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¿Hasta dónde llega el poder de Lamine? Nace un icono, pero se necesita más para acabar con la desigualdad

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Tan sólo unas horas antes de que 11,5 millones de personas celebraran el gol de Lamine Yamal en el partido de semifinales de la Eurocopa frente a Francia, el grupo parlamentario de Vox presentaba una proposición no de ley para expulsar a todos los inmigrantes en situación irregular. Un día antes, el líder de los ultras insistió en que no apoyaría el reparto de menores migrantes que llegan solos a las costas canarias porque no quería ser cómplice de "robos, machetazos y violaciones". "¡Adelante España! ¡A la final!", escribió sin embargo en X en cuanto terminó el partido. Fue coincidencia. El debate sobre la reubicación de los niños y niñas que cruzan nuestras fronteras protagonizó esta semana una actualidad que el martes, durante hora y media, quedó paralizada frente a un televisor. Uno donde la ya considerada mayor estrella del torneo marcaba uno de los goles que dieron el pase de España a la final de este domingo y, a la vez, se consolidaba como un icono para los chicos y chicas de su generación.

Lo es ya sobre todo para unos muy concretos: los de su barrio. Yamal no fue uno de esos niños que hoy forman parte de una simple cifra a debatir, pero sí es hijo y nieto de una inmigración que llegó a nuestro país en busca de una vida mejor y que se encontró con el estigma y la pobreza. El jugador más joven en anotar un tanto en una Eurocopa es de Rocafonda, un humilde barrio de Mataró que nunca antes había ocupado tantas portadas por ser, dijo Vox, uno de esos "estercoleros multiculturales". Hoy Yamal lo ha conducido a la fama. Y al orgullo. Es él mismo el que lo reivindica cuando celebra sus goles dibujando un 3, un 0 y un 4 con sus manos, el final de su código postal.

En cualquier caso, su realidad sigue siendo la misma. Rocafonda es un barrio con prácticamente la mitad de su población en riesgo de pobreza. De hecho, según los datos del Centre d’Estudis Demogràfics, es el más vulnerable de la comarca del Maresme. Según un informe del Ayuntamiento de Mataró (Barcelona) —municipio al que pertenece—, también el que tiene más población extranjera: son 3.760 personas, de las cuales 2.219 son de origen marroquí, precisamente el de Yamal.

La mayoría de menores migrantes que viven en nuestro país son, como Yamal, nacidos en España. Un estudio del Observatorio Demográfico CEU realizado a partir de datos del INE cifró que un 32,4% de los bebés que nacieron en 2021 tenía un padre o una madre extranjeros, un porcentaje que en ciudades como Barcelona supera el 40%. La investigación, de hecho, hablaba ya de una "transformación sociodemográfica histórica". En cualquier caso, y dado que la inmigración es una constante en nuestro país desde los años 90 y primeros 2000, ya hay toda una generación como la del caso del futbolista que son, además, nietos de inmigrantes. Y la mayoría vive una situación similar a la de Rocafonda.

Lo certificó hace ahora un año el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 en un estudio titulado La transición intergeneracional de la pobreza como clave en la evolución de la pobreza y la desigualdad en España. Según sus cifras, la mitad de los niños con abuelos de origen migrante vive en riesgo de pobreza. Tres de cada diez, además, sufren privación material. Y es complicado salir de esa situación. Según el informe, el 35% de las personas que nacieron con mala o muy mala situación económica son pobres una vez son adultas.

El aplauso dentro del campo y el estigma fuera del estadio

Es este el contexto que hace aún más valiosa la figura de Lamine Yamal. "Se ha convertido en un gran icono para los jóvenes como él, procedentes de barrios obreros y de familias inmigrantes. Y eso es muy importante porque sirve como referencia para ellos, para que quieran parecerse a él y, sobre todo, poder salir de la pobreza", afirma la directora del Observatorio del Deporte de la Comunitat Valenciana y técnica superior de Estudios Deportivos de la Universitat Politècnica de València, Kety Balibrea. En resumen, el futbolista del FC Barcelona es un ejemplo por, sobre todo, de dónde procede.

No es una cuestión banal porque ahí entra en funcionamiento el término que Lucía Mbomío utilizó para destacar la importancia de la presencia de jugadores negros en una selección como la española: la empatía por semejanza. Es decir, el poder de tener un referente en el que te puedas ver reflejado. Que te sirva como espejo. "No es la primera vez que un héroe deportivo sirve para esto", señala la experta, que recuerda el caso de Diego Armando Maradona, procedente de una de las villas más pobres de Buenos Aires (Argentina). "Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Un barrio privado de agua, de luz y de teléfono", dijo él mismo en una entrevista en El País.

En cualquier caso, es importante que estas figuras y ejemplos tengan impacto en las situaciones más cotidianas. Porque el deporte es un reflejo de ella, pero nada más. "El deporte supone una burbuja a la que no trascienden las desigualdades estructurales que hay fuera", continúa Balibrea. Es decir, hay que diferenciar entre lo que hay en el campo y lo que hay fuera. Así lo subraya también Antonio Santos, profesor de Sociología en la Universitat de València. "Es muy importante esa distinción. La multiculturalidad, deportivamente, ya está normalizada. El problema es que eso no se traslada fuera, donde no es que moleste la multiculturalidad, sino que lo hace también la pobreza", señala. Es decir, no sólo es una cuestión de racismo, sino también de aporofobia.

Pone a Francia de ejemplo. La selección que hizo al país ganador del Mundial del que precisamente era anfitriona fue bautizada como la Black, Blanc, Beur, que en castellano significa "negro, blanco, árabe". En aquel momento, tan sólo ocho de los 22 convocados por el seleccionador Aimé Jacquet eran de origen y nacionalidad francesa y por eso el equipo se convirtió en un símbolo de la multiculturalidad que ya había antes en la sociedad. Sin embargo, no pasó de ahí. Tan sólo siete años después, en 2005, se produjo una de las revueltas de los banlieus, el término con el que se conoce a las periferias de las grandes ciudades asociadas a la inmigración y marcadas por la marginalidad, la pobreza, el desempleo y el fracaso escolar. "La selección en ese momento no cambió nada. Continuó la segregación y la estigmatización de los inmigrantes", recuerda Santos.

Años después, en 2011, el periódico francés Mediapart, socio editorial de infoLibre, desveló que el director de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), François Blaquart, había limitado la presencia de niños negros y árabes en las academias de fútbol.

El deporte como integración y Lamine como ejemplo

Justo ahí es donde hay que poner el foco y fomentar la integración. El ejemplo de Lamine Yamal es perfecto, señalan los expertos, pero sobre todo si se usa como herramienta para que el deporte canalice la lucha contra la pobreza, la estigmatización y la desigualdad que sufren chicos y chicas como él. "El éxito de este futbolista puede ser muy positivo para los jóvenes. No potenciando el discurso de que todos pueden llegar a ser como él, pero sí impulsando políticas intencionadas en los barrios para fomentar el deporte", señala Balibrea.

Y es que su práctica, y sobre todo la ausencia de ella, tiene mucho que ver con la desigualdad. El estudio PASOS, presentado este miércoles por la Fundación Gasol, cuantificó que los niños y niñas con peores condiciones socioeconómicas dedican 23 minutos menos al día a la práctica de actividad física moderada o vigorosa, lo que supone más de 11 horas al mes y casi 140 horas al año menos. Es decir, casi seis días. O dicho de otro modo: los chicos y chicas de la generación y condiciones Yamal tienen menos posibilidades de practicar algún deporte.

El catedrático de Sociología del Deporte de la Universidad de Córdoba David Moscoso también lo recalca: "Lamine, al final, está representando la esperanza de muchos niños en su misma situación, es decir, hijos y nietos de inmigrantes con los mismos itinerarios vitales. Les transmite que tienen derecho a soñar y a luchar por aquello en lo que creen. El mensaje es que cuando el sistema deportivo ofrece la oportunidad a niños y a niñas, estos pueden lograr muchas cosas", comenta. "Hay que aprovechar lo que nos ha enseñado este jugador para ofrecer la oportunidad a otros como él", explica. "El deporte tiene un poder transformador muy grande. Influye en la autoestima, en la igualdad de género, en la superación, en el respeto…"

Hay proyectos que ya trabajan en esa idea. Y Yamal procede de uno de la Fundación Barça, que utiliza el deporte "para ayudar a hacer cambios reales en la vida de los niños más vulnerables", según la propia institución. La foto icónica de Leo Messi bañando a Yamal cuando tan solo era un bebé formó parte del calendario solidario que hizo la fundación en 2008 para recaudar fondos para Unicef. Según uno de los informes de la organización en el que se analizaron los beneficios del fútbol en los pequeños migrantes y refugiados, el 58,2% de los pequeños que participan en los programas aumenta su socialización, el 71,4% de los menores no acompañados mejora significativamente y hasta un 44,8% de los niños y niñas aumenta su autoestima. Además, el 45,3% reduce sus sentimientos de miedo.

El fútbol como espejismo: el caso del Mundial femenino

Ninguna de las voces consultadas resta importancia a la relevancia social que tiene la presencia de alguien como Lamine Yamal en la selección y en la Eurocopa. Pero sí señalan que todo lo que representa, igual que pasó en Francia, podrá dejar de tener la importancia actual cuando el torneo europeo termine y se olvide. Es lo que ocurrió con el Mundial femenino del verano pasado. No hizo falta que las jugadoras ganasen el campeonato. Simplemente con su llegada a la final ya se habían convertido en referentes de miles de niñas que hasta entonces no habían podido tener ídolos en el fútbol.

Las cifras que rodean al éxito de las jugadoras fueron históricas. Casi dos millones de personas de media siguieron por televisión el encuentro, convirtiéndolo en el partido más visto de la historia de un mundial femenino y marcando una cuota de pantalla del 45,4%, algo impensable hasta hace poco tiempo. En el minuto de oro la selección española reunió ante la pantalla a casi 3 millones de personas, superando ampliamente el 50% de cuota de pantalla. Interesó a un público mucho más amplio que el aficionado a las categorías femeninas. Era un cambio de paradigma total que, sin embargo, quedó en menos de lo que podría parecer.

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Se vio en la Supercopa de España de enero de este año. El Real Madrid, ganador de la categoría masculina, ingresó 5 millones al proclamarse campeón, pero el FC Barcelona, que se proclamó vencedor en el caso femenino, sólo 25.000 euros. Además, se vendieron unas 1.000 entradas cuando el aforo del estadio de Butarque tenía aforo para más de 12.000.

"Al final siempre se dibuja un paisaje positivo, libre de polémicas, porque nos atraen las cosas positivas, pero realmente son mitos. Sigue existiendo la pobreza en niños como Yamal, igual que el machismo en el fútbol", lamenta Balibrea. E insiste en esto último. Porque la irrupción de Lamine Yamal ha tapado el escándalo tras el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso precisamente durante la celebración de la victoria en el Mundial. "El fútbol busca una estrella y una historia de éxito, pero al fútbol no se le suele esperar en ninguna causa justa", critica por su parte Santos.

"Todavía queda mucho por recorrer porque las federaciones de fútbol tienen muchos desafectos sociales. No representan los valores del deporte y esa imagen es muy difícil de revertir", considera por su parte Moscoso. El fútbol, para él, está tratando de representar los cambios de la sociedad, tanto ahora en la Eurocopa como el año pasado en el Mundial femenino. Pero todavía quedan deberes por hacer. Porque el racismo y el machismo continúan presentes.

Tan sólo unas horas antes de que 11,5 millones de personas celebraran el gol de Lamine Yamal en el partido de semifinales de la Eurocopa frente a Francia, el grupo parlamentario de Vox presentaba una proposición no de ley para expulsar a todos los inmigrantes en situación irregular. Un día antes, el líder de los ultras insistió en que no apoyaría el reparto de menores migrantes que llegan solos a las costas canarias porque no quería ser cómplice de "robos, machetazos y violaciones". "¡Adelante España! ¡A la final!", escribió sin embargo en X en cuanto terminó el partido. Fue coincidencia. El debate sobre la reubicación de los niños y niñas que cruzan nuestras fronteras protagonizó esta semana una actualidad que el martes, durante hora y media, quedó paralizada frente a un televisor. Uno donde la ya considerada mayor estrella del torneo marcaba uno de los goles que dieron el pase de España a la final de este domingo y, a la vez, se consolidaba como un icono para los chicos y chicas de su generación.

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