Narcotráfico

El mercado de la droga movió al menos 30.000 millones de euros en Europa durante 2017

Imagen del 'narcosubmarino' localizado el fin de semana en la Ría de Aldán.

El tráfico de drogas es una de las fuentes de ingresos más potentes del crimen organizado en el Viejo Continente. Más de un tercio de los 5.000 grupos delictivos que la Oficina Europea de Policía (Europol) tenía identificados en 2017 en suelo comunitario estaban vinculados con el movimiento de este tipo de sustancias. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que dicho mercado se ha convertido en una auténtica máquina de hacer billetes. El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (Emcdda) y Europol calculan en su último informe conjunto, puesto sobre la mesa este martes en Bruselas, que el negocio del narcotráfico movió solo en 2017 la friolera de 30.000 millones de euros, una cifra a la que llegan haciendo una estimación que califican de conservadora. De ese enorme pastel, dos quintas partes corresponden al cannabis, lo que se traduce en unos 11.600 millones de euros, mientras que la cocaína estaría generando en la Unión Europea al menos 9.100 millones. Datos que evidencian el músculo de un negocio en continua evolución con consecuencias desastrosas tanto para la sociedad como para los gobiernos e instituciones.

El último análisis estratégico de la Oficina Europea de Policía y el Emcdda pone de manifiesto que “la disponibilidad general de drogas” en el Viejo Continente, tanto naturales como sintéticas, “sigue siendo muy alta”. “El mercado se caracteriza cada vez más por unos consumidores que tienen acceso a una amplia variedad de productos de alta pureza y alta potencia que, en términos reales, suelen ser equivalentes en precio o más baratos que durante la última década”, apunta el estudio, que hace hincapié en los “altos niveles de producción” tanto a nivel mundial como dentro de la Unión Europea, “importante” proveedor de cannabis y drogas sintéticas. El análisis pone, por un lado, el acento en el negocio de la heroína, una sustancia cuya disponibilidad podría aumentar en los próximos años a tenor de las “estimaciones recientes de producción de opio en Afganistán” y del volumen de los cargamentos incautados. Pero tampoco se olvida de la cocaína y del incremento de las plantaciones en Colombia. Sólo en 2017, había en el país 171.000 hectáreas dedicadas al arbusto de coca, 25.000 más que el año anterior.

La directora ejecutiva de Europol, Catherine De Bolle, ha aprovechado la presentación del informe para destacar el “claro aumento de la actividad delictiva”. Y ha recordado que “los grupos de delincuencia organizada de máximo nivel” están ganando “mucho dinero a costa de sus numerosas víctimas”. Un informe publicado en 2017 por el Global Financial Integrity calculaba que el mercado global de las principales drogas pudo moverse en 2014 entre los 426.000 y los 652.000 millones de dólares. Ahora, el estudio del observatorio europeo cifra en 30.000 millones de euros el valor de este negocio en el Viejo Continente, aunque recuerda que son cálculos muy conservadores. “Para poner en contexto el tamaño del mercado de drogas ilícitas en el contexto de la economía de la Unión Europea, se estima que la producción y el tráfico en los 10 Estados miembro para los que hay datos disponibles osciló entre el 0,02% (Luxemburgo) y el 0,6% (Italia y Suecia) del Producto Interior Bruto en el periodo 2004-2015”, sostienen los expertos.

Con un valor estimado de unos 11.600 millones de euros (el 39% del pastel), el mercado más potente de todos es el del cannabis, una droga que consumieron a lo largo del año pasado unos 25 millones de europeos. Le sigue el de la cocaína –al menos 9.100 millones de euros, el 31%–, una sustancia que se metieron 4 millones de personas de entre 15 y 64 años y cuyo consumo sigue a día de hoy concentrado principalmente en el sur y el oeste de un Viejo Continente que aparece cada vez más como una zona de paso hacia los mercados de Oriente Medio y Asia. Con una producción en niveles históricos, el negocio de la heroína y los opiáceos, que ha provocado cerca de 1,3 millones de consumidores problemáticos en suelo europeo, representa el 25% del mercado con unos 7.400 millones de euros anuales. Anfetamina, metanfetamina y MDMA, cuya producción se realiza en ocasiones a “escala industrial” en la UE y se destina a consumo nacional y exportación, mueven unos 1.500 millones de euros, lo que representa el 5% del negocio.

Del lavado clásico a las monedas virtuales

Pero las enormes ganancias derivadas del tráfico de drogas, señalan los expertos, “deben lavarse” para que parezcan legales antes de poder usarse. Flujos financieros que, apunta, afectan a la economía legal. “Estas ‘inversiones’ distorsionan la verdadera economía, dejando a las empresas y consumidores legítimos en desventaja competitiva”, recalca el análisis del Emcdda. Movimientos que, además, son realmente difíciles de rastrear. En este sentido, los expertos señalan que a pesar de la existencia de una legislación “sólida”, la estrategia global contra el lavado de dinero, que requiere de la colaboración de especialistas de los sectores legal y financiero, “tiene una tasa de éxito pobre en la identificación y captura de fondos ilegales generados por organizaciones criminales”. La Oficina Europea de Policía, por ejemplo, calcula que sólo confisca el 1% de todos los ingresos delictivos, incluidos los del tráfico de drogas. “Establecer un vínculo entre los fondos sospechosos y un delito concreto sigue siendo un desafío clave para las autoridades”, sostiene el estudio.

Las organizaciones criminales utilizan gran variedad de técnicas para ocultar la propiedad y el control de los activos obtenidos ilegalmente, mientras que los países se enfrentan al enorme desafío de “hacer cumplir las leyes nacionales en un entorno comercial sin fronteras”. En algunos casos, los delincuentes lavan ellos mismos sus ganancias. En otros, sin embargo, recurren a estructuras criminales dedicadas al blanqueo. Es el caso del grupo desarticulado en 2016 en la denominada Operación Cedar, cuyo modus operandi consistía en comprar con el dinero del tráfico de cocaína artículos de lujo, exportarlos y venderlos en Líbano y colocar luego en el sistema financiero los ingresos de esas ventas para transferirlos a los carteles de América del Sur. Estos facilitadores, sostiene el informe, se suelen llevar por sus servicios “un porcentaje de los fondos lavados como comisión”. Y, además, no suelen tener un único cliente: “Es común que una red de lavado de dinero trabaje con varias organizaciones criminales”.

Pero los narcotraficantes también recurren, en ocasiones, a otras técnicas menos convencionales. Pueden utilizar, por ejemplo, “mulas de dinero” para meter los beneficios ilícitos en cuentas bancarias de las que luego se solicitan tarjetas que son enviadas a los países de origen para extraer dinero en efectivo. Pero también pueden decidir que esos fondos sean intercambiados por monedas virtuales para posteriormente venderlas “a compradores en Colombia, quienes transfieren el valor a las cuentas que posee la organización criminal”. “El lavado de dinero virtual mantiene el anonimato y oculta los orígenes ilícitos de los fondos”, resalta el estudio, que añade que también existen “servicios” para blanquear este tipo de divisas online tomando fondos de múltiples clientes, mezclándolos y generando fondos mixtos. “Los delincuentes, generalmente, pierden un porcentaje en el proceso, pero al final los fondos parecen legítimos, lo que hace que la pérdida valga la pena”, completan los expertos.

Los mercados online

De 'Los Charlines' al "crimen como servicio"

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Durante la presentación del estudio, el director de la Emcdda, Alexis Goosdeel, ha llamado la atención a los responsables políticos para que aborden “el rápido crecimiento del mercado de las drogas, que es cada vez más global, coordinado y digital”. Porque entre otros aspectos, el análisis hecho público destaca también el uso del desarrollo tecnológico en el negocio del narcotráfico. En este sentido, asevera que el empleo de los servicios postales y de paquetería para enviar sustancias estupefacientes “se ha expandido rápidamente” en los últimos años. El motivo principal de dicho crecimiento, cuya proporción es mínima en comparación con el uso de grandes contenedores para intentar meter mercancía, se atribuye a la proliferación de los mercados de drogas online, ya sea a través de redes sociales, servicios de mensajería, aplicaciones móviles o la tan mencionada Internet Oscura –Darknet–. “Se estima que dos tercios de las ofertas en los mercados de la Darknet están relacionadas con las drogas, mientras que el resto se centra en una amplia gama de otros bienes y servicios ilícitos”, apostilla el Emcdda.

Los expertos sostienen que este ecosistema en la Internet Oscura “es dinámico y resistente”, con mercados que aparecen y desaparecen continuamente. Sólo hay que recordar el caso de Silk Road, cerrada en octubre de 2013 y reabierta 35 días más tarde bajo el nombre de Silk Road 2.0, otra tienda que sería también clausurada y replicada como Silk Road 3.1 posteriormente. Durante el próximo lustro, estima el análisis, “podemos esperar ver una continua fragmentación de la escena” en la DarknetDarknet. “Si bien pueden sobrevivir varios mercados grandes, […] habrá un número creciente de otros más pequeños que atiendan a nacionalidades o idiomas específicos”, recalca el informe, que duda de que estas tiendas online más pequeñas terminen atrayendo respuestas coordinadas a nivel internacional. Por todo ello, el Emcdda y Europol consideran que es “crucial” una “mayor capacidad de monitorización” de este tipo de negocios “para reducir los riesgos para la salud y la seguridad que actualmente presentan los desarrollos en este área”.

El análisis de los dos organismos europeos también dedica espacio a las vinculaciones entre el narcotráfico y el terrorismo o la trata de seres humanos, así como pone el acento en el impacto medioambiental generado por la producción de drogas –deforestación o vertido de residuos químicos–. Y hace especial hincapié en la corrupción. Según el Eurobarómetro sobre corrupción de 2017, un 31% de los ciudadanos comunitarios piensa que el soborno y la utilización indebida del poder “están muy extendidos entre los funcionarios de aduanas y la policía”, recogen los expertos. En relación con el crimen organizado, el informe sostiene que las actividades corruptas más habituales son la venta de información a los grupos de delincuentes, la obstrucción de las investigaciones o la facilitación del tránsito de mercancía. En 2018, por ejemplo, un guardia civil destinado en el puerto de Algeciras fue detenido por su supuesta relación con una incautación de casi nueve toneladas de cocaína escondidas entre plátanos.

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