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Por qué los españoles ven en la inmigración el gran problema cuando a nivel personal admiten que no les afecta

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¿Es la inmigración uno de los grandes problemas de España? El 30,4% de los encuestados en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado este miércoles, considera que así es, aventajando en diez puntos a problemáticas como el paro —20,1%—, la crisis económica —19,8%— o la vivienda —16,1%—. En solo cien días, la la inmigración ha pasado del noveno puesto —un 11,2% en el barómetro de junio— al primero en la lista de preocupaciones de los españoles. Hace solo un año era únicamente el 5%.

Sin embargo, cuando a los encuestados se les pregunta por los problemas que les afectan personalmente a ellos y no a España, la inmigración ya no es el principal problema, sino el quinto. Un 4,1% lo identifican como la cuestión que más les afecta, el 5,3% como la segunda y el 4,3% como la tercera. En total, un 13,7%. En este caso lo que más afecta a las personas encuestadas por el CIS es, en primer lugar, la crisis económica, en segundo la sanidad, seguido de los problemas relacionados con la calidad del empleo y la vivienda.

¿Por qué se da esta dualidad? A ojos de Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III y autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa, "es inseparable del hecho de que en los últimos meses, y especialmente en verano, el espacio mediático que ha ocupado la inmigración" tras la llegada de cayucos procedentes del continente africano a las costas canarias y se ha "enmarcado el tema migratorio como un problema acuciante para el país". Esto, "unido a los reproches mutuos entre partidos y comunidades autónomas, ha hecho que aparezca como una cuestión problemática y, sobre todo, urgente".

Un diagnóstico con el que coincide la socióloga y profesora de la Universitat de València Aída Vizcaíno, que explica esa divergencia en lo que denomina "problemas mediáticos" frente a los "problemas estructurales": "Los primeros son los que consiguen un rendimiento mediático y electoral porque se utilizan de manera recurrente en el debate público, los segundos son los que afectan a la vida de la gente y siempre se mueven en temas como la vivienda, el trabajo o la crisis. Son las cuestiones que vertebran la vida de una persona", resume.

El profesor de la Carlos III también destaca que el eco mediático-político que está teniendo la inmigración se debe al interés por parte de algunos actores por presentarla, desde hace años, como una preocupación. Cita a Vox pero también a otros "competidores" en ese campo como Aliança Catalana, que consiguió por primera vez representación en el Parlament las elecciones del pasado maño, la formación de Alvise Pérez, que irrumpió en el Parlamento Europeo con tres escaños, pero también al Partido Popular e incluso al PSOE. A juicio de Vázquez, los socialistas, en algunos momentos, "han presentado la inmigración como un problema".

Convertir la inmigración en el principal problema, un "éxito" de la extrema derecha

Ambos expertos coinciden en que haber logrado convencer a tanta gente de que la inmigración es el "principal problema" de España es "un éxito" de la extrema derecha ya que el discurso antiinmigración es el combustible más común de los partidos de esa familia política. "Es un éxito a la hora de fijar temas de discusión y envolver esos temas en una narrativa que enmarca a los migrantes como problemáticos", concede Guillermo Fernández.

La extrema derecha ha logrado imponer un "determinado marco", señala Vizcaíno, en la que la identidad nacional se percibe amenazada por la presencia de migrantes y, según este discurso, ponen en peligro la preservación de la unidad cultural en todo el territorio. "Lo cierto es que la ultraderecha se opone abiertamente al multiculturalismo y no considera a los migrantes como ciudadanos de pleno derecho", sintetiza. La socióloga cree que nos encontramos en "una ola de retroceso" en los derechos de los migrantes, que son los mayores perjudicados.

Sobre el papel de los medios de comunicación, tanto Fernández como Vizcaíno consideran que han alimentado ese "relato" de la extrema derecha, en un momento en el que, como destaca la profesora de la Universidad de València, "la opinión pública están totalmente polarizada". En esa línea, cree que hace falta "más autocrítica" a la hora de abordar este tipo de debates y considera que se debería dar voz a quien, habitualmente, no la tiene y son precisamente los migrantes.

Por su parte, el profesor de la Carlos III cree que aunque la responsabilidad mediática ha sido "decisiva" y es importante abordar los temas "no solo desde el enfoque alarmista que interesa a la extrema derecha y a la derecha", es consciente de que es difícil sustraerse del debate y considera que los medios y también las formaciones de izquierda deben plantar cara a los marcos que imponen desde la derecha. "Es importante que las izquierdas no rehuyan esta cuestión migratoria, es decir, no la omitan, pero lo aborden desde otra perspectiva".

Vizcaíno también cree que hay que intentar alejarse de "las miradas mercantilistas" que hablan de los migrantes como la "tabla de salvación de los españoles": "Las leyes de extranjería siempre están vinculadas a cuestiones económicas. Los migrantes solo tienes derecho a algo porque tienen un trabajo. Nacionalidad no es nacer en un país, sino habitar una comunidad", señala. Una referencia a los informes a los que se suele aludir, como el del Banco de España, que asegura que nuestro país necesitará 24 millones de inmigrantes en las próximas tres décadas para sostener las pensiones y para prevenir un "invierno demográfico" catastrófico.

Las consecuencias del auge de los discursos de odio

De manera recurrente los representantes de la ultraderecha —y también el PP— vinculan la inmigración con el aumento de la inseguridad y de la criminalidad en las calles. Esto sirve a su vez para justificar las deportaciones y expulsiones, como sucede en gobiernos como el de la italiana Giorgia Meloni, que precisamente este jueves se ha reunido con el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. Discursos y políticas que, en opinión de Fernández, "pueden tener como consecuencia cacerías y actos de violencia concretos contra migrantes verdaderamente graves".

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Es lo que sucedió este verano en Reino Unido tras el ataque que se cobró la vida de tres niñas e hirió a otros ocho niños en una escuela de danza. Sin ninguna prueba ni confirmación por parte de las autoridades, tuit en X aseguró que el autor de los hechos había cruzado ilegalmente el Canal de la Mancha para llegar al país, como hacen miles de exiliados por falta de vías seguras. El rumor desencadenó violentos disturbios en varias ciudades, en un contexto de racismo y odio contra los inmigrantes, dirigidos contra barrios habitados por gente no blanca y musulmana.

En España, cuando se comete un crimen, la obsesión de la ultraderecha no es tratar de prevenir que ocurra o analizar las causas estructurales, en lo que respecta por ejemplo a la violencia machista, sino arrojar dudas sobre la nacionalidad del autor. "Es un discurso tramposo. Si el delito lo comete un español de origen es porque no está bien, se justifica en que tiene una enfermedad mental o no tiene recursos, pero cuando son personas de origen migrante todo eso deja de tener importancia", reflexiona Vizcaíno. Con todo, ambos expertos señalan que no es una problemática que afecte en exclusiva a España, sino un fenómeno global.

Para muestra, un estudio reciente en clave europea que interpeló a los ciudadanos de todo el continente sobre la inmigración y arrojó un dato que explica en buena parte el eco que la extrema derecha. Siete de cada diez europeos afirmaron que el país en el que viven acoge a demasiados inmigrantes. Los más descontentos, los griegos (90%), los chipriotas (84%), los irlandeses (78%), los austríacos (77%) y los búlgaros (76%). En el caso español, el porcentaje era del 70% mientras que, en el otro extremo, se situaban daneses y portugueses con un 57%.

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