considerado uno de los hombres de confianza del papa en Estados Unidos.

Benedicto XVI, el primero en tomar medidas 

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El informe aprecia que las informaciones recibidas por la Santa Sede relativas a "la mala conducta de McCarrick" durante el pontificado de Benedicto XVI fueron "similares" a las que habían sido puestas a disposición de Juan Pablo II en el momento de la designación como obispo de Washington. De hecho, las primeras acusaciones en firme llegan a la Santa Sede en 2017, pero ya en 2006, ante las pruebas de que McCrrick había abusado de un adulto, Benedicto XVI tomó las primeras medidas y le invitó a presentar su dimisión "espontánea" después de la Pascua de 2006.

Así, la Santa Sede admite que solo cambia drásticamente de posición en 2005 cuando buscó con urgencia un nuevo arzobispo para Washington. En ese momento, la Santa Sede finalmente no abre un proceso canónico contra McCarrick y tampoco le impone ninguna sanción, solo le implora que lleve una vida más reservada. Sin embargo, McCarrick continuó viajando tanto dentro de Estados Unidos como a otros países, donde contaba con una amplia agenda de relaciones al más alto nivel político, económico y religioso.

Sin embargo, su caída definitiva solo se inició en 2017, con la denuncia de un antiguo monaguillo a la archidiócesis de Nueva York por abusos sufridos cuando era menor de edad a comienzos de los años setenta. En la actualidad, McCarrick de 90 años vive recluido en una comunidad de sacerdotes expulsados del ministerios

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