La residencia de mayores Los Nogales de Hortaleza acaparó una gran atención mediática durante el pasado mes de abril. Tal y como desveló la Cadena Ser, la Fiscalía estaba investigando a tres trabajadores por maltratar a dos mujeres que vivían en el centro. Según el Ministerio Público, los empleados les pegaban, amenazaban e insultaban. Una situación que, sin embargo, es más frecuente de lo que parece. Y más todavía en el ámbito familiar. Lo que ocurre es que es un problema casi invisible porque muchas de las personas que sufren este tipo de violencia no la denuncian. Este sábado, precisamente, se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
Según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año pasado, una de cada seis personas mayores sufre malos tratos en todo el mundo. Además, el 33% de los ancianos que están en residencias es víctima de abusos. En España, Cruz Roja asegura que en 2018 atendió a más de 3.500 personas que sufrieron o estaban en riesgo de sufrir algún tipo de maltrato.
No obstante, estas son cifras condenadas a crecer. Y es que la población mundial está envejeciendo. La natalidad cada vez es más baja y la esperanza de vida, más alta. Y no hay visos de que esto vaya a cambiar. Según la OMS, la población mundial de mayores de 60 años pasará de 900 millones de personas en 2015 a unos 2.000 millones en 2050. En España ocurrirá lo mismo: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2018 los mayores de 65 años constituían un 19,2% de la población total, pero el porcentaje se elevará al 25,2% en 2033. Y es que la tasa de natalidad de nuestro país, con 1,31 hijos por mujer, es la segunda más baja de Europa, según los datos de Eurostat.
Por eso, la OMS certifica que este tipo de violencia va en aumento de forma directamente proporcional al envejecimiento poblacional. La propia organización define el maltrato a los ancianos como "un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza". Esta violencia, además, puede adoptar diversas formas, "como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual, y el abuso de confianza en cuestiones económicas". Pero la más dura, según explica a infoLibre Cinta Pascual, presidenta del Círculo Empresarial de Atención a las Personas (Ceaps), es la psicológica. "Puede consistir en actos vejatorios para la persona o que afectan a su bienestar, como las agresiones verbales, las amenazas, las burlas, la destrucción de efectos personales o el confinamiento para impedirles ver a sus amigos y familiares", explica la OMS.
"El daño psicológico es el más duro porque es el que les hace creer que no sirven para nada y que son meros muebles u objetos", lamenta. Y también es la forma de maltrato más frecuente y sutil y, por tanto, más difícil de detectar. "Se da en formas muy minúsculas que casi no se detectan como, por ejemplo, en el trato infantil o en las amenazas", añade Montserrat Lacalle, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Casi todos los ancianos maltratados lo son por su propia familia: la invisibilidad del problema
Pero lo peor, según todos los expertos consultados, es que este tipo de malos tratos se sufre casi siempre en casa. Y por parte de los familiares. "La mayor parte del maltrato se da en el propio domicilio, pero hay que tener en cuenta que, de nueve millones de personas mayores de 65 años, sólo alrededor de 300.000 viven en residencias", apunta José Manuel Martínez, geriatra y presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma). Ese hecho tiene dos consecuencias: invisibiliza el problema y complica la solución. "La mayor parte del maltrato se produce en el ámbito familiar y, como es de puertas para dentro, no hay ojos que lo detecten", critica Lacalle. Procede, por tanto, de los propios hijos o nietos del anciano o anciana quienes, demasiado a menudo, ni siquiera son conscientes de que el trato que están dando su familiar podría constituir una forma de violencia. No son conscientes ni ellos que perpetran esa violencia ni los que la sufren, apunta Lacalle. Esa inconsciencia, añade la doctora en Psicología, "tiene que ver con la visión que tenemos de la vejez".
"La sociedad en la que vivimos aprecia mucho todo lo que tiene que ver con la belleza, la juventud y la salud y la vejez es la antítesis de todo eso porque es la cercanía a la muerte", explica Lacalle. "No es que la vejez implique necesariamente un estado de decrepitud —aclara—, pero inconscientemente se asocia al final de la vida". "Ahí empieza el rechazo", dice. Y es que, según dice Lacalle, "valoramos a las personas útiles, productivas, con mucha actividad... Y las personas mayores son lo contrario, por lo que no encajan en los valores sociales".
La solución a un problema que está en casa, además, es más complicada de encontrar. Por un lado, porque como dice Lacalle muchas veces los mayores ni siquiera son conscientes de que están soportando violencia y, en lugar de asimilarlo, justifican el trato que reciben. "Empiezan a culparse y a negar o minimizar acciones que soportan", lamenta. Así, comienzan a pensar que son una carga. Por otro lado, porque interponer una denuncia contra un familiar nunca es sencillo. Por eso, el foco para solucionar el problema hay que ponerlo en reeducarles a ellos, según Pascual. "El énfasis hay que ponerlo en la familia porque a veces sus frustraciones por la enfermedad de la persona mayor se canaliza contra el padre y la madre y da lugar a situaciones realmente complicadas", explica.
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Las mujeres, quienes más la sufren
No hay un perfil del tipo de persona más proclive a soportar este tipo de maltrato, pero sí hay factores que influyen. Y uno de ellos es el género, aunque Lacalle incide en que no se puede hablar de violencia machista. "Sabemos que las mujeres son más vulnerables a estas violencias, pero esto se explica porque viven más años y tienen más posibilidades de sufrir enfermedades neurodegenerativas", dice. Dos factores, continúa, que aumenta las probabilidades de que un anciano o anciana sufra malos tratos. "Cuanto más mayor sea la persona, más riesgo tendrá", dice. Y es que "los años van unidos a enfermedades, dependencia y posibilidad de que aparezca algún tipo de demencia".
Martínez, además, apunta a otro factor de vulnerabilidad. "Lo más sensible es la soledad, que es una de las plagas de este siglo que consigue exacerbar el problema del maltrato", dice. Tal y como aclara, no se refiere exactamente a la soledad total sino, más bien, a la falta de ayuda familiar. Según los datos que maneja el Ayuntamiento de Madrid, un 19,5% de los españoles vive en soledad: un 59,5% porque quiere y un 40,5% porque no le queda otra alternativa.
La residencia de mayores Los Nogales de Hortaleza acaparó una gran atención mediática durante el pasado mes de abril. Tal y como desveló la Cadena Ser, la Fiscalía estaba investigando a tres trabajadores por maltratar a dos mujeres que vivían en el centro. Según el Ministerio Público, los empleados les pegaban, amenazaban e insultaban. Una situación que, sin embargo, es más frecuente de lo que parece. Y más todavía en el ámbito familiar. Lo que ocurre es que es un problema casi invisible porque muchas de las personas que sufren este tipo de violencia no la denuncian. Este sábado, precisamente, se celebra el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.