El joven marroquí estuvo en el contenedor durante cuatro días, con la esperanza de que en el puerto de Melilla subieran la carga a algún buque y llegar así hasta la península. Pero no cayó en un pequeño detalle, era el puente de Mayo. Al ser festivo el servicio de transporte de mercancías se había suspendido. Por eso lo que iban a ser unas horas encerrado se convirtieron en cuatro interminables días, sin luz, sin comida. Desesperado, el joven migrantes hizo un agujero, pero de poco le sirvió. Porque pegado al contenedor había otro y no pudo salir. Por suerte un guardia civil escuchó sus gritos y finalmente fue rescatado. Eso sí, sin poder pisar la península.

El joven marroquí estuvo en el contenedor durante cuatro días, con la esperanza de que en el puerto de Melilla subieran la carga a algún buque y llegar así hasta la península. Pero no cayó en un pequeño detalle, era el puente de Mayo. Al ser festivo el servicio de transporte de mercancías se había suspendido. Por eso lo que iban a ser unas horas encerrado se convirtieron en cuatro interminables días, sin luz, sin comida. Desesperado, el joven migrantes hizo un agujero, pero de poco le sirvió. Porque pegado al contenedor había otro y no pudo salir. Por suerte un guardia civil escuchó sus gritos y finalmente fue rescatado. Eso sí, sin poder pisar la península.

El joven marroquí estuvo en el contenedor durante cuatro días, con la esperanza de que en el puerto de Melilla subieran la carga a algún buque y llegar así hasta la península. Pero no cayó en un pequeño detalle, era el puente de Mayo. Al ser festivo el servicio de transporte de mercancías se había suspendido. Por eso lo que iban a ser unas horas encerrado se convirtieron en cuatro interminables días, sin luz, sin comida. Desesperado, el joven migrantes hizo un agujero, pero de poco le sirvió. Porque pegado al contenedor había otro y no pudo salir. Por suerte un guardia civil escuchó sus gritos y finalmente fue rescatado. Eso sí, sin poder pisar la península.

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