Dietrich Bonhoeffer, en lucha contra el nazismo

 Estamos conmemorando el 80 aniversario de la ejecución en el campo de concentración de Flossenbürg del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, que supo compaginar armónicamente la resistencia al nazismo, la mística del seguimiento de Jesús de Nazaret y la reflexión teológica. Fue el 9 de abril de 1945. Descubrí a Bonhoeffer con apenas 23 años durante mis estudios de licenciatura en teología en la Universidad Pontifica de Comillas a través de la lectura de su libro Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde la el cautiverio, publicado en 1969 por la editorial Ariel, y de la biografía escrita por su amigo Eberhard Bethge: Dietrich Bonhoeffer. Teólogo-Cristiano-Hombre actual, publicada por la editorial Desclée de Brouwer en 1970. 

Desde entonces el teólogo luterano alemán se convirtió en una de las principales figuras que han guiado mi trayectoria teológica, en un ejemplo de ciudadano y cristiano en la lucha contra la tiranía nazi y en un referente en el compromiso por construir un mundo libre de todas las tiranías políticas y económicas y muy especialmente de la actual dictadura cristoneofascista de la extrema derecha política y los movimientos cristianos integristas y fundamentalistas, que conforman la Internacional del Odio. 

Dietrich Bonhoeffer vivió sólo 39 años (1906-1945), y los dos últimos en la cárcel. Pero fueron suficientes para provocar una de las mayores revoluciones en el cristianismo y en la teología del siglo XX. El teólogo luterano alemán encarna en su persona de manera ejemplar dimensiones difícilmente armonizables en el corazón de la modernidad y del poscristianismo: la lucidez de un creyente ilustrado, la resistencia al nazismo, el testimonio de la trascendencia en medio de la inmanencia, la praxis liberadora de un teólogo y el martirio de un testigo de la libertad en lucha contra el nazismo. Es uno de los ejemplos más luminosos de la "santidad política" de nuestro tiempo. 

Dietrich Bonhoeffer y su hermana gemela Sabine nacieron el año 1906 en el seno de una familia perteneciente a la alta burguesía en Breslau, ciudad donde había nacido casi un siglo y medio antes Schleiermacher. Su padre, Karl, fue un prestigioso psiquiatra que accedió a la cátedra de psiquiatría y neurología en Berlín en 1912. Su madre, Paula, pertenecía a la familia von Hase.

Su infancia y juventud transcurrieron en un clima de fuerte disciplina familiar y de intensa protección. Siendo estudiante confesaba: "Me gustaría por una vez dejar de estar protegido. No estamos en condiciones de comprender a los demás. En nuestra casa nuestros padres siempre están ahí, facilitando la solución de todos los problemas. Y aun cuando nos encontramos lejos unos de otros, este hecho nos proporciona una seguridad impertinente" . 

Desde muy joven, Bonhoeffer sintió la vocación de pastor y teólogo. En 1923 inició los estudios de teología en Tübingen. Poco después pasó a la Facultad de teología de la Universidad de Berlín, donde impartían clases los grandes maestros: Deissmann, Lietzmann, Harnack, Holl, Seeberg, etc. Defendió, a los 21 años, su tesis doctoral que lleva por título Sanctorum communio. Sociología de la Iglesia. En ella expresa su temor de que la teología degenere en pereza intelectual. Desde entonces su combate se dirige precisamente contra ese pecado capital, teniendo como referencia a Harnack. Éste escribe al joven teólogo Bonhoeffer diciéndole que la existencia espiritual se ve "amenazada por el desprecio de la teología científica" y que "hay que mantener en alto con toda confianza las banderas de la ciencia legítima que defiende su causa".

De la teología al pastorado y de éste a aquélla: éste fue el itinerario bidireccional seguido por Bonhoeffer, que busca la unidad entre inteligencia y vida

De la teología al pastorado y de éste a aquélla: éste fue el itinerario bidireccional seguido por Bonhoeffer, que busca la unidad entre inteligencia y vida. Un año después de la defensa de su tesis doctoral, fue nombrado vicario de la parroquia luterana alemana en Barcelona, donde descubrió las agudas contradicciones sociales. Al año siguiente, 1929, ejerció de profesor auxiliar de teología en la Universidad de Berlín. En 1931 fue ordenado pastor. Ese mismo año fue nombrado profesor de teología en la citada Universidad. 

1933 fue un año decisivo en la vida de Bonhoeffer. El mariscal Hindenburg encargó a Hitler formar gobierno. Los Bonhoeffer consideraban una desgracia para Alemania el triunfo del nacionalsocialismo y el nombramiento de Hitler como canciller de la nación. En julio de 1933, Hitler y el Vaticano firmaron un concordato, donde aparecía un párrafo que prohibía a cualquier persona de sangre judía o casada con una persona judía ejercer un ministerio en la Iglesia. El sínodo general de Prusia hizo suyo dicho párrafo. La facultad de teología de Berlín adoptó ante el nazismo una actitud de tibieza, que en la práctica suponía la aceptación de la discriminación religiosa contra los judíos.

Estos acontecimientos provocaron un cambio importante en la vida de Bonhoeffer, que salió del ámbito religioso-privado en que estaba instalado y adquirió dimensiones públicas de clara oposición al nazismo. Descubrió que no puede seguir siendo miembro de una Iglesia que excluye a los judíos, y participó activamente en la creación de la Iglesia confesante –junto con Martin Niemöller–, una de las instancias religiosas más críticas contra las medidas discriminatorias hacia los judíos.

"La Iglesia sólo puede cantar gregoriano si al mismo tiempo clama en favor de los judíos", afirma Bonhoeffer señalando con el dedo acusador a una Iglesia como la alemana cómodamente instalada bajo la cruz de Cristo, adaptada al sistema nazi y más preocupada por la salvaguarda de sus derechos que por la defensa de los derechos negados a millones de personas. Entonces deja claro cuál es su actitud y cuál debe ser la de la Iglesia, a través de una imagen bien expresiva: "Si un loco, por la Kurfürstendam (la gran avenida de Berlín) lanza su coche contra la acera, yo no puedo, como pastor, contentarme con enterrar a los muertos y consolar a sus familias. Si me encuentro en ese lugar, debo saltar y arrancar al conductor su volante" .

Su actitud crítica le acarreó severas sanciones. Se le prohibió enseñar en la Universidad de Berlín. Se clausuró el Seminario de predicadores de la Iglesia confesante de Finkenwalde, del que era director. No se le permitió vivir en Berlín. Se le impidió hablar y escribir en Alemania. Su compromiso ecuménico-político contra el nazismo fue cada vez mayor. Participó en grupos de resistencia y viajó fuera de Alemania en busca de apoyos religiosos para derrocar a Hitler. 

El 5 de abril de 1943 fue arrestado por la Gestapo bajo la acusación de conspirar contra Hitler y encarcelado en la prisión de Berlín-Tegel. Bonhoeffer no cesaba de preguntarse si él era un conjurado o un testigo, un predicador o un conspirador y si la causa de su encarcelamiento era política o confesante. Pasó año y medio en la prisión de Tegel (abril 1943-octubre 1944).

Después siguió un dramático peregrinaje por diferentes prisiones. Fue juzgado por un Consejo de Guerra en el campo de concentración de Flossenbürg y condenado a muerte. Al amanecer del 9 de abril de 1945, unos días antes de que las tropas aliadas liberaran el campo, fue ahorcado junto al almirante Canaris, el general Oster, el juez Sack, Strünk y Gehre. El mismo día era asesinado en el campo de concentración de Sachsenhausen su cuñado von Dohnanyi. Quince días después corrían las misma suerte en Berlín su hermano y otro de sus cuñados.

Tres fueron las pasiones que mantuvieron viva la esperanza de Bonhoeffer durante el cautiverio: la recuperación de la libertad, con la que soñaba despierto y dormido; la fe en el Dios de la vida, en quien confiaba sin fisuras, y el amor a -y de- su novia Maria von Wedemeyer, con la que había contraído compromiso matrimonial unos meses antes de ser detenido.

Desde la minúscula celda donde penaba, el teólogo anti-nazi vivió cada momento de su cautiverio en un clima de profunda libertad interior, que ya quisieran para sí muchas personas que deambulan por las calles "libremente". La correspondencia fue su principal y más gratificante dedicación durante el cautiverio. Dirigió numerosas cartas a sus padres, a su novia y a su amigo Eberhard Bethge. Buena parte de esa original y emotiva correspondencia ha sido publicada en dos obras: Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio (Ariel, 1969; Sígueme, 1983) y Cartas de amor desde la prisión (Trotta, 1998).

El contenido de esas cartas da un vuelco total a la teología, a la que plantea interrogantes incómodos, y abre nuevos horizontes al cristianismo. Su pensamiento es anticipativo, proyectivo. Su tiempo es el futuro como diseño alternativo de lo nuevo. Bonhoeffer es la mejor encarnación del mensaje del profeta Isaías: "No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo: mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?" (Is 43, 18-19).

Las cartas desde la prisión han ejercido una influencia decisiva en la teología de la posguerra y han abierto nuevos caminos en el diálogo del cristianismo con la modernidad, bloqueado desde siglos atrás. La reciente publicación de la correspondencia entre los novios Dietrich y Maria revela de manera diáfana el rico mundo de los sentimientos que entran de lleno en la reflexión y el compromiso político de Bonhoeffer. No es posible estudiar el pensamiento del teólogo sin tener en cuenta su experiencia del amor, o mejor, del enamoramiento.

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Juan José Tamayo es profesor emérito de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y director y coautor de Religión.

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