No hay arranques de legislatura en la que el reparto de puestos en la Mesa del Congreso y la elección de la Presidencia no genere tensiones, sobre todo desde que el bipartidismo pasó a mejor vida, y la legislatura que arranca la próxima semana no es la excepción. Tanto el PSOE como el Partido Popular quieren presidir la tercera institución del Estado, lo que implica poder controlar la actividad parlamentaria, tener información de primera mano sobre lo que ocurre en la Cámara Baja y gestionar un presupuesto que en 2023 superó los 110 millones de euros.
A una semana de que se celebre la constitución de las Cortes, el PSOE negocia con sus potenciales aliados —los mismos que ha tenido el Gobierno de coalición esta legislatura, a los que ahora se les suma Junts— para tratar de garantizarse la presidencia y, al igual que sucederá con la investidura de Pedro Sánchez, todo dependerá de lo que haga el espacio posconvergente. Si rechazan votar a la persona propuesta por los socialistas, la situación sería de un empate entre bloques y correspondería a Coalición Canaria decantar la balanza.
El PP pretende complicar lo máximo posible el camino al PSOE. La secretaria general del partido, Cuca Gamarra, ha avanzado este miércoles que se reunirán próximamente con la dirección del partido canario para tratar de ganar su apoyo para un gobierno en minoría y convencerles también de que les apoyen de cara a la votación de la Mesa. La número dos de Alberto Núñez Feijóo insiste en que la victoria electoral les da legitimidad para hacerse con el cargo, pese a no contar con los apoyos suficientes.
En una rueda de prensa tras celebrarse el comité de dirección del partido, Gamarra ha reivindicado que en la configuración de la Mesa tiene que "reflejarse" que son el grupo "mayoritario" con 137 diputados y ha anunciado que la formación mantendrá contactos con las distintas fuerzas políticas— sin especificar con cuáles— "para buscar la máxima estabilidad de las mesas de las distintas Cámaras". Los populares ya tienen garantizado que presidirán el Senado, al contar con mayoría absoluta, y quieren repetir la jugada en el Congreso.
El PP busca el 'sí' del PNV o el voto en blanco de Junts con el apoyo de CC
En la planta noble de Génova 13 no parecen haber escuchado —o, más bien, no han querido escuchar — el portazo del PNV a su formación, tanto de cara a facilitar la investidura de Feijóo como para dar su apoyo al candidato de los populares en el órgano de gobierno del Congreso. La dirección del partido sigue insistiendo en esa vía para alcanzar la presidencia de la Cámara. "Hablaremos con todos los grupos", insisten. "Queda una semana por delante, eso en política es una eternidad", lanzan desde el PP.
El objetivo último es lograr la presidencia pero si no lo consigue el PP quiere, al menos, incrementar su poder en la Mesa de la Cámara, que reparte nueve asientos. La formación conservadora defiende que PSOE y Sumar tengan cuatro puestos, los mismos que PP y Vox, y que el último sea para alguno de los partidos nacionalistas, con la vista puesta en la formación de Andoni Ortuzar. Desde la coalición liderada por Yolanda Díaz abogan por ceder algún puesto al PNV o incluso a Esquerra Republicana, pero creen que el PSOE se garantizará tener, como mínimo, tres puestos, por lo que en ese escenario serían ellos los que perderían un asiento.
En la legislatura que ahora acaba PSOE y Unidas Podemos han tenido seis de los nueve puestos de la Mesa, frente a los dos del PP y uno de Vox. La derecha no se coordinó durante la votación y perdió un asiento clave, que fue a parar en manos de los morados. El diputado de Vox Ignacio Gil Lázaro accedió a la vicepresidencia cuarta del Congreso con los 52 escaños de su grupo, mientras que el PP cedió votos a Ciudadanos, que finalmente se quedó fuera de la mesa. Ahora, los de Santiago Abascal esperan que el PP le preste algunos de sus escaños.
Junts: ante la disyuntiva de tener grupo propio o bloquear
Ver más¿Por qué importa la Mesa del Congreso? El PSOE ya negocia presidir la institución con ERC y Junts
Una de las bazas que el PSOE tiene encima de la mesa para retener la Presidencia del Congreso es ofrecer a sus aliados parlamentarios puestos en las mesas de las comisiones, presidencias incluidas, y asegurar a ERC y Junts que podrán conformar sus propios grupos parlamentarios gracias a sus votos. Los republicanos abogan por negociar conjuntamente y creen que la oferta del PSOE es buena para ambas formaciones, ya que han disminuido su poder y sus ingresos tras la pérdida de poder institucional en las elecciones municipales del pasado 28 de mayo. Los posconvergentes deberán decidir entre tener esos recursos o abogar por el bloqueo.
Para tener grupo propio hay que contar con al menos 15 escaños o superar los cinco diputados y obtener el 5% de los votos en todo el país, o bien el 15% en todas las circunscripciones en las que se concurre. ERC y Junts han logrado siete escaños cada una en las generales, pero en ambos casos hay dos circunscripciones en las que no superan el 15% de apoyos.
Entre los beneficiados de esa discrecionalidad está el PNV, que se presentó entre 1979 y 2000 con sus siglas en Euskadi y Navarra. A priori, atendiendo a la literalidad del reglamento, los nacionalistas vascos habrían necesitado 15 diputados para tener grupo propio o, alternativamente, lograr el 15% de los votos en cada una de las provincias en las que concurrían. Y aunque jamás superaron ese listón –el partido nunca consiguió ese 15% en Navarra–, siempre tuvieron grupo en el Congreso.
No hay arranques de legislatura en la que el reparto de puestos en la Mesa del Congreso y la elección de la Presidencia no genere tensiones, sobre todo desde que el bipartidismo pasó a mejor vida, y la legislatura que arranca la próxima semana no es la excepción. Tanto el PSOE como el Partido Popular quieren presidir la tercera institución del Estado, lo que implica poder controlar la actividad parlamentaria, tener información de primera mano sobre lo que ocurre en la Cámara Baja y gestionar un presupuesto que en 2023 superó los 110 millones de euros.